Las rotondas, ese temido pero omnipresente en nuestras carreteras, las españolas. Tan omnipresente que en España somos uno de los países con más rotondas de todo el mundo. De hecho, casi entramos en el podio, pues somos el cuarto país con más rotondas del mundo.
Sin embargo, no todos saben usarlas. Y aun sabiéndolo, se usan mal. Un lugar tan temido por los motoristas como magnánimo, porque sí, también tenemos la rotonda más grande de Europa. O la que tiene una montaña dentro.
España, en el top de rotondas
España es oficialmente el cuarto país con más rotondas del mundo. Lo dice el estudio de DiscoverCars.com, un buscador online de coches de alquiler. Han investigado los países con más rotondas del planeta gracias a OpenStreetMap, filtrando aquellas que incluyen varias, contándolas como una sola.
Empezando por atrás, el top 5 lo completa un país no europeo, el único: Brasil, que tiene 11.854 rotondas. No anda muy lejos España, que es el cuarto con mayor número, 15.053 en concreto. Cerca también está Italia, con 18.172 rotondas.
En el caso de España esas 15.053 rotondas se traducen en más de 30 rotondas por km² y en 316,8 rotondas por cada millón de habitantes.
Los dos países con más rotondas están lejos de España. Reino Unido, siendo el segundo del ranking, copa 25.976 en total. Pero sin duda que el caso más bestia es el de Francia; no hay quien gane a los galos con un total de 42.986 rotondas. Nuestros vecinos tienen la friolera de un 65% más, con 78,5 rotondas por km² y casi 664 glorietas por cada millón de habitantes.
Si no tuviésemos en cuenta la extensión, pues sí, serían más o menos rotondas. Pero teniendo en cuenta la extensión de los países, por ejemplo, Reino Unido tiene la mitad de superficie que España: 243.305 y 506.030 km², respectivamente. La otra cara es Brasil, que con 8,51 millones de km² de extensión solo tiene 1,4 rotondas por km².
Las rotondas y las motos... Mal
Las rotondas, esas aparentemente inofensivas intersecciones circulares, se han convertido en una auténtica pesadilla para muchos motoristas. Aunque diseñadas para mejorar el flujo de tráfico, en la práctica presentan peligros ocultos (y no tan ocultos) para quienes van en dos ruedas.
La combinación de la falta de visibilidad en los accesos, el pavimento resbaladizo y la imprevisibilidad de los coches que no siempre respetan las prioridades, convierte a las rotondas en trampas potenciales para los motoristas.
Y principalmente es culpa de la actitud de algunos conductores que, al estar más protegidos, tienden a ser menos precavidos en las rotondas. Muchas veces subestiman la velocidad de las motos o simplemente no las ven, lo que genera situaciones de peligro inminente. Para los motoristas, enfrentarse a una rotonda es como entrar en una zona de guerra, donde la habilidad al manillar y la anticipación son las únicas armas para salir ilesos.