Disfrutar de nuestra moto ya sea en desplazamientos rutinarios, saliendo de ruta o yendo a soltar adrenalina como animales a un circuito es uno de los mayores placeres que nos ofrece el mundo de las dos ruedas. Ahora bien, para disfrutar de la moto en todo su esplendor tenemos que dedicarle un mínimo de tiempo.
Antes de utilizar la moto todos deberíamos seguir un pequeño ritual de comprobaciones que nos asegurarán (en la medida de lo posible, siempre pueden ocurrir imprevistos) una jornada sin problemas desagradables, además de poder prevenir averías y ya de paso, reforzar nuestro vínculo con nuestra amada máquina. ¡Aquí van nuestros consejos!
1. Neumáticos
No nos cansamos de repetirlo siempre que podemos: los neumáticos de nuestra moto son una de las partes más importantes. Además de asegurar un correcto funcionamiento de nuestra flamante montura, también son la primera medida de seguridad que nos permite mantenernos a salvo sobre el asfalto.
Revisar las presiones de nuestros neumáticos es fundamental para echarnos a la carretera con garantías. No hace falta que tengamos un compresor en casa, simplemente con un manómetro (manual o digital, es indiferente y ambos son baratos) y una bomba manual un poco apañada podremos tener siempre la presión ideal en nuestras ruedas.
Si ni siquiera contamos con manómetro en casa, siempre podemos tirar de métodos arcaicos como la pípica patada o apretar con la mano el flanco de los neumáticos. Si tenemos dudas, lo mejor es dirigirnos a la gasolinera más cercana y poner la presión correcta. Pero ojo, que los manómetros de las gasolineras no son 100% fiables, por eso recomendamos encarecidamente llevar siempre uno propio.
2. Líquidos
Mirar no cuesta dinero, ya lo sabes, así que no nos llevará más de un par de minutos comprobar que todos los líquidos de nuestra motocicleta estén al nivel que les corresponde.
El primero de todos que tendremos que asegurarnos que se encuentra entre el máximo y el mínimo correspondiente es el del aceite del motor. Además deberemos comprobar con la ayuda de una pequeña linterna (la del teléfono mismo) el estado del lubricante y la ausencia de partículas metálicas. Además, siempre teniendo en mente los periodos de sustitución, una operación sencilla y barata que también podemos realizar nosotros en casa.
El resto de fluidos también son muy importantes como para olvidarnos de realizar un chequeo rápido. Si nuestro motor está refrigerado por aire nos olvidaremos, pero si es de refrigeración líquida hay que mirar que esté al nivel que le toca, especialmente en los meses de temperaturas más extremas (tanto por frío como por calor).
En el caso de que tu moto sea mínimamente moderna también contará con un sistema hidráulico para los frenos y, puede, también para el embrague. Sus niveles se revisan en los respectivos depósitos de las bombas, ya sean externos o integrados en el cuerpo de la bomba.
3. Frenos
Un poco a cuento de este último punto pasamos a la primera parte mecánica de la moto. Tan relevante como tener un correcto nivel de líquido de frenos dentro del circuito encargado de mandar presión es que los elementos de fricción estén en buen estado.
En los frenos de tambor no era tan sencillo, pero en los modernos equipos de frenado con discos es muy fácil comprobar su estado. Por una parte revisaremos que el rotor esté en buen estado, sin escalones por desgaste, marcas extrañas o deformaciones que puedan comprometer sus capacidades de frenada.
Por el otro lado, una rápida revisión al interior de la pinza de freno nos bastará para saber si aún nos quedan pastillas como para salir tranquilamente a carretera o es hora de ir pensando en encargar unas para cambiarlas. Su sustitución es cuestión de minutos.
4. Cadena
Sí, es uno de los puntos más comunes en cuanto a lo que se refiere al mantenimiento de una moto y por lo relativamente engorroso de su manipulación sigue siendo uno de los más descuidados.
Antes siquiera de ponernos la equipación debemos echar un ojo a la cadena, comprobar su estado, que se encuentre bien engrasada y que tenga la tensión correcta es la clave para que el motor de la moto pueda transferir su energía hasta la rueda trasera.
El engrase de la cadena en teoría debe realizarse cada 500 kilómetros aproximadamente, pero dependiendo del clima, del tipo de uso o de la grasa que utilicemos puede variar. Por otro lado, siempre siguiendo las instrucciones del fabricante (suele haber una pegatina que lo indica en el basculante) deberemos tensar la cadena dejando la holgura justa, de unos dos o tres centímetros. Ni muy tensa, ni floja.
5. Mandos
Aunque a estas alturas ya nos hayan podido las ganas por arrancar la moto, aún hay que esperar un poco por una buena causa. Nuestro único nexo con el funcionamiento mecánico de la motocicleta es a través de sus mandos, por eso tenemos que comprobar que todos funcionen de manera correcta.
El puño del acelerador debe tener un giro fluido y con un buen retorno, las manetas de freno y embrague deben actuar con buen tacto y comprobando que realizan su cometido, igual que el pedal de freno trasero. Familiarizarnos con su tacto también nos vale para detectar posibles funcionamientos inapropiados como un desgaste excesivo de los discos de embrague una vez salgamos con la moto.
6. Luces
Tan importante como que te vean es ser visto, así que además de prendas reflectantes es clave tener en buen estado el sistema de iluminación. De manera muy sencilla, con las luces del garaje apagadas podemos asegurarnos de que todas nuestras bombillas están en orden.
Intermitentes, luces de cruce, de carretera, de posición y de freno tienen que lucir para algo más que para pasar la ITV. Eso de "se me ha fundido una bombilla, ya la cambiaré cuando pueda" es un error como una casa que puede provocar que el resto de usuarios de la vía no nos vean con claridad.
7. Cableado
Siguiendo con el apartado eléctrico y aunque eso de la electricidad suene a magia, también debemos asegurarnos que los cables encargados de mantener en funcionamiento todos los sistemas de la moto están en perfecto estado de revista allí donde más susceptibles son de poder sufrir un desgaste.
Principalmente hay que echar un vistazo a los puntos críticos como son la zona de la dirección ya que las botellas pueden pillar los cables contra la pipa de la dirección o el chasis y los puntos en los que el cableado pasa por el borde de alguna pieza del carenado (esto último suele dar problemas en motos de enduro o trail).
Para acabar con los temas eléctricos, la batería, esa caja negra que pesa un huevo y que da batería a nuestra moto tiene que estar en un buen estado de conservación. Que no haya corrosión en los bornes ni fugas de líquido, además de un buen nivel de carga evitarán que nos podamos quedar tirados.
8. Gasolina
Sí, parece totalmente obvio, pero a veces pasan cosas. Actualmente hay muchas motocicletas que no cuentan con indicador de combustible, simplemente un testigo de la reserva que se enciende cuando empezamos a apurar los últimos litros del depósito. Y a veces, estos testigos fallan.
Asegurarnos de tener siempre gasolina en el depósito sin apurar más allá de lo razonable nos puede ahorrar unos cuantos sustos. Cuando falta gasolina la inyección de la moto comienza a fallar, pero si también nos dedicamos a apurar más de la cuenta la reserva es posible que la suciedad acumulada en el fondo del depósito sea absorbida y termine en los inyectores, provocando tirones, un funcionamiento inapropiado o que le cueste mucho arrancar.
9. Estado general
Para acabar, y mientras se calienta el motor de nuestra querida montura, un último vistazo fijándonos en las obviedades nos puede salvar el culo. Y al acabar la ruta, algo tan simple como mantener la moto limpia también es una medida preventiva que colabora a la detección de filtraciones o desgastes.
Una pieza del carenado suelta, un tornillo flojo en una pinza de freno, algún tornillo que se haya perdido a consecuencia de las vibraciones o cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir puede convertir un apacible día de ruta en un recuerdo para olvidar.
Ya sabes: revisa tu moto, cuídala y, sobre todo, ¡disfruta!