De pene a mariposa. La metamorfosis fálica en animal es, de repente, un trabajo al que los aficionados al Tour de Francia a pie de carretera han obligado a la organización de 'La Grande Boucle'.
Así que hay dos hombres haciendo de avanzadilla a contracorriente a las bicicletas y protagonistas del Tour de Francia. Su trabajo es ir borrando o repintando los penes, según les convenga. Son Patrick Dancoisne y Joël Gautriand, y literalmente son unos artistas de la deconstrucción.
Su biblia es el 'roadbook' del Tour, y su arma, la brocha gorda
No nos engañemos; ningún gran organizador quiere que en la pantalla de la televisión de cualquier casa se retransmita un pene gigante pintado de blanco. Por X o por Y está mal visto, y socava la imagen de deporte popular, amigable y para toda la familia (incluidos los niños) que es el ciclismo. Más el Tour, símbolo de referencia mundial.
Y en el Tour de Francia los aficionados tienen la tradición y mala costumbre de pintar y repintar falos prácticamente cada poco kilómetros. La organización no quiere insinuaciones sexuales en un evento transmitido a 190 países a través de 100 canales.
Así que el Tour de Francia ha tenido que contratar única y exclusivamente a dos personas para mantener las carreteras y borrar penes. Son 'les effaceurs' o, en nuestro idioma, los borradores. Técnicamente trabajan para Doublet, que es la empresa que se encarga de montar y desmontar las vallas publicitarias a lo largo del recorrido desde 2002 en el Tour.
Patrick y Joël trabajan a contrarreloj, y un pene en la televisión es una gran derrota: "No siempre se puede conseguir todo", dice uno de ellos a Rouleur. De hecho, ya han salido en varias ocasiones, borrándolos al límite.
Su jornada empieza pronto, a las 6:30 de la mañana. Aunque no van en bici, tienen que recorrer los mismos kilómetros que los ciclistas, pero en furgoneta, con chalecos y cargados de pintura. El tiempo apremia, y los penes, esperan sobre el asfalto. La media de cada etapa es de entre 100 y 200 kilómetros, y trabajan de avanzadilla para ya sabemos qué.
"Vamos, vamos", gruñe el galo mientras baja de la furgoneta, bote de pintura en mano. Esa es otra, porque van cargados con 350 litros de pintura al agua durante todo el Tour. Curiosa y legalmente, contradicen a las propias leyes francesas, que dicen que está prohibido dibujar en la vía pública. Pero es por una buena causa: tapar formas fálicas.
Los amantes de las pinturas contraatacan, y pintan en innumerables ocasiones el asfalto galo con penes. Es por ello que los dos hombres recorren en furgoneta toda la etapa en sentido inverso una primera vez, y luego dan la vuelta para regresar por el mismo camino y enfrentarse alas pintadas otra vez. Solo tienen 90 minutos antes de que pase el pelotón de ciclistas, así que van apurados.
Su biblia es el 'roadbook' del Tour, y su arma, la brocha gorda. Uno conduce y el otro va cantando los puntos de cada etapa y el calendario. A medida que van pasando, avisan: "Chicos, veréis un montón de pollas". Y no falla, cada 100 metros hay una. De todos los colores y formas imaginables.
Bote de pintura en mano, estos hombres van uno por uno. En el mejor de los casos, los borran. En el peor, tiran de imaginación para transformarlos en otros animales como mariposas u osos. Según la fisionomía, se reinventan constantemente, aunque ya están acostumbrados. "Transformamos todo lo que podemos", dice uno de ellos.