La vida da muchas vueltas, tantas como que a veces cierra un círculo que parecía imposible. Cuando en 2012 Audi se hizo con Ducati muchos motoristas pensaron que aquella adquisición era una herejía. Una panda de aburguesados alemanes enlatados controlando una marca tan pasional como la indómita Ducati no podía ser algo positivo aunque luego sí resultó serlo, pero eso es otra historia.
Los vínculos de Ducati con la automoción en realidad no son algo nuevo, sino que vienen de lejos en un intento por todo lo alto cuando en la década de 1960 la factoría de Borgo Panigale se aventuró en el mundo de la Fórmula 1, y casi consigue entrar.
El sueño frustrado de Ducati de triunfar en el automovilismo
¿Te imaginas que actualmente Ducati fuera un proveedor de motores de Fórmula 1? Hubo un tiempo en el que esta rocambolesca quimera podría haberse convertido en realidad si las cosas le hubieran salido sólo un poco mejor a la marca de Borgo Panigale hace medio siglo.
Durante toda su historia, Ducati ha sido un referente en la creación de motos con un diseño sugerente y fieles a la innovación tecnológica que le permitían sus recursos. Una empresa pequeña como Ducati se permitió el lujo de crear avances como la distribución desmodrómica aplicada a las motocicletas. Su artífice fue el ingeniero Fabio Taglioni quien en 1956 desarrolló la distribución de la Ducati 125 Grand Prix, o Ducati 125 Desmo.
Tras su fundación en 1926 y un éxito moderado tanto a nivel comercial como en competición. Su supervivencia estaba ligada a la industria y en parte el éxito de la firma pasó por la fabricación de munición y equipos de radio, Ducati pasó una época oscura cuando sus instalaciones fueron devastadas por los bombardeos de los aliados durante la Operación Pancake de 1944.
Durante los años posteriores la fabricación de los motores de Ducati Cucciolo recondujeron el futuro de la empresa, centrándose en la producción de motocicletas. La Cucciolo de Aldo Farinelli salvó a Ducati de la desaparición y la convirtió en las bases de lo que hoy conocemos como Ducati.
En esta reencontrada pasión por la mecánica, Ducati comenzó a interesarse por qué podría hacer con su talento y cómo hacerse un hueco en la incipiente economía de posguerra. La recuperación económica llevó a Ducati a pensar en los automóviles; todo el mundo quería uno y todas las marcas querían presentar su propuesta.
Ducati presentó el Ducati DU-4 de 1946, un prototipo de coche fabricado en torno a un chasis multitubular de acero que en su parte delantera montaba un motor bicilíndrico en uve a 90º refrigerado por aire (como no podía ser de otra manera en una creación de Borgo Panigale), con una cilindrada de 250 cc.
El proyecto fue mostrado en Milán pero el escaso interés generado llevó a los responsables del proyecto a apartarlo en un rincón, aunque el interés de Ducati por los coches se mantuvo pero en una orientación mucho más radical. Mientras tanto produjeron el Triumph Herald en alianza con British Leyland
Por aquel entonces la Fórmula 1 se tuvo que enfrentar a una difícil decisión. La escalada de la potencia en los monoplazas de mediados de siglo convirtieron a la F1 en un deporte de alto riesgo para la vida de los pilotos y tras las muertes de Chris Bristow, Harry Schell y Alan Stacey en 1960 se decidió que era hora de atajar el problema.
El reglamento de la Fórmula 1 redujo la cilindrada máxima de 2.5 a 1.5 litros y bajo este nuevo paraguas normativo Ducati vio su oportunidad. Fabio Taglioni (sí, el mismo que llevó a Ducati la distribución desmodrómica) se puso a trabajar sobre un folio en blanco y creó una bestia para la época: un motor de Fórmula 1 de ocho cilindros en V a 90º refrigerado por aire y distribución desmodrómica.
El diseño fue bien, tanto como que conseguía producir más de unos generosos 170 CV que si bien ahora no nos sorprenden especialmente para la época era un rendimiento magnífico. Ahora sólo faltaba un coche en el que montarlo y encontraron un poderoso aliado en Maserati.
Aquel motor se probó con una notable satisfacción entre todos los implicados en el Osca Maserati - Ducati, pero los problemas financieros de Maserati llevaron a la marca del tridente a cancelar su proyecto de competición y el V8 de Ducati nunca llegó a correr. Aquel motor se quedó montado en un soporte y almacenado en las instalaciones de Bolonia para caer en el olvido, o casi.
Este asombroso propulsor es parte de la historia viva de Ducati y actualmente se encuentra en propiedad de Giorgio Monetti, un ávido coleccionista que junto a Leopoldo Tartarini, dieron la vuelta al mundo con una Ducati 175 TS entre septiembre de 1957 hasta septiembre de 1958.
Un motor que más que una obra de ingeniería hoy es un superviviente que nos recuerda cómo una pequeña marca de motos puede soñar a lo grande y casi conseguir todos sus propósitos.
En Motorpasión Moto | Probamos el nuevo Yamaha TMAX: estética arriesgada, más tecnología y comportamiento implacable para el rey de los scooter | Amazon nos abre en 'MotoGP Unlimited' una ventana indiscreta a los entresijos de un mundial de MotoGP