La Driver and Vehicle Standards Agency (DVSA), algo así como una organización oficial que vela por la seguridad de los conductores de todo tipo de vehículos en las islas británicas ha realizado una propuesta para mejorar la formación de los motoristas en carretera. El objetivo es que gracias a una mejor formación los accidentes con heridos y víctimas mortales ligadas al mundo de las dos ruedas se reduzcan de manera notable.
Para conseguirlo han lanzado algunos cambios que de aprobarse, quizá en un futuro puedan afectar a toda la Unión Europea (aunque claro, con esto del Brexit...). La solicitud ha sido vista con buenos ojos por la Motorcycle Industry Association (MCIA, el equivalente a ANESDOR en España) y se centra en tres requisitos previos para la obtención de los nuevos carnets de moto: exámenes más exhaustivos, un mejor entrenamiento y una mejora en la calidad de los formadores y los contenidos.
Motoristas más formados = motoristas más seguros
Entre las medidas más destacadas podemos comentar la inclusión de un nuevo examen que podría requerirse después de la concesión de la licencia, a modo de recuerdo para asegurarse de que los motoristas no se olvidan de la parte teórica. Además, se ha sugerido que si un motorista en fase de "novato" es sancionado con la retirada de seis puntos de carnet pierda la licencia, penalizando así a los motoristas descuidados.
Un punto que sí parece interesante es el de crear un nuevo carnet específico para conductores de scooter. Aunque tengan dos ruedas y funcionen de forma relativamente similar a una motocicleta de marchas, los scooter son vehículos diferentes, más sencillos, se usan en un entorno casi únicamente urbano y, por lo general, son menos potentes. Una formación específica siempre es productiva.
Dentro de la formación genérica para los aspirantes a motoristas, la DVSA también quiere que la formación en sí misma se mejore reduciendo el volumen de contenidos formativos pero mejor enfocados. Así quieren que durante la fase de instrucción se haga especial hincapié en la importancia del equipamiento, formación teórica específica, clases de maniobras mejor diseñadas y un aumento de las prácticas de circulación en carretera.
Todo esto iría de la mano con una mejora sustancial en el perfil de los formadores, quienes no sólo deberán enseñar a aprobar un examen sino también a ser unos mejores motoristas, así como un mayor control sobre las autoescuelas para ver si los alumnos están recibiendo la formación que necesitan.
Habría que analizar cuál será el impacto económico para los motoristas del futuro, pero si el resultado es una mejora sustancial en la seguridad y una disminución notable en el número de accidentes, casi cualquier cifra parece poca.