MV Agusta Brutale 1090 RR, prueba (conducción en ciudad y carretera)

Como os decía ayer, para la prueba de la MV Agusta Brutale 1090 RR no contamos con ninguna unidad cedida de un concesionario ni por la propia marca sino que fue su propietario, José Luis, uno de nuestros lectores quien amablemente me la cedió. Fue la misma persona que hace tiempo nos dejo también su por aquel entonces Honda CB1000R para que también la catase en estas páginas. O tiene una gran confianza en mi o no se yo….

MV Agusta Brutale 1090 RR, por ciudad lo justito para salir de ella

Ya me había avisado: por ciudad es un poco brusca aunque la han mejorado respecto a la versión anterior. ¡Un poco brusca! ¡Entonces cómo sería la antigua! He de reconocer que la MV Agusta Brutale 1090 RR se encuentra completamente enjaulada en la urbe. Ni ella disfruta ni tu lo harás sobre su asiento.

Lo primero que notamos es que es muy brusca en el primer golpe de gas. Vas abriendo suavemente el puño de gas continuar la marcha y no pasa nada, no pasa nada… ¡PAM! De repente tienes una patada de unos cuantos caballos que te hace salir catapultado hacia adelante. Pasa solo en primera y segunda pero la verdad es que es muy incómodo.

Luego, una vez que ya vas a 30 km/h por ejemplo, puedes circular cómodamente en tercera o cuarta y ya no tienes ese problema. Si por ciudad cambias la curva de potencia a lluvia, la cosa mejora bastante y se vuelve mucho más dócil aunque todavía es extremadamente brusca comparada con cualquier otra moto.

No hace falta que os diga nada sobre frenos y demás me imagino. Potencia hasta decir basta pero superprogresivos en su primera parte del recorrido por lo que no nos llevaremos ningún tipo de susto. En cuanto al diámetro de giro es muy escaso y para aparcar habrá que hacer un par de maniobras más de las que teníamos pensado si no andamos con ojo o estamos acostumbrados. Ojito al pasar entre los coches porque podemos hacer tope de dirección con facilidad.

Y hablando de circular entre los coches. Poder se puede pero olvidaros de mirar por los retrovisores para hacer los cambios de carril. Existen pero no sirven para nada, ni en ciudad ni en carretera. Casi no se pueden regular, están bajos y son pequeños. Para ver algo habrá que hacer contorsionismo con la cabeza y aun así no veréis gran cosa. Están porque tienen que estar para circular por carretera pero nada mas.

Su sonido es ronco, grave. Se nota que la bestia de la MV Agusta Brutale 1090 RR se siente encerrada entre las calles y lo primero que intenta escapar es su aullido de dolor hacia el cielo. Por ello no tenía más remedio que tomar rumbo a carreteras de curvas. Era hora de disfrutar.

MV Agusta Brutale 1090 RR, la bestia se desata en carretera

Zona de curvas. Sin ningún coche a la vista. Curva de potencia en sport y control de tracción en ocho porque la carretera en esta época ya presenta humedades y no es de recibo siniestrar la moto de un colega. Abrimos a fondo en segunda y de repente, todo empieza a pasar rápido, muy rápido.

El ronco sonido se convierte en un aullido por encima de las 8.000 vueltas y a 10.000 explota el motor. Sientes que la MV Agusta Brutale 1090 RR te quiere arrancar los brazos de los hombros e irse con ellos dejándote a ti solo en la carretera sentado pero te aferras a ella. Al fin y al cabo, es tu vida la que está en juego.

Tercera, ni te atreves a mirar hacia el cuadro, sólo has estado atento a la luz parpadeante que te indica el cambio de marcha. Lo has hecho y la siguiente velocidad ha entrado con un leve recorrido de la palanca, duro pero con un tacto que sabes que ni en dos millones de cambios harás uno incorrecto.

Hay que cortar porque ya no vas a la curva, la curva viene hacia a ti. Lo haces y notas que el motor retiene un montón para ser tetracilíndrico. Está igual de comprimido que las tuercas de un submarino y ya sin carga, el motor te ayuda a moderar la marcha.

Sabes que cuentas con unos magníficos frenos y la curva que vas a trazar has pasado por ella en un millón de ocasiones. Esperas, un poco más, todavía no… ¡Ahora! Te gritas, y aplicas presión con un dedo, como a ti te gusta. Acaricias levemente el freno trasero y bajas una marcha. Sientes el embrague antirrebote hacer su trabajo de una forma magnífica, dejando serpentear la parte trasera pero sin que se descoloque en ningún momento.

Al igual que hace un momento te esforzabas en no quedarte en tierra, ahora lo haces para no salir catapultado por delante del manillar. Haces fuerza con las rodillas contra el tanque y con las muñecas contra el manillar. Aplicas un poco más de fuerza sobre el freno y lo sueltas. Inmediatamente la moto se ha lanzado como un caníbal para devorar la curva.

Entras como una tabla. Que se de por muerta la curva porque has apuntado con ella con la rueda delantera y su trazada no se desviará ni un ápice. Se siente muy rígida de delante, notas todo lo que pisa la rueda y te apiadas del alma de la hormiga que estaba cruzando y has pisado sin querer.

Ya ves la salida de la curva y te preparas para abrir gas. Solo un hilo, que entra un pelo brusco pero tampoco te pilla por sorpresa. Esperas un poco más mientras abres otro poco y por fin abres gas, con contundencia. Sorprendentemente y a pesar de ser noviembre y el asfalto estar frío, la MV Agusta Brutale 1090 RR tracciona muy bien, incluso con el control de tracción al ocho.

Un control de tracción que he notado que está ahí para cuando realmente importa. No salta porque sí, para que sepas que está sino que espera a que la situación se te haya escapado de las manos y te ayuda. Tal y como debe hacer una ayuda en una moto deportiva.

De nuevo repites la secuencia pero ahora viene una enlazada. Tienes ganas de saborear esas llantas de aluminio forjado, ligeras, y que te permitirán cambiar la moto de un lado a otro en un suspiro. Y así es, es siente vacía y te das cuenta que casi te has pasado haciendo el cambio de dirección. Esto no es un scooter, lento y perezoso. Aquí estas sentado sobre la rueda de delante y como tal, el movimiento del cerebro ya sirve para hacer la siguiente curva.

Nos detenemos a un lado. Temblando. Ya llevamos unos cuantos kilómetros pero su motor no deja de sorprendernos. El ha acabado con nosotros antes de que nosotros con él. No hemos encontrado suficiente carretera para él. Es un motor que disfrutaría como un enano en un circuito, fundiéndose a alguna R que miraría de reojo sorprendido cómo un chalado sobre una moto sin carenado puede ir tan rápido.

Es hora de seguir por carretera con la MV Agusta Brutale 1090 RR, pero esta parte no os la contaré. Se quedará en mí cerebro, en mis recuerdos, para disfrute personal como se suele decir en mis sueños más húmedos. Si alguna vez coincidimos, quizás os lo cuente frente a una Coca-Cola pero mientras tanto, tendrás que hacerte una idea y mañana venirte conmigo a hacer un tramo por autopista.

Continuará…

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