Solo hay cuatro pilotos de motos que en el siglo XXI hayan llegado a MotoGP como campeones de las dos categorías pequeñas, ya fuesen 125 cc, 250 cc, Moto3 o Moto2. Se trata de Valentino Rossi, Dani Pedrosa, Marc Márquez y Álex Márquez. Pero hay un quinto que también estaría en esa lista de no ser por un pequeño detalle: nunca llegó a MotoGP.
Se trata de Manuel Poggiali, piloto sanmarinense de nacimiento, y no solo de Federación, que es uno de los grandes talentos que han llegado al mundial en los últimos años. El menudo Poggiali se paseó por 125 cc y 250 cc, pero la cabeza no le acompañó en una época en la que eso de la salud mental no estaba tan asumido como ahora.
Poggiali fue campeón de 250 cc en su primer año, como Spencer y Pedrosa
Hubo una época en la que Poggiali era el niño bonito de toda Italia. Pese a ser sanmarinense, y correr con su bandera, el país transalpino se enorgullecía de aquel piloto que con solo 14 y 15 años había ganado dos veces consecutivas el campeonato local italiano. Antes de empezar ya venía con la vitola de ser el nuevo Valentino Rossi.
1999 tenía que ser el año del debut de Poggiali en el mundial, el de la llegada de una estrella en ciernes al campeonato, y lo fue. Pero por encima de eso fue el año en el que Manuel Poggiali se quedó huérfano. Su madre había fallecido cuando era un bebé, y su padre, que era el mentor que le acompañaba a los circuitos, murió repentinamente. Solo tenía 16 años.
El palo fue tremendo, pero aún así, con esa inconsciencia propia de la adolescencia, Poggiali salió adelante. El menudo piloto sanmarinense encandilaba a la afición con un estilo muy fluido y de puro talento. Era un spoiler de lo que luego veríamos con más detalle en Dani Pedrosa. Un gran talento en un frasco pequeño.
En sus dos primeras temporadas en 125 cc solo logró un podio, pero en cuanto cambió Aprilia por Gilera los resultados comenzaron a llegar. En 2001, su tercer año en el mundial, se proclamó campeón de la categoría pequeña por delante de Youichi Ui y de Toni Elías. Ya por entonces compartió sus primeros podios con Pedrosa.
Y es que aquellos 125 cc en nada se parecían a la actual Moto3. Allí no había límites de edad y se permitía que un piloto pudiese hacer toda su carrera en 125 cc. Así, los verdaderos talentos jóvenes brillaban batiéndose el cobre contra veteranos como Emilio Alzamora, Lucio Cecchinello, Pablo Nieto, Gino Borsoi, Steve Jenkner o Stefano Perugini.
Poggiali quiso hacer algo muy propio de aquella época: quedarse a defender su título, y casi lo consigue. Fue subcampeón del mundo en 2002 a solo 19 años de Arnaud Vincent. Tanto había brillado Poggiali con Gilera que se convirtió en embajador mundial de la marca, título que aún a día de hoy sigue manteniendo.
Pero el gran boom de Poggiali iba a llegar en 2003. Dio el salto a los 250 cc de la mano de Aprilia y el resultado fue impresionante: se proclamó campeón del mundo en su primera temporada en la categoría intermedia. Ni Marc Márquez ni Valentino Rossi lo han logrado. Solo Dani Pedrosa y quien sabe si Raúl Fernández en este 2021.
Poggiali estaba en la cima, y en la actualidad no hubiese dudado en subir a MotoGP, y además proyectos interesantes no le habrían faltado. Pero, una vez más, quiso defender su título, y ahí empezó el declive. En 2004 el nuevo sheriff de la categoría iba a ser Pedrosa, y Poggiali solo pudo ganar una carrera para acabar noveno en la general.
En Italia de repente Poggiali pasó a ser un piloto sanmarinense que perdía, y las criticas arreciaron. Los rumores sobre una posible anorexia del piloto, simplemente porque era muy delgado, se dispararon en el país de la bota, e incluso hubo quien se atrevió a llevarlo a la prensa. Otra palabra también se empezaba a relacionar con Poggiali: depresión.
El sanmarinense quiso buscar el mismo remedio que había solucionado sus problemas en el pasado: volver a Gilera y bajar a 125 cc. Un paso arriesgado en todo un campeón de 250 cc, y que no dio frutos. Poggiali no hizo ningún podio, y luego volvió a la categoría intermedia de la mano de KTM, pero también sin ningún éxito. Entonces llegó el bombazo.
Poggiali se retiraba del motociclismo con solo 23 años y destrozado mentalmente. Cada caída, cada mal resultado era una losa para un piloto al que se le estaba juntando todo. Cuando ganas todo va bien, cuando pierdes los apoyos que eran fijos para él ya no estaban. Especialmente uno, el de su padre.
Otro era el de Gilera, que le convenció para regresar en 2008 en 250 cc, pero ni siquiera terminó la temporada. Se retiró definitivamente, por segunda vez, con 25 años. El nuevo Valentino Rossi se había convertido en el nuevo juguete roto del mundial, en un piloto que ya tenía miedo hasta a montar en moto porque cada caída era sinónimo de lesión. Cuerpo frágil, mente f´ragil.
Pero Poggiali no cayó. Su etapa en las motos se terminó pero ha podido rehacer su vida y a sus 38 años vuelve a ser una parte activa del mundial. Ha participado en las 24 Horas de Le Mans recientemente sobre una Ducati Panigale R y ejerce de consejero en la estructura Gresini Racing, que tiene presencia aún en Moto3, Moto2 y MotoGP.
Además, también ha podido reconducir su afán de competición a otro deporte. Ha jugado profesionalmente al fútbol sala, llegando a ser internacional por San Marino y haciendo una carrera muy digna con su equipo, el Tre Fiori, con el que incluso ha llegado a jugar la Champions League de fútbol sala. Un talento perdido para las motos, una persona ganada para el mundo.
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