Prueba de la Yamaha X-City 125 (2/4)

El mayor inconveniente de la X-City lo encontramos cuando abrimos el asiento. Debajo un amplio hueco parece esperarnos dispuesto a que lo llenemos con el casco, bolsas y cazadora, pero su extraña forma no nos ha permitido ni siquiera dejar un casco de tipo jet en su interior. Se trata de un hueco grande pero demasiado plano, con poca profundidad. Por ello cuando intentamos cerrar el asiento con un casco dentro y a pesar de la forma cóncava de la parte interior del asiento, la maniobra se tornará imposible a no ser que el casco sea de dimensiones diminutas, algo cada vez menos habitual hoy en día. El casco integral se convertirá por tanto en nuestro inseparable compañero allá dónde vayamos.

A los lados del asiento, dos prácticas asas de color gris permiten al pasajero agarrarse cuando llegan las curvas y facilitan la maniobra de subir la moto al caballete central. Además de éste, la X-City 125 dispone de una práctica pata lateral que detiene el funcionamiento del motor cuando está puesta.

La parte trasera de la moto destaca por la sencillez que marcan los dos focos situados en los extremos dándole un aspecto muy semejante al de su hermana la X-Max.

RODAR CON LA X-CITY

En cuanto ponemos en marcha la X-City, lo primero que notamos es que el pequeño motor del octavo de litro casi no hace ningún ruido y hace que la moto en parado vibre muy poco. En cuanto le damos gas la moto reacciona de forma rápida, casi instantánea. Sin duda es el motor de 125 con más bajos que he probado y es que en los semáforos pocas motos nos ganarán en salida.

El motor estira mucho y sube de vueltas de forma rápida gracias a los 10,76 Kw de potencia que desarrolla. Para alcanzar esta potencia máxima debemos estirar el motor hasta alcanzar las 8.750 revoluciones por minuto, momento en el que además entregará los 11,7 Nm de par. Además los solo 159 kilos de peso del conjunto hacen de la X-City una moto muy ágil para moverse entre los coches.

A la hora de afrontar las curvas, la llanta delantera de 16 pulgadas y la trasera de 15 unidas al doble amortiguador trasero y a la rígida horquilla telescópica delantera forman un conjunto perfecto para trazarlas a un ritmo rápido sin tener que preocuparnos más que por mantener la trayectoria deseada. Eso si, estas suspensiones tan firmes también penalizan un poco cuando nos encontramos un bache ante nosotros, ya sentiremos en los brazos y la espalda hasta la más mínima imperfección de la carretera. Esto se acentúa cuando rodamos con un pasajero en el asiento trasero, ya que los recorridos de las suspensiones se reducen considerablemente haciendo que la trasera parezca casi rígida.

Continuará...

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