Mash Five Hundred, toma de contacto (características y conducción)

Después de haber pasado la tarde conociendo la gama de Mash en Madrid, hoy nos toca el turno de ponernos a los mandos de la nueva Mash Five Hundred. Toda una moto de 400 centímetros cúbicos con una estética elaborada y clase retro para quienes buscan un plus estético más allá de un scooter.

Una vez más y al igual que en el caso de las 125 cc a las 250 cc de las que hablábamos ayer la base se mantiene inalterada, guardando los principios estéticos de la marca para conseguir una moto con un tamaño ligeramente superior al resto de la gama pero con la misma parte ciclo sencilla, ligera y manejable.

Mash Five Hundred: lo bello de la sencillez

Hubo un tiempo en el que las motos eran bellas por su simpleza, en el que sólo teníamos palabras de elogios a las formas limpias y sosas en comparación con lo que se estila en la actualidad. Ahora las formas complejas llenas de ángulos nos hacen saborear los productos nacidos con el deseo de recuperar el espíritu clásico.

La Mash Five Hundred recurre a una parte ciclo compuesta por un chasis de tubo de acero al que se acoplan una horquilla telescópica convencional de funcionamiento hidráulico con un diámetro de 35 milímetros delante y un doble amortiguador detrás sin progresividad. No hay florituras técnicas más allá de su sistema de inyección Siemens que alimenta el motor y el arranque eléctrico que lo pone en marcha.

El propulsor sigue la línea sencilla del resto de la moto confiando la refrigeración de sus 397 centímetros cúbicos al intercambio de calor de sus aletines con el aire. Las cifras son modestas y no pretenden sorprender a nacie con 27 cv a 7.000 rpm y 3,5 kgm de par a 5.500 rpm.

Precisamente el motor de origen chino es el único punto que me chirría de la estética de la moto. No pega demasiado con el resto y se nota que no está fabricado con tanto cariño. Queda un poco como de pegote y teniendo en cuenta que siendo una clásica sin carenado ocupa buena parte de la zona central de la moto hubiera quedado de miedo un lacado en negro o gris oscuro y los álabes de refrigeración lijados.

Cuando te subes a la Mash Five Hundred si estás acostumbrado a cualquier otro vehículo de dos ruedas mínimamente grande como la Honda Integra de hace unas semanas te das cuenta de que existen motos de verdad con un tamaño realmente compacto pero que no por ello dejan de ser motos. La posición de conducción es verdaderamente cómoda. El asiento plano y bajo nos permite llegar al suelo con los dos pies sea cual sea nuestra talla. El mullido es realmente blandito y acogedor.

Las manos llegan con facilidad a un manillar elevado bastante próximo y que no tiene mucha distancia entre sus puntas. Todo un acierto, porque un manillar más ancho con una distancia entre ejes tan corta haría una moto excesivamente nerviosa.

Si dejamos caer las piernas verticalmente las generosas estriberas recubiertas en goma quedan un poco por delante de nuestras pantorrillas. La posición resultante es relajada y completamente desenfadada, pero maniobrando en parado tendremos que estar al loro de no pegarnos en las tibias.

Mash Five Hundrer: back to the past

Giramos el contacto, dejamos que se haga el precepivo chequeo de la inyección y tenemos dos opciones para arrancar: con el botón de arranque eléctrico o con el pedal de arranque clásico. Lo suyo es recurrir al botón mágico, en décimas de segundo el motor se pone en marcha sin esfuerzo. Pero si queremos quedar como verdaderos machos delante del público no hay nada como una contundente patada.

Ahora bien, menos mal que a mí no me vio nadie porque fui incapaz de ponerla en marcha con el pedal. Fue algo que me dolió en el corazoncito como usuario de motos de cross y supermotard. En verdad supongo que es cuestión de hacerse con el punto del monocilíndrico poco apretado, porque la baja compresión no nos impide hacer todo el recorrido de la palanca.

Con el motor ya en marcha no hay casi vibraciones al ralentí que desentonen y pese a la gran cantidad de piezas metálicas no se ve que ninguna se ponga a bailar al ritmo del cigüeñal. El sonido que sale por su doble escape es comedido y dulce como un suave ronroneo.

Tiramos de la maneta y engranamos la primera velocidad. Al soltar el embrague el tacto de la primera mitad es raro porque da como pequeños pasitos, como si no terminase de enganchar, pero en cuanto nos damos cuenta dejamos de usar las velocidades ultra-lentas para salir con viveza. Quizá tenga algo que ver con que la unidad probada no llegaba ni a los 90 kilómetros en el marcador y las piezas aún se tienen que ir conociendo.

Los primeros metros no son más que la confirmación de nuestras sospechas. La Mash Five Hundred es una moto dócil al máximo que permitirá a los nuevos usuarios de motocicletas de marchas atreverse a querer más de éste mundillo. Es extremadamente fácil de mover gracias a su ligereza y a la buena pisada de sus grandes ruedas.

Es tan fácil de mover que hasta se muestra juguetona rodando entre el tráfico. Puedes aprovechar su movilidad y su tamaño reducido para regatear entre los coches hasta que te canses. O hasta que llegues a tu destino habiéndote saltado todos los atascos.

A la hora de frenar necesitamos un pequeño periodo de adaptación porque el simple disco delantero frena menos de lo que cabría esperar para una moto de su contenido peso y tenemos que hacer un poco más de la fuerza habitual sobre una maneta derecha que además tiene un tacto ligeramente esponjoso.

El freno trasero de tambor cumple su función de apoyo y nunca está de más pedirle que nos eche un cable si se nos presenta cualquier imprevisto en nuestra trayectoria. No tiene tendencia a clavarse salvo que lo busquemos deliveradamente y su funcionamiento es bueno.

El tarado de las suspensiones vuelve a ser un acierto para los usuarios con poca experiencia o que simplemente buscan una solución de movilidad estilosa. Su regulación blandita favorece el confort y las reacciones en los desplazamientos urbanos superpoblados de resaltos y los desplazamientos cortos por las carreteras bacheadas/parcheadas/zanjeadas de Madrid.

Por su parte el doble amortiguador trasero me pareció mejor que la horquilla para el uso que va a tener la Five Hundred. Aun así ambos cumplen con su cometido de ofrecer un conjunto predecible y que sea capaz de mantener al piloto a salvo.

Pero más allá lo que tenemos en la Mash Five Hundred es un comportamiento ameno y divertido, nada de ser una moto estresante de la que tengas que andar pendiente de sus reacciones. Es capaz de girar en un palmo empujando el manillar contra el suelo y pese a sus contenidas cifras es capaz de ir mucho más rápido por ciudad que otras muchos motos infinitamente más potentes.

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