Ya no sabemos ni cuántas veces hemos podido escuchar el rumor de que Honda está trabajando en una Superbike con un motor V4. Sí, es cierto que es darle vueltas una y otra vez a lo mismo y al final quedarnos siempre con las ganas, pero parece que las cosas podrían estar cambiando en la firma del ala dorada.
La mayor vinculación de Honda con el proyecto de Ten Kate en e WSBK, especialmente a raíz de las reclamaciones de Stefan Bradl tras probar la moto de HRC para las 8 Horas de Suzuka y (mucho más importante) la documentación filtrada del Registro de Patentes de Estados Unidos en el que se puede ver una V4 vuelven a hacernos soñar.
La Honda V4 para el WSBK es como el dicho del cántaro y la fuente
"Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe", reza el refranero popular español. Si lo aplicamos a la historia de Honda y su regreso por todo lo alto al mundial de Superbikes estaríamos hablando de una moto temible que finalmente se materializase en algo parecido al montaje de Young Machine que encabeza este artículo.
Si nos hacemos caso de lo que se pudo ver en la filtración de principios de año, Honda estaría preparando una deportiva de calle equipada con un motor de cuatro cilindros en uve y una silueta que nos recuerda a las RC213V de MotoGP. No en vano, Honda querría ganar la partida a Ducati (y de paso a Kawasaki) con sus propias cartas: un motor derivado directamente de MotoGP, pero a un precio que no llegaría a 30.000 euros en la calle.
Esta configuración V4 buscaría reducir al máximo el tamaño del conjunto pero sin renunciar a una alta dosis de rigidez, utilizando al propio motor como una pieza estructural al que se agarra el chasis por las culatas, un chasis que se reduciría así a la mínima expresión, utilizando una pieza delantera para sujetar la dirección/horquilla y unas placas en la parte posterior donde anclaría el chasis.
Aunque obviarían los materiales nobles, la parte ciclo seguiría recurriendo a componentes de la mejor calidad con un basculante con refuerzos inferiores muy estilizado, una horquilla delantera Showa pata negra y frenos con pinzas radiales monobloque de última generación y heredadas directamente de MotoGP. Además el escape se ubicaría en posición inferior para bajar el centro de gravedad.
Es una táctica habitual que las marcas registren patentes de diseños que luego pueden o no llevar a la producción, pero debemos recordar que un movimiento de este estilo ya ha ocurrido en el pasado y que Honda ha sido la única marca capaz de arrebatar una victoria a Kawasaki y Ducati durante los dos últimos años de WSBK gracias a Nicky Hayden y su actuación en Malasia 2016.
Honda ya hizo algo similar, hasta en tres ocasiones
Honda es el mayor fabricante de motos del mundo; pensar que no esté planteándose una V4 para ganar en Superbikes sería menospreciar los intereses deportivos de una marca que gana con regularidad en MotoGP y que tiene el equipo de competición más poderoso del mundo.
No sería la primera vez que Honda hace un movimiento similar. A finales de los años 80, su CBR900RR Fireblade no podía competir en el WSBK porque sólo admitían a las tetracilíndricas de 750 centímetros cúbicos, desarrollaron una moto cuyo único propósito era ganar. Fue la Honda VFR750R RC30 de 1987, a la que le siguió la exitosa RVF RC45 en 1994.
Ambas eran motos casi de carreras homologadas para circular por la calle, con motores de cuatro cilindros en uve de 748 y 749 centímetros cúbicos y partes ciclo ultra-especializadas para la época. Tanto es así que a la horquilla telescópica convencional que equipaba la RC30 de serie se le sigue considerando como una de las mejores suspensiones delanteras de la historia, mejor que muchas de las invertidas que tenemos actualmente en el mercado.
Tanto por las pocas unidades que se fabricaron como por lo elevado de su precio de venta, seguía habiendo hueco para que en los concesionarios se mantuviera a la CBR900RR Fireblade nacida en 1992, una deportiva prestacional de calle pero menos radical y con un precio más asequible que llegó poco antes de la RC45 y el título de John Kocinski en Superbikes el año 1994.
Este movimiento se repitió posteriormente cuando el reglamento del WSBK penalizó a las tetracilíndricas (más aún) y la única opción competitiva eran las deportivas de dos cilindros. Entonces Honda desarrolló un nuevo modelo específicamente para recuperar la victoria y hacer frente a las Ducati 851 y la saga 916/996/998 después de que la firma italiana encadenase ocho títulos en once años.
En el año 2000 llegó la Honda VTR1000, también conocida como RVT1000, y con versiones SP1 (2000-2001) y SP2 (2002-2006) para la calle, pero recuperando la denominación RC (RC51 en este caso) para sus versiones de carreras con algunos cambios como la caja de cambios. Eran unas motos fascinantes con sus enormes motores de litro repletos de par motor y potencias superiores de serie a los 120 caballos sobre la rueda trasera.
Ganaron el título en 2001 con Colin Edwards y su mítica Honda decorada con los colores de Castrol, así que en 2002 evolucionaron su base para ofrecer una base aún más potente y competitiva con la que Edwards volvió a llevarse el título a Japón tras una temporada de enfrentamientos épicos contra Troy Bayliss.
Tras perder el interés en el mundial de Superbikes, la única RC que hemos vuelto a ver es la Honda RC213V-S, una MotoGP de calle con un precio prohibitivo de casi 200.000 euros y que no está homologada para competir en el WSBK (aunque sí lo ha hecho en el Tourist Trophy con Brece Anstie efectivamente, hace tiempo existió al menos un prototipo de aquella ansiada deportiva de Honda equipada con un motor V5 de MotoGP. Por eso y porque a Honda nunca le ha gustado perder, la posibilidad de ver una Superbike con motor V4 realmente competitiva es plausible. ¡Ojalá!