Hoy todo son caras largas en el garaje de fábrica de Yamaha. No es para menos, porque después de que sus dos pilotos oficiales hayan tenido que pasar por la Q1, Valentino Rossi ha acabado en una tristísima décimo octava posición y Maverick Viñales décimo cuarto tras una sanción de tres posiciones por haber molestado a Bradley Smith en la Q1.
MotorLand Aragón es una pista en la que tradicionalmente las Yamaha no funcionan bien. Es un trazado que les gusta a las características de Ducati pero especialmente a Marc Márquez, pero lo cierto es que con los resultados de hoy en la mano no hay por dónde coger la situación.
Crisis inexcusable en Yamaha
Ya no importa que Yamaha no gane una carrera desde el Gran Premio de los Países Bajos de 2017 hace 22 carreras, no importan la ausencia de poles ni la escasez de podios; lo que importa es que lejos de ir evolucionando con el paso de la temporada los resultados van a peor.
El cúmulo de problemas que Yamaha lleva arrastrando desde esta pretemporada está creando una bola de nieve cada vez más grande y bajo la que toda la estructura de Iwata está quedando sepultada. Primero los neumáticos no les favorecían en 2017, luego el motor no era el apropiado a principios de esta temporada y posteriormente fue una electrónica que no se entendía con el resto de la moto.
Hoy no hay excusas. Es imperdonable para una escuadra del tamaño de Movistar Yamaha MotoGP que nos encontremos en la tabla por encima de Maverick Viñales nombres como Petrucci, Bautista, Miller, Nakagami o Morbidelli. Peor aún, Aleix Espargaró, Smith, Zarco y Abraham están por delante de Valentino Rossi.
En este caso Viñales ha atribuido el fiasco de la Q2 a un sensor roto que le ha impedido a la electrónica trabajar: "No tenía control de tracción ni antiwheelie... no llevaba nada. Por suerte no he hecho una volada espectacular. Lo importante es salir bien mañana y ser fuertes a final de carrera".
El sensor roto explicaría el mal rendimiento en la Q2, pero no el de la Q1 por lo que es difícil entender la sonrisa de Viñales después de quitarse el mono de cuero. Aún con el mal resultado y la sanción, el 25 asegura que en la FP4 tenía ritmo y sacó uno de sus mejores pilotajes de la temporada, pero mañana se reparten puntos y en esta situación es difícil imaginar que Mack tenga mañana después de la carrera esa misma sonrisa.
Al ser preguntado por la situación en el garaje, con el décimo octavo puesto de Rossi, Viñales aseguró que "es lo que hay. La moto funciona así ahora y tenemos que lidiar con ello. Tenemos que afrontarlo de la mejor manera posible. El próximo año asusta, porque tenemos mucho trabajo".
Y es que bajo esa risa nerviosa, a Maverick se le ha vuelto a ver preocupado pese a que dice tomarse las cosas de otra manera. La ausencia de resultados ha convertido en insostenible la relación de Viñales con Ramón Forcada hasta el punto de que el jefe técnico del español ha sido oficiosamente despedido y Yamaha le reubicará el año que viene como director técnico de Franco Morbidelli en la escuadra satélite de Iwata.
Hoy Maverick ha asegurado que su equipo está trabajando bien, que se están esforzando y que están motivados, pero que es en fábrica donde está costando. Viñales de nuevo lanza balones fuera, pero ya se le están acabando los balones en esta escalada de búsqueda de culpables que se inició con los neumáticos y ahora alcanza a la propia fábrica que le paga el sueldo.
Algo más que un problema de resultados
El derrotismo se ha instalado en el garaje de Yamaha y 2018 es la temporada perdida. Lo asumen y ya están pensando en 2019, pero saben que con mejorar un poco no les vale para meterse de nuevo en la pelea contra la mejor Ducati de la historia y el binomio Márquez-Honda que el año que viene será un trinomio con Lorenzo.
Las expectativas no son buenas y menos aún si tenemos en cuenta que en Yamaha hay cierto temor al año que viene. No sólo por quienes hoy en día son sus competidores, sino porque si Suzuki, Aprilia o KTM consiguen evolucionar sus prototipos y ellos siguen perdidos en un mar de dudas, Yamaha estará sumida en un pozo de desaliento y aún más abajo en la tabla de puntos.
Hace poco más de un mes después de la clasificación del Gran Premio de Austria donde Viñales acabó undécimo y Rossi décimo cuarto, Kouji Tsuya (mandamás técnico de Yamaha en MotoGP) salió a pedir perdón públicamente a sus pilotos. A su entender Yamaha no estaba ofreciendo a sus pilotos la moto apropiada para que fueran rápidos.
Hoy han sido aún más lentos, pero nadie ha pedido perdón. Las carreras sin ganar y las malas clasificaciones son lo de menos, la preocupación son las que quedan hasta encontrar una solución.