Desde noviembre de 2013 hemos estado esperando la llegada de la Harley-Davidson Street 750 a los mercados europeos. Y por suerte para nosotros España es uno de los tres países europeos elegidos para el desembarco de la que marcará una nueva época en la marca norteamericana. Los otros dos países que podrán disfrutar de ella son Portugal e Italia.
Esto puede ser una ventaja o un inconveniente, porque, antes de dejarnos la unidad de pruebas que puedes ver en las fotos, nos insistieron mucho en que la premura en abastecer mercados implica que unos cuantos detalles no se hayan pulido todavía. Este punto, los chicos de Harley-Davidson Alicante (que amablemente nos han prestado esta unidad de pruebas) lo tienen muy claro y saben que su trabajo con este modelo es ser el último eslabón de la cadena de montaje. Lo que pasa es que la cola de gente esperando a probar esta nueva Harley-Davidson obliga a que el préstamo fuera de unas pocas horas, con lo que no pudimos exprimir al máximo las cualidades de la moto.
La primera impresión
Puntual como un reloj me presenté a las 8:30 en el concesionario Harley-Davidson Alicante para recoger la moto, ir al punto donde había quedado con el fotógrafo, hacer la sesión, y salir zumbando para dar una vuelta lo suficientemente larga como para sacar alguna conclusión de la moto y lo suficientemente corta como para llegar a las 12:00 en punto para devolverla. Se presentaba una mañana apretada además de calurosa.
Lo primero que notas de la moto cuando te acercas a ella es que es bastante baja y aparentemente bastante larga. Aunque los 1.534 mm de distancia entre ejes declarados en la web no son muchos si la comparamos con una Harley-Davidson Sporster Iron 883 que mide 1.510 mm. La línea baja también viene favorecida por la poca altura del asiento, 709 mm hasta al suelo, y la posición del depósito, que apunta bastante plano al suelo.
Una vez que introduces la llave en el contacto, que está situado debajo del manillar y entre las torretas que lo sujetan a este, ves como en el cuentakilómetros electrónico se encienden todos los testigos, y se chequea la inyección para poder arrancar. No hay ni palanca del aire ni nada parecido. Giras la llave hasta el tope y le das al botón de arranque. Ni siquiera hace falta apretar la maneta del embrague para arrancar.
Lo que pasa es que el sonido que sale del motor puede que no sea el que esperas de una Harley-Davidson. Este Revolution X es un motor moderno, con dos cilindros en uve a 60º, con refrigeración líquida y doble árbol de levas en cada culata accionados por cadena (DOHC). Así que olvídate de traqueteos, vibraciones y demás. Este motor funciona suavemente, con una respuesta al gas bastante buena y sin necesidad de filtrar sus latidos para que no te caigan los empastes.
Los ajustes antes de salir
Entre mis manías personales de cuando me subo a una moto nueva está la de ajustar los retrovisores a mi gusto. Y al hacerlo en esta moto me di cuenta de que con los que llevaba (originales de serie) no iba a ver mucho de lo que pasaba detrás de mi. La varilla que los ancla al manillar es demasiado corta y en ellos sólo puedes ver tus hombros y algo de la carretera. Si quieres echar un vistazo detrás tienes que apartarte un poco. A cambio no vibran prácticamente nada.
La posición de conducción es bastante cómoda, vas bien sentado en el mullido asiento y los estribos no quedan demasiado adelantados. El manillar, que es de una pieza de tubo, es bastante ancho y los puños quedan cómodos a una buena altura. Yo mido 175 cm y llegaba al suelo sin problemas con los dos pies planos para remar. Quizá el único pero sea que los estribos están en una posición que te obliga a esquivarlos cada vez que bajas los pies al suelo. Y estos no llevan muelle de retorno, con lo que si los subes por accidente tienes luego que volver a buscarlos para devolverlos a su posición.
El embrague es bastante suave, con buen recorrido, progresivo en el último tramo de la maneta y de accionamiento por cable. El cambio también es muy suave, aunque encontrar el punto muerto necesita un poco de precisión y acostumbrarse al tacto y recorrido de la palanca. Este recorrido es bastante y en algún momento me quedé pisando la palanca sin accionar nada del cambio. Gracias al motor Revolution X la caja de cambios ahora está integrada en el mismo cárter del motor. Con esto se acabaron los kilométricos re-envíos hasta el eje de accionamiento de las marchas. Creo que con un poco menos de recorrido de esa palanca el cambio sería perfecto.
Las maneta de freno y del embrague no son regulables, y siguen la línea oscura de toda la moto. Las piñas de interruptores son sencillas, casi espartanas, con los botones justos para el arranque y paro en el lado derecho y los intermitentes, claxon y las luces en el lado izquierdo. La calidad de estas piezas me comentaron que mejoraría en las motos de producción. Aunque en ningún momento falló nada si que se aprecia que ni el plástico ni los interruptores son de la mejor calidad.
Con todo esto, arranqué la moto y me fui hacia el Castillo de Santa Bárbara, que es dónde había quedado con Alejandro, mi sobrino y fotógrafo para la sesión que ilustra esta toma de contacto con la Harley-Davidson Street 750.
Continuará....
Siguiente parte | Harley-Davidson Street 750, toma de contacto (segunda parte)