90 años no se cumplen todos los días. Y en España, la fábrica de Michelin en Lasarte los acaba de cumplir. La industria nacional es importante, un par de datos: más de 9.000 personas han trabajo allí en estos casi 100 años (490 ahora), y supone una de las fábricas más importantes de toda España.
En esta joya oculta a unos kilómetros de San Sebastián se fabrican las gomas Michelin que prácticamente verás en todas las motos de Europa y América del Norte, pero también otras zonas de Asia. Hasta en competición.
Nos colamos en la fábrica de Michelin
Cuando hablamos de marcas de neumáticos de motos, una de las primeras que inmediatamente se nos viene a la cabeza es Michelin. Y puede que ahora con más motivo todavía, porque los franceses llevan instalados en Lasarte, a 10 kilómetros de San Sebastián, desde hace 90 años. Y es ahí donde surge la magia que te pega como una lapa al asfalto cuando vas en moto.
En 1932 Michelin se asentó en Lasarte, no muchos años después de su nacimiento en Clermont-Ferrand con los hermanos Édouard y André Michelin en 1889. Era una estrategia bárbara: cerca de puertos y con buena comunicación con la capital y el resto de carreteras que divergen hacia Europa.
Con el paso de los años, Michelin empezó a divergir. Vale que su primer neumático que salió de la fábrica fue de coche, pero ahora, de allí salen y hacia toda Europa y América del Norte (90%), prácticamente la vasta mayoría de los neumáticos de moto. Y la hemos conocido a fondo.
Michelin trabaja con otras plantas de neumáticos en Serbia, Tailandia y Brasil. Pero Lasarte es su particular joya; la que más producción tiene. En concreto, 12.000 toneladas de gomas al año para calzar motos de calle y de competición. Solo hay una excepción: allí no se hacen los de MotoGP, sino en Francia. El resto, sí.
Para semejante cantidad de gomas no hay descanso (sí para los empleados), por eso se trabaja a turnos. La marca del Bibendum es todo un centro tecnológico. En la última década han modernizado las operaciones hasta el punto de que el operario ya no es tan operario, sino un "gestor".
Los carretilleros ya son testimoniales. En su lugar la fábrica está comandada por los AGV (vehículos autoguiados), fabricados por una empresa de Burgos. Aquello parece una autopista de máquinas moviéndose autónomamente mediante circuitos, y eso facilita mucho la vida a los trabajadores. Piden el material que necesitan, y en unos minutos les llega.
El 95% de todos los materiales que utilizan los fabrican en la propia planta. Los 15 AGV que transitan a sus anchas por la máquina mueven de un lugar a otro los tejidos de la goma. Una vez cortados, se le da forma de la goma con distintas máquinas y procesos, y dependiendo del tipo de goma y anchura, se le da una forma u otra.
La vulcanización consiste en crear la forma final del neumático, y en él la carcasa se introduce en un molde, aplicando una calor y presión determinadas (aquí cada marca tiene su propia receta del éxito). De esta manera, el neumático forma sus propiedades.
A lo largo de diversas fases, va tomando forma hasta llegar a la que se le aplica la banda de rodadura con su correspondiente dibujo que es la que proporciona esa tracción y el agarre.
El paso final es la inspección del neumático. Y sorprendentemente, aquí no hay máquina que sustituya al ojo humano. Cada uno de los neumáticos pasa por la mano de un operario experto, y lo revisa concienzudamente. Tras el visto bueno, se empaquetan, etiquetan... Y a tu moto.