Lo de 'tomarse la justicia por su mano' es la perfecta definición para el caso de hoy. Y es que un vecino de Girona se encabritó con un radar del municipio por poner multas por exceso de velocidad, y ni corto ni perezoso, intentó cortarlo a la mitad, literalmente.
Hasta que los vecinos denunciaron un ruido sospechoso de madrugada y el hombre tuvo que salir pitando del lugar sierra radial en mano tan pronto como se dio cuenta de que estaba siendo observado por los vecinos. Los Mossos d'Esquadra siguen buscándolo.
El radar ya está en funcionamiento de nuevo, y el autor, en búsqueda
Seis de la mañana, Palafrugell, un municipio costero con 23.396 habitantes situado en la parte central de la Costa Brava, en Girona. Los vecinos llamaron a emergencias tras identificar un ruido extraño proveniente de uno de los radares que estaban situados en una de las avenidas del pueblo.
Resulta el hombre de mediana edad estaba intentando cortar el radar por la mitad con una sierra radial. Estuvo un rato serrándolo con el fin de arrancarlo de raíz, pero le fue imposible. Únicamente lo terminó dañando y arrancando de manera parcial (a día de hoy sigue en el mismo sitio).
Así lo informó el ayuntamiento de Mont-ras a través de las redes sociales. Una situación insólita por la que los vecinos llamaron a los Mossos d' Esquadra para alertar sobre el sospechoso. Y no fue una sola llamada, sino unas cuantas las que alertaron de los hechos, fruto de los vecinos observando al delincuente desde las ventanas de su casa. Este se acabó amedrentando ante las miradas, y huyó.
Al llegar se encontraron con el radar medio partido, con un gran corte, pero sin llegar a estar arrancado. Al correr riesgo de caer (está situado sobre un poste a varios metros de altura) los agentes acordonaron la zona, pero no encontraron al autor de la radial, que huyó tras la alerta de los vecinos.
Tampoco han logrado identificarlo hasta hoy, por lo que los Mossos trabajan en buscar al autor de la radial. La empresa concesionaria de los radares se encargó de reparar los desperfectos, soldando la estructura y dejándolo fijo de nuevo. Un radar que, por cierto, está fijado a una velocidad máxima de 50 km/h.
El radar seguía y sigue en funcionamiento, por lo que el protagonista de esta historia no ha logrado más que causar desperfectos económicos, movilizar recursos y ahora, estar en búsqueda.