La espeluznante cifra de 1,25 millones de personas muertas en todo el mundo en accidentes de tráfico sitúa a esta causa de muerte por delante de enfermedades como la malaria y al mismo nivel que el SIDA. Y si nos fijamos en las estadísticas de muertos de entre 15 y 29 años es la primera causa de muertes, por delante de los suicidios, el SIDA o los homicidios.
Según los datos recogidos por la OMS en su informe sobre el estado global de la circulación en 2015 esta cifra puede alcanzar los dos millones de muertos anuales en 2020. Fecha para la que la propia OMS ha decidido fijar la reducción a la mitad de estos muertos. Más que nada porque no se trata de luchar contra una enfermedad esquiva ni un virus que se esconde tras un insecto. Las autoridades sanitarias tienen claro que con un poco de inversión en infraestructuras y educación vial el problema puede contenerse.
Esto lo muestran datos como que en África existe una tasa de 29 muertes por cada 100.000 habitantes, en Oriente Próximo esta tasa baja al 19,9 por 100.000, en Asia-Pacífico es del 17,3, en el Sudeste Asiático el 17, en América el 15,4 (con América del sur como zona más problemática y finalmente Europa con un 9,3 muertes por cada 100.000 habitantes. Esta imagen coincide demasiado con la del reparto de la riqueza global.
Soluciones a este problema las hay, con educación vial, inversión en infraestructuras y control efectivo del tráfico son los tres pilares básicos para evitar que esta plaga siga extendiéndose. Hay que luchar contra policía corrupta, carreteras indignas de ese nombre y conductores que ignoran (conscientemente o no) las normas básicas de tráfico. Sólo así se evitarán estas muertes, pero también se evitará que hasta el 5% del PIB de algunos países tenga que destinarse al cuidado de los accidentados.
Porque la otra cifra espeluznante relacionada con el tráfico son los 50 millones de personas que resultan heridas al año en un accidente de tráfico. Heridos, que aunque no estén cubiertos por un sistema sanitario acaban por disminuir el PIB del país al dejar de asistir a su puesto de trabajo temporal o definitivamente.
Claro que con esta plaga pasa como con la mayoría, mientras no afecta al primer mundo nadie se preocupa. Sólo cuando vemos llegar a nuestros aeropuertos enfermos de Ébola o de Zika decidimos declarar la alerta sanitaria mundial. Mientras tanto que la gente muera en su país por la causa que sea nos es totalmente ajena.
Vía | El País; OMS
Foto vía Flickr | 2DU Kenya 76