Que Keanu Reeves es aficionado a las motos ya lo sabíamos. De hecho, hace poco repasamos todas las máquinas que guarda en su garaje, que no son pocas, y de varios cientos de miles de dólares.
También sabíamos que tenía su propia empresa de motos, ARCH Motorcycles. Cuantificar lo motero que es alguien o no es difícil, pero en el caso del actor estadounidense lo tenemos bien claro: mucho. Así de claro lo ha dejado una de sus últimas entrevistas.
Keanu Reeves empezó a montar en moto tras una película que rodó en 1986
40 años de trabajo son los que el intérprete de John Wick o Matrix lleva a sus espaldas. El cine y la gran pantalla son su pasión. Pero si hay otro tema de conversación con el que a Keanu Reeves se le ponen los ojos como platos es cuando habla de motos. Su segundo amor, que tardó en llegar, pero lo hizo.
Desde que era un crío siempre soñó con dedicarse al cine, y lo acabó logrando en el 1986 con su primer debut cinematográfico gracias a "Youngblood". Sin embargo, su segunda juventud se remonta a 2011, momento en el que descubrió su segunda pasión y forma de disfrutar de la vida: las motos. Y no son palabras exageradas.
La culpa de que se metiese en esto de las motos fue una película, casi al mismo tiempo que debutó en el cine. Ya aprendió a montar de mayor, cuando en los años '80 tuvo que viajar hasta Alemania para practicar con ellas en Múnich antes de rodar una película. Dice que allí le picó el gusanillo, y el resto es historia. Por ejemplo ha pasado por España varias veces para ir de tandas en Jerez o Cheste.
Un gusanillo que le viene de lejos, cuando de niño, "cada verano las bandas de moteros venían a un lugar llamado Yorkville. Aquellas motos, aquellas personas, aquellos piratas creo que tocaron de lleno a ese niño de 10 años de alguna manera", explica el artista.
En 2011 dio un giro a su pasión. Un giro comercial, creando Arch Motorcycle, una empresa que creaba motos artesanales y personalizadas hasta los topes; solo para los más fanáticos y adinerados. Su precio es muy alto precio, pero también las prestaciones. Gard Hollinger fue su mano derecha en todo este proceso, después de un trabajo que le hizo a nivel personal para una Harley-Davidson a la que llamaron KRGT-1 en referencia a las iniciales de los cofundadores.
Hasta tal punto llega su afición que el actor dejó de firmar contratos millonarios de películas porque simplemente no le dejaban en moto, como reconocía en una entrevista: "En el pasado hubo contratos que decían que no podía montar en moto. Eres una activo y no quieren que te estrelles. Así que yo a veces hacía caso y otras no. Ups".
Perdía unos contratos, y ganaba otros. Muchas de esas motos que ha utilizado en rodajes han terminado quedándose en su garaje, como la Mark 2A Norton Commando del '73 que utilizó en Mi Idaho Privado: "He pasado muy buenos momentos con ella", y la guardó en el garaje. "¿Cuándo te conviertes en un coleccionista? ¿Cuando tienes más de una, más de dos o más de tres? ¿Es más de tres? Entonces apenas soy un coleccionista", se pregunta.
A lo largo de su carrera en el cine ha vuelto a subirse a muchas. Por ejemplo en Reacción en cadena o John Wick - Parabellum (2019). Sin embargo, una de las que más le llenó siempre ha sido la Ducati 998 que los de Borgo Panigale dedicaron una edición especial para la película .
"Es una moto espectacular, una moto preciosa. Ducati hizo una edición especial, en una especie de verde Matrix. [...] Carrie Anne Moss, que nunca había montado en moto en su vida, aprendió a montar una Ducati 998. ¡Guau!", rememora el actor.
Subirse a la moto es para él medicina: "Montar es realmente un gran lugar para pensar, para sentir, para escapar. Cuando no monto en moto paso por el síndrome de abstinencia, no es bueno para mi salud".