El siglo pasado fue una época dorada para el mundo de las dos ruedas. Si bien a nivel tecnológico faltaban muchas cosas que hemos ido descubriendo, la industria de las motos dio pasos agigantados entonces. Buen aparte de ellos se atribuyen a las marcas japonesas de motos.
En pleno cierre de la década de los '80 Yamaha reveló una moto que pretendía dominar el mundo: la Morpho. Como tu subconsciente te dice, se parece a una conocida palabra: morfología, porque era capaz de adaptarse a la morfología al conductor.
Una estrategia perfecta para el siglo XX
Hace 34 años la industria de la moto tampoco era tan diferente a la de hoy. Las marcas seguían sacando prototipos que dejaban con la boca abierta. De hecho encontramos muchas similitudes con el Yamaha MOTOROiD, una moto autoestabilizada que es como un perro.
Aquella Morpho en sus días rompió todos los esquemas. Era un misil con un motor de 1.003 cc y cuatro tiempos que alcanzaba los 145 CV, igual que la FZR 1000 EXUP, que decían que llegaba a los 300 kilómetros por hora. Sin embargo, esta bala japonesa era un poco diferente a todo lo que había llegado hasta entonces.
Si omitimos la parte frontal de la moto tampoco era tan peculiar. Al final tenía un chasis de doble viga con un portentoso basculante monobrazo que acogía un disco trasero de grandes, muy grandes proporciones.
Y ahora sí, la Morpho era una fuera de serie porque el manillar, el asiento y las estriberas formaban una única plataforma. El tren delantero era otra delicada parte, la famosa horquilla RADD (Rationally Advanced Design Development) o Parker (por su creador).
¿Qué tenía de diferente esta ortodoxa invención? Pues que la horquilla se unía a un brazo anclado al motor, y este gestionaba la suspensión. También tenía otra ventaja, que bajaba mucho más el centro de gravedad de la moto comparado con una convencional.
Todo combinado con un carenado de lo más futurista y ochentero cuyo escape venía integrado en el carenado. Tal era la capacidad de ajuste que ese fue el motivo por el que Yamaha le puso 'Morpho', hasta el punto de que cambiaba de color en diferentes entornos de iluminación.
Por si la Morpho era poco, llegó la Morpho II. Su diseño era más estrambótico y moderno todavía, y para la época (1991) venía hasta con ABS, panel digital y suspensiones electrónicas. El culmen fue la dirección en ambas ruedas; algo inédito entonces. Al inclinarse, la rueda trasera giraba en función de la delantera. En otras palabras, la moto tumbaba con la mirada.
Si Yamaha hubiese llevado esta moto a la calle, probablemente habría sido una de las más espectaculares de la historia de la industria. Sin embargo, todo quedó en agua de borrajas, aunque fijaos si fue importante que en pleno 2023 estamos recordándolo.