Oriente Medio no es el mejor lugar para buscar la igualdad entre géneros. Ser mujer no es nada fácil en Arabia Saudí y una de las prohibiciones fundamentalistas que se ciñen sobre el género femenino es la de no poder montar en moto. Por suerte para las residentes en el país islámico este baneo se va a levantar y las mujeres podrán volver a conducir motocicletas.
Por si no lo sabías, no en todo el mundo las mujeres pueden llevar motos, de hecho hace bastante poco contábamos que dos mujeres fueron arrestadas en Irán por montar en moto, aunque en realidad el problema de aquella ocasión fue que lo hicieron rodeadas de hombres en una actitud impropia, sin comportarse de la manera que se espera de una mujer... según la sharía.
Verano de 2018: primeras licencias para mujeres desde 1957
A partir del mes de junio de 2018 una reforma normativa acogida por el Rey Salmán bin Abdulaziz llevará a la Dirección General de Tráfico de Arabia a permitir que las mujeres puedan volver a conducir coches, camiones y, también, motocicletas en un gesto por rebajar el perfil represivo de su gobierno.
El Decreto por el que se modificará la ley de tráfico intenta devolver la igualdad al menos en materia de tráfico, aunque por otro lado, las conductoras que se vean involucradas en un accidente de tráfico o incumplan la normativa de circulación serán procesadas a través de centros específicos en los que todo el personal serán mujeres. Es su forma de entender la igualdad.
La iniciativa viene a unirse a otras tomadas en el mismo sentido en un intento de alejar el foco de la represión y las críticas al país islámico sobre la represión de derechos en general y sobre la represión hacia el género femenino en particular. A partir de este verano al menos podrán entrar en tres estadios deportivos y podrán ir al cine.
Oriente, tú antes molabas
En realidad Oriente no era así de radical en lo que se refiere a los derechos de las mujeres. Hasta 1979 eran países bastante occidentalizados en cuanto al estilo de vida y al trato que las féminas recibían. Sí, tenían sus cosas religiosas y culturales, pero simplemente basta con echar un vistazo a su vestimenta en los años 70 para darse cuenta de que han caminado en la dirección equivocada.
Podían hacer vida como cualquier mujer podría hacerla en occidente cuatro décadas atrás (o al menos hacerlo de manera opcional puesto que el velo no era obligatorio), hasta que la excesiva occidentalización fue la excusa suficiente para que el populismo recogiera toda la ira de la sociedad y la canalizase en forma de la revolución islámica, desatada el 8 de septiembre de 1978 tras convertir el gobierno la disolución de una manifestación en una masacre.
Esta reestructuración encabezada por el Ayatolá Jomeini convirtió una preocupación social, económica y política en una debacle contra cualquier cosa que tuviera cierto olor occidental, incluida la libertad de culto, la libertad de expresión y otros muchos derechos por el camino, incluidos los derechos de las mujeres.
La sharía reinterpretó el Corán y se convirtió en la manera de controlar a toda la sociedad de Oriente Medio de manera represiva e implacable, hasta el punto de no haber derecho a defensa en un juicio, existir la pena de muerte y las detenciones por que sí.
Poco a poco Oriente se va permeabilizando a las críticas y se deja influir por el sentido común, especialmente a través de la movilización ciudadana y un pueblo consciente de la globalización que cree que sus normas les dejan a ellos mismos en mal lugar. A partir de ahora esperemos que los gobernantes sigan dando pasos, pero esta vez en la dirección apropiada.