Medio siglo después de que Royal Enfield desterrase los motores bicilíndricos, una nueva generación de propulsores de dos cilindros en paralelo ha irrumpido en la ancestral firma de origen británico con una pareja de modelos a cada cual más atractivo.
Las Royal Enfield Continental GT 650 y Royal Enfield Interceptor INT 650 son una dupla de motos naked de corte clásico que encarnan a la perfección las tendencias retro, dejando a un lado las concesiones a la modernidad para ceñirse al aspecto más puro de las café racer.
Royal Enfield saca la artillería bicilíndrica para 2019
El motor es un bicilíndrico en paralelo de 650 centímetros cúbicos de carácter amable con una potencia máxima de 47 CV y un par motor de 52 Nm disponible desde 2.500 revoluciones. Estos datos la colocan como una moto apta para ser conducida con el carnet A2 sin necesidad de limitación.
El chasis ha sido diseñado y elaborado por Harris Performance, una empresa especialista en bastidores que fue recientemente adquirida por Royal Enfield. El resultado es un chasis tubular de acero, sencillo, relativamente ligero y con un tamaño contenido que deja un conjunto ágil y que en consonancia con el motor crea una base sobre la que desarrollar dos motos diferentes, cada una con un carácter propio.
Con 117 años de producción a sus espaldas, Royal Enfield ha desarrollado una nueva planta motriz para mover a sus inequívocamente añejas motos de estilo británico de segunda mitad del siglo XX.
Las Royal Enfield Continental GT 650 son el plato fuerte de esta nueva saga, con una estética de corte deportivo que pese a tener similitudes con los modelos conocidos hasta ahora se han rediseñado por completo en el Centro Tecnológico de Bruntingthorpe en Reino Unido.
Su carácter más aspiracional se refleja en un asiento con posibilidad de convertirse en monoplaza, un depósito de acero esculpido, las estriberas retrasadas y unos semimanillares anclados a las barras de la horquilla para una conducción animada, más al ataque que su hermana.
La Royal Enfield Interceptor INT 650 en cambio luce un estilo más de estilo roadster, equipada con un manillar de doble altura o una postura más relajada sobre su largo y ancho asiento plano que termina en un asa metálica para el pasajero.
Los detalles pueblan ambos modelos como el tapón del depósito estilo Monza, los motores refrigerados por aire/aceite con esos marcados aletines, los megáfonos de escape por cada lado, las llantas de radios o las suspensiones convencionales con fuelles en la horquilla delantera o el sugerente doble amortiguador trasero.
Como era de esperar, Royal Enfield dispone de infinidad de accesorios originales para personalizar cada uno de los modelos ya sea a nivel estético o funcional, además de una extensa oferta de prendas para vestir a juego con estos icónicos modelos.