Hace un par de domingos nos desplazamos hasta el circuito de Jerez para tener una toma de contacto con una moto que está dando muchísima guerra: la Yamaha YZF-R1, que como sabes este año ya ha conseguido subir al pódium del Mundial de Superbike.
Como si fuesen las puertas del Edén, el semáforo del circuito jerezano se puso en verde y salí a lomos de una preciosa 1000cc pintada de azul. Dicen que montar en moto es como ir en bicicleta, que nunca se olvida. En mi caso habían pasado tres otoños desde que no vivía la sensación de rodar en circuito, por lo que en el momento de subirme a la moto me sentía como un gato de escayola en la columna de un chalet.
En competición me había centrado principalmente en la categoría de 125cc. Alguna que otra vez tuve la oportunidad de probar motos de alta cilindrada. Pero tanto tiempo en el banquillo preveía que no sería capaz más que de dar gas en las rectas e intentar pasar las curvas con una relajación exquisita. Pero qué lejos de la realidad.
El chasis más intuitivo que nunca he probado
En las cuatro primeras vueltas que di al circuito andaluz comprobé que la Yamaha YZF-R1 se deja llevar. Alex Cardoso vio con buenos ojos (o eso dice él) ponerme el segundo mapa de la electrónica, el que da casi toda la potencia. ¡Y qué pronto la noté! En dos curvas ya notaba sobrecargado el antebrazo (algo muy típico en mí, cabe decir).
Lo que más me sorprendió fue el chasis. En la primera vuelta pude descubrir lo fácil que es meterla en curva. Las suspensiones de serie, que trabajaban a las mil maravillas, confirmaban la sensación de que esta moto es un juguetito en manos de alguien que sea capaz de hacerla ir rápida. En curvas como Michelin (la segunda) se deja querer a la hora de pasar de derecha a izquierda. Abres gas, cambias pesos y viene contigo al fin del mundo si es necesario.
En solitario di unas 12 vueltas y te prometo que no fui capaz de acostumbrarme a sus frenos. No porque no hiciesen bien su trabajo, sino porque lo hace a las mil maravillas. Uno, que viene acostumbrado a tirar de maneta y perder grip en la rueda delantera, debe de borrar todo lo que recuerda acerca de frenos. Rozas la maneta y se para, suave, sin movimientos. Apurar frenadas puede ser muy divertido si te acuerdas que esta Yamaha te deja frenar tarde, muy tarde. Si frenas pronto, tienes tiempo para recitar la Odisea mientras llegas a curva...
¿Y qué contar de la electrónica? Fue la primera vez que me subía a un jabato de casi 200 cv y agradecí vehemente toda su tecnología. Si, como yo, eres de abrir el gas con una extrema motivación, te vendrá bien alguna que otra ayuda extra. Sin embargo, el control de tracción no es demasiado metomentodo y te deja disfrutar, si pones el mapa adecuado, de la chicha que hay en sus entrañas. El anti-wheelie te permite ir en rectas sin estar peleando todo el rato para que la rueda delantera vaya por el suelo. Y eso se agradece, créeme.
En cuanto los neumáticos, estuvimos rodando con unos Bridgestone Battlax Racing V02, los mismos que ha usado este año Alejandro Medina (que estuvo por allí, por cierto) en el RFME Campeonato de España con el Cardoso School Racing. Nada que objetar de estas gomas, que trabajan muy bien desde la entrada a la salida de curva. Aunque no pude exprimirlos como es debido, las sensaciones que me dieron fueron muy positivas.
Cardoso School, porque siempre puedes aprender algo más
Ir en moto no sólo es tener talento. Es cuestión de aprender, trabajar y dar cuantas más vueltas mejor. En Cardoso School tienen esa filosofía cuando imparten sus cursos de conducción. Tuve la oportunidad de participar en uno y te aseguro que es una óptima inversión si quieres acabar con malos hábitos y bajar segundos como si fuesen persianas.
Con tipos como Jose Luís Cardoso, Iván Moreno o Alex Cardoso (por no mencionar a todos) podrás dar un salto de calidad enorme. En grupos reducidos (también hay cursos totalmente personalizados e individuales) tendrás tiempo de practicar todo: posicionamiento en la moto, frenadas, aceleraciones, trazada, adelantamientos… Todo ello grabado en vídeo y con clases en el box en las que los diferentes monitores te comentan lo que haces mal y cómo mejorarlo; o lo que haces bien y no debes cambiar.
En las diferentes salidas a pista tendrás la mirada atenta de tu monitor, que primero te enseñará la trazada óptima del circuito, que se pondrá detrás de ti para ver si eres un alumno de los buenos o mereces irte a la esquina de pensar y que, llegado el momento, dejará que juegues a los adelantamientos con tus compañeros. El día lo acabas con una tanda libre en la que poner en práctica, ahora solo, todo lo que has aprendido.
Un día perfecto, de diez, ¡de motos!
Ya te digo que llegaba con la idea preestablecida de que no acabaría por disfrutar como me hubiera gustado de la Yamaha YZF-R1. Me gusta ir rápido y para ello hay que estar en forma y tener muchos kilómetros encima. Pero el motor, la electrónica y el chasis me permitieron disfrutar desde el primer instante de una moto que, como ya te he dicho, se deja querer.
Lo mismo ocurrió con todo el grupo humano de la escuela, que no podrían haberse portado mejor conmigo. Me ayudaron a entender la moto, me preguntaron en todo momento qué tal me iba y, por si fuera poco, me dieron muchísima conversación de todo tipo de motos. ¿Y qué hay mejor que eso?
Fotos | Cardoso School (¡Gracias, Mario!)