Honda es Honda, se suele decir. Y salvo contadas excepciones es la única marca capaz de hacer piruetas con los nuevos conceptos de moto que sacan al mercado. La predecesora de ésta Honda Integra que probamos esta semana fue la DN-01 que apareció en 2007. También era una moto automática pero poco tenía que ver, ni siquiera comparten transmisión, pero sirvió como laboratorio.
Aquella DN-01 fue una especie de bagger futurista poco entendida por el público aunque fue la que nos hizo pensar que hay formas de aunar las prestaciones de una moto con la comodidad de un scooter. La Honda Integra ha supuesto la integración de ambos conceptos de una manera mucho más armónica y funcional.
Honda Integra: una forma distinta de hacer las cosas
Antes de subirme sobre su amplio y bajo asiento trato de hacer un repaso sobre qué partes puedo identificar de moto y cuales de scooter. Por un lado las ruedas, llantas, frenos y suspensiones son inequívocamente de moto convencional. Incluso el tubo de escape. Por otro la forma de la pantalla, el escudo frontal y la plataforma para los pies podrían pertenecer a cualquier gran scooter del mercado.
El asiento en cambio es una especie de híbrido entre ambos con una parte delantera que cae, mucho mullido y una zona trasera más alta con dos asas y unas estriberas convencionales para el ocupante.
No os voy a engañar, me daba cierto respeto no saber cómo usar una de éstas Integra acostumbrado a motos muy convencionales. Ya sabéis, con sus embragues, sus palancas de cambio y sus estriberas. Pero la Honda te sabe cuidar desde el primer momento.
Te subes a ella y hay que ver, qué cómodo puede ser un asiento desde el primer contacto con la retaguardia. Protegido detrás de su pantalla transparente y del generoso escudo frontal empiezo a verla con otros ojos. Es menos bicho raro por momentos y más friendly de lo que me podía pensar.
La vergüenza inicial se va difuminando y tanteo el surtido de botones que encuentro ante mí, aunque en realidad no son tantos. Dentro de sus modernas y bien acabadas piñas de hecho sólo hay cuatro botones extraños. En la piña derecha tenemos un botón grande con las letras S, D y N de izquierda a derecha y otro que pone MT/AT. En la izquierda otros dos, un + y un -.
Éstos últimos no hace falta explicarlos demasiado, os podéis imaginar para qué son. Con ellos subimos o bajamos marchas en modo manual, modo que cambiamos con el botón MT/AT (manual y automático) de la piña derecha. Ahora nos decidimos a arrancar el motor y con un murmullo dulce y grave, de moto, se pone en marcha. Por defecto lo hace siempre en punto muerto (N), así que para arrancar con el pulsador grande de las tres letras cambiamos al modo D, el más tranquilo, para irnos conociendo despacio.
Ahora ésto tiene que funcionar como un scooter, así que damos gas y, oh, espera... es que también tiene freno de mano. La palanca está situada en el lado derecho del escudo. Desbloqueamos y damos gas suavemente para salir. El primer empuje es un poco brusco ahora que no estamos acostumbrados, pero después de dos semáforos ya no nos sorprende, de hecho si fuera más suave criticaríamos que es perezosa arrancando pero no, no lo es.
Éste modo D prima el consumo y la suavidad por encima de todo, así que los cambios de marcha los hace a un régimen bajo de revoluciones. Cambios que me hacen sentir raro en un principio porque, efectivamente, no los estoy metiendo yo, sino que es una centralita la que piensa cuándo cambiar. Seguramente al principio estaréis mosqueados porque cambia "cuando no debe", o más bien cuando vosotros no lo haríais, pero la Integra es lista y hay que dejarle hacer.
También hay que tener en cuenta, por ejemplo en mi caso, que según me bajé de la CBR me subí en la Integra. Estás acostumbrado a una cosa y te encuentras algo completamente distinto, pero distinto no quiere decir peor ni mucho menos. Me lo demostró en el primer atasco nada más intentar salir de Madrid. Las retenciones se ven de otra manera sin tener que preocuparte de hacer cambios de marcha ni tener que ir tirando de embrague.
El comportamiento sólo se puede definir de una forma: neutral. Acelera de forma predecible, casi eléctrica, se detiene con naturalidad sin grandes esfuerzos, es fácil de mover de un lado para otro y se siente ligera. De hecho, con esas medidas de ruedas pensé que se movería peor pero su bajo dentro de gravedad hace mucho bien en ciudad.
Por otra parte tuve una sensación muy extraña al principio, como iba muy pendiente de todos estos detalles, me di cuenta de que el cambio de doble embrague mete la marcha siguiente antes de realizar el cambio. Cuando aún estás en una velocidad escuchas cómo la transmisión prepara la siguiente y casi un segundo después hace el cambio en un escalonamiento perfecto, sin casi pérdidas de empuje apreciables.
Honda Integra: inteligencia artificial
Es curioso ver cómo en función de los requerimientos del puño el software cambia su comportamiento aun dentro del mismo modo. Si circulamos despacio, a punta de gas los cambios son tempranos, pero si abrimos el acelerador con ganas el ordenador permite que el motor suba más de vueltas.
Lo que no terminó de convencerme es el modo D, porque se comporta de una manera que quizá sea más próxima a los usuarios que vengan de un scooter y vean en la Integra su primera incursión en el mundo de las motos. Casi no retiene, empuja de forma ultra-suave y ofrece un funcionamiento muy plano, en cambio el modo S es otro cantar.
Con la S marcada en el cuadro de mandos digital el motor es más vivo, aprovecha más la banda de revoluciones y se muestra menos conservador al reducir en retenciones. Sea como fuere, al decelerar tendremos que entender que hay que tirar un poco más de frenos, incluso en el modo manual.
Saliendo por carretera abierta hay que reconocer que con su desarrollo pensado para no coger velocidades muy por encima de la legalidad y el cambio DCT sin pérdidas de empuje el motor cunde más de lo que podríamos pensar al principio. Pero también tendremos que conocer la moto si nos metemos en jardines que igual no proceden. Aquí deberíamos llevar el modo manual activado y ser nosotros los que hiciéramos los cambios siempre, porque es muy posible que al llegar a alguna curva con el modo automático activo entrásemos muuuuuy largos por la falta de retención.
La Integra no es una deportiva, ni siquiera pretende ser una moto al uso, pero es una opción más que digna para salir a hacerse una ruta sin grandes aspiraciones. Su comportamiento, obviando el tema de la transmisión, se aproxima mucho al de una moto y lo que más puede rechinar en todo caso es la posición de conducción. Ir a hacer curvas en una postura tan cómoda puede ser extraño.
¿Moto o scooter? De momento la veo más como un scooter, incluso he podido parar a comprar algo de cena y guardarlo bajo el asiento.
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