Cambiar algo para que nada cambie. Es el secreto mejor guardado por todos los deportistas que han conseguido perdurar en el tiempo al máximo rendimiento. Un ejercicio de humildad solo al alcance de los que pueden mantener la mente fría en mitad del barullo de fama y lujos. Y eso es precisamente lo que ha hecho Marc Márquez.
La grave lesión que se produjo en Jerez 2020 ocultó debajo de la alfombra un punto clave en toda la época de sufrimiento del '93': el estilo de pilotaje de Marc Márquez se había quedado desfasado para el MotoGP actual. Sin remilgos, Márquez se ha reinventado en su nueva etapa con Ducati para iniciar una metamorfosis que culminó en Misano.
Márquez ha conseguido ser rápido también con un estilo suave que gusta más a este Michelin
"No parece Marc Márquez". Fueron palabras de Dani Pedrosa durante la retransmisión en DAZN del Gran Premio de San Marino. Y no eran una crítica, sino un elogio. Pedrosa estaba plasmando cómo Marc Márquez ha enterrado su viejo estilo salvaje, aquel que alguno apodo con buen tino como "rodeo", para dejar florecer algo nuevo.
Aquella maldita lesión de Jerez lo ocultó todo. Fue un señuelo que hizo olvidar a demasiada gente que algo todavía más importante había ocurrido en MotoGP: Michelin cambió sus neumáticos, los hizo más anchos y con mucho más soporte, y eso mataba el estilo de pilotaje salvaje y bendecía el paso por curva.
Dicho de otro modo, eran unos neumáticos lorenzistas, para estilos suaves como los de Fabio Quartararo o Pecco Bagnaia, y para motos con buen paso por curva como las Suzuki y Yamaha con sus cuatro en línea primero, o como la Ducati con su sobredosis de aerodinámica en la actualidad. Por eso, incluso recuperado, Márquez ya no podía marcar diferencias con la Honda.
El camino que ha emprendido Márquez en este 2024 es heroico. Ha cambiado por completo su estilo de pilotaje. Mantiene fortalezas clásicas como la entrada en curva, los cambios de dirección o las curvas a izquierdas, pero ahora lo hace suave, delicado, sin movimientos bruscos. Se ha ido de un extremo al contrario en su estilo de pilotaje. Y le está saliendo.
MotorLand y su pista deslizante no cuentan para nada salvo para los puntos de la general, que no es poco. Pero Misano fue la consagración de la metamorfosis de Márquez. Con agarre, en una pista en la que se batían récords del circuito, Márquez fue el más rápido de todos. Y lo hizo suave, enterrando su viejo estilo salvaje que ya casi nunca más valdrá.
Quizá sea demasiado tarde para luchar por este mundial, pero Márquez ha construido este año el pilar más importante para la reconquista de MotoGP.