El mítico circuito de Laguna Seca atraviesa uno de sus momentos más delicados. Tanto que podría verse obligado a cesar su actividad. Una asociación de vecinos de la zona está muy enfadada por los ruidos y la contaminación que genera el circuito, y han emprendido la vía legal para cerrarlo.
Lo más tremendo es que los vecinos se hicieron sus casas en el entorno de Laguna Seca mucho después de que el circuito ya estuviese construido y funcionando. Ahora el condado de Monterrey hará todo lo posible para evitar que por el capricho de los vecinos se vaya al garete uno de sus principales motores económicos.
Laguna Seca está en una situación similar a la del Jarama madrileño
'Coalición de la Carretera 68'. Ese es el nombre de la asociación de vecinos que quiere acabar con el circuito de Laguna Seca. Son una serie de personas que construyeron sus casas precisamente en la carretera 68, aledaña al circuito, y ahora están disgustados por los ruidos y la contaminación que produce.
Concretamente, los vecinos se quejan de que Laguna Seca incumple con la normativa medioambiental, acusando al circuito de hacer vertidos de arsénico a través de su alcantarillado. Además, también se quejan de que se superan los límites de ruido, ya que según ellos Laguna Seca ha aumentado radicalmente su actividad.
Lo que piden los vecinos no es el cierre del circuito, pero sí una reducción de su actividad tan drástica que haría que Laguna Seca fuese insostenible económicamente. En concreto, los vecinos quieren que la actividad del circuito vuelva a niveles de 1985, cuando se estableció la ley de ruidos en el estado.
Lo más llamativo es que los vecinos llegaron a la zona mucho más tarde que el circuito. Laguna Seca fue construido en 1957 prácticamente en mitad de la nada. Fue precisamente la prosperidad del circuito lo que hizo crecer negocios y residencias a su alrededor, y ahora estos mismos quieren acabar con el circuito.
Por supuesto, el condado de Monterrey, en el que se encuentra Laguna Seca, ya ha anunciado que se defenderá judicialmente a un circuito que es uno de los principales motores económicos de la zona. Y es que solo el año pasado dejó casi 250 millones de dólares en la región. Un negocio demasiado grande para que lo trunquen unos vecinos que eligieron mal donde vivir.
Aunque hace tiempo que no aparece por el mundial, Laguna Seca y su Sacachorchos siguen siendo historia viva de MotoGP y Superbikes. Por muchos años más.