Dejamos atrás los momentos de ocio puro para volver a los trayectos diarios y monótonos por las vías rápidas en nuestros desplazamientos habituales. Teniendo en cuenta que hablamos de la Triumph Street Triple, casi una deportiva desprovista de carenado, es fácil imaginarse por dónde van a ir los tiros.
De la misma forma que su predecesora cumplía con nota en muchos de los apartados a los que la pudiéramos enfrentar y que en casi todos ha ganado algún punto, hay uno en el que creo que es ligeramente peor. El pasajero iba más cómodo en la anterior Street Triple y no se muy bien a qué achacarlo, pero posiblemente tenga algo que ver con el rediseño del conjunto de asiento y depósito, pero vamos a analizarlo con detenimiento.
Triumph Street Triple: naked pura
Que las naked no son las motos más apropiadas para hacer trayectos largos pos autovía es algo evidente, pero si estás dispuesto a pagar el precio de una casi total ausencia de carenado puede que te sorprendas de los bien que se porta la Triumph Street Triple surcando las autovías.
Quizá, y sólo quizá, la pequeña cúpula opcional que nuestra unidad no llevaba instalada desvíe un poco el aire pero dudo mucho que la diferencia sea significativa. El aire nos azotará desde el ombligo hacia arriba, aunque a velocidades legales es bastante soportable. Además, el largo asiento corrido nos permite variar la postura para reclinarnos ligeramente sobre el depósito.
Una de las contrapartidas de bajar tanto la posición de los elementos de la moto es que la Triumph Street Triple parece que no vas todo lo integrado que deberías en ella. Parece que vayas montado sobre más que en la moto, por ejemplo si con tráfico lento o retención queremos apoyarnos en el depósito tendremos que agacharnos un poco, más de lo que estamos habituados, y ya sabéis que yo no soy un Globetrotter precisamente.
En el apartado de suspensiones ayer veíamos que pese a ser bastante sencillas se comportan de una manera más que decente en conducción deportiva por carreteras de montaña. Sería de esperar que en autopista nos resultasen duras o incómodas pero la verdad es que no, en Hinckley han conseguido un compromiso excelente entre dureza y comodidad, y sólo en baches muy pronunciados echaremos de menos alguna concesión más al confort.
Sobre asfaltos rizados no te hace picadillo las lumbares, algo a lo que también contribuye la posición de conducción relajada con la que el manillar nos obsequia y un mullido del asiento bastante confortable.
En cuanto al motor sólo caben alabanzas porque el tricilíndrico en línea de 675 centímetros cúbicos se comporta de manera ejemplar. No hay vibraciones, ni baches de potencia, ni traqueteos, y si lo necesitamos siempre hay una gran reserva de par motor a nuestra disposición. Circulando en sexta a 100-120 km/h encontramos a la aguja del cuentavueltas sin rebasar la primera mitad de su banda útil y aun así la rueda trasera responde de forma contundente ante las órdenes del acelerador.
Algo que sí noté fue una cierta brusquedad al circular a punta de gas, con algo de aspereza en el momento on/off del acelerador y un cierto retardo en la transmisión de la fuerza a la rueda trasera. No es nada grave, pero sí me llamó la atención porque contrasta con la dulzura general del resto de reacciones de la moto.
Triumph Street Triple: pasajero lejano
Si tuviera que elegir un mal resultado para la Triumph Street Triple sería en cuanto a la habitabilidad del pasajero. No es que el asiento sea duro ni pequeño, o que las estriberas estén altas, es sólo que quizá sea un apartado al que no han prestado toda la atención que se merecía.
Haciendo memoria podemos recordar cómo en la primera parte de la prueba os dejé una imagen que comparaba el modelo 2013 con el 2012 en el que podemos ver cómo la forma del asiento ha cambiado considerablemente. Sigue siendo un asiento corrido pero por sus formas ahora se parece mucho más al de uno de dos niveles de una deportiva, con un escalón muy pronunciado y una protuberancia en la parte delantera de la zona del copiloto.
Tal y como decía no es duro ni pequeño, sí que ha perdido algo de tamaño, pero el problema es que deja al copiloto muy lejos, hay demasiado espacio para el conductor y el acompañante se queda con mucho espacio por delante. Demasiado espacio para que una persona de estatura media llegue cómodamente con las manos para apoyarse en un depósito que se encuentra más bajo de lo normal mientras esquiva a un conductor en una posición erguida que no se corresponde con la del acompañante.
Mi copiloto habitual mide aproximadamente lo mismo que yo, así que quizá alguien más alto no tendría tantos problemas, pero si la falta de integración en la Triumph Street Triple es algo que rondaba en la mente del que conduce, en la del paquete puede generar cierto rechazo. Habiendo probado con pasajero el modelo saliente hay que decir que iba un poco más cómodo que en el modelo 2013.
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