La originalidad no cesa en el mundo de los radares. Cada vez hay formas más inteligentes de cazar a los infractores, y la última llega a España directamente importada de Europa. Pasen y disfruten de los nuevos radares en remolques.
El Servicio Catalán de Tráfico (el equivalente a la Dirección General de Tráfico) ya ha comprado unos cuantos de estos nuevos radares escondidos en remolques, y no habrá que esperar para verlos en acción. Ya están funcionando.
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Los hemos visto de todos los colores y sabores. Los organismos de tráfico no cesan en su ímpetu de innovar y cazar a cada vez más infractores. Porque son capaces de meterlos hasta en camiones camuflados, como la DGT. Pues ahora llegan en forma de remolque.
La DGT catalana ha comprado 25 unidades de estos radares escondidos en remolque, según avanza La Vanguardia. El objetivo, dicen, es reducir la siniestralidad vial. Lo cierto es que son una trampa difícil de detectar para los conductores.
Su 'gracia' es que se pueden poner en cualquier punto de la red vial. Al ser un remolque, se pueden trasladar estratégicamente enganchándolos a los vehículos. Tampoco necesitan estar conectados a ninguna red eléctrica.
Asimismo, utilizan una tecnología láser a través de la cual realizan un seguimiento de los vehículos durante varios metros, y están preparados para detectar excesos de velocidad en varios carriles. El expediente, al estar conectados a internet, es inmediato. No necesitan ningún agente de tráfico para gestionarlo.
Es decir, radares móviles sin necesidad de intervención humana. Se dejan allí, y hacen el trabajo autónomamente. Y por si las moscas, cuentan con una carcasa de alta resistencia a prueba de vándalos. Son tan útiles que multan hasta cinco veces más que los radares móviles de la DGT. Multan el triple.
No hay que esperar a 2025, ni nada de eso. Ya están funcionando, y el SCT ha anunciado, según recoge la citada fuente, que la ubicación de los primeros radares de remolque será en la C-31 y AP-7, y que dos de ellos ya están en pleno funcionamiento.
En Francia llevan funcionando desde 2021, y la conclusión que dejan para las arcas del estado es bien premonitoria: triplican las multas emitidas de los radares fijos, y multiplican por cinco las de los radares móviles o coches radar.