Lo primero que llama la atención según te subes es la postura de conducción, idéntica a la de una moto de motocross; y es que después de todo, en esencia, no deja de ser esto. El tacto del embrague es extremadamente suave, parece que no existiese conexión entre los discos y la maneta. Esta es una de las característica del embrague antirebote tipo APTC y que facilita mucho los cambios de marcha y evita que se te canse la mano izquierda en exceso.
Pulsamos el botón de arranque y en menos de un segundo ya tenemos el monocilíndrico girando al ralentí. Primera y nos ponemos en marcha ayudados por un poco de gas. La moto inmediatamente hace lo que le insinuamos. Prácticamente la podemos llevar cambiando el peso usando únicamente las estriberas. Notamos que el cambio es suave y preciso para ir metiendo marchas sin tocar el embrague. El sincronismo es perfecto en todos los casos. No se aprecia ningún punto muerto entre dos marchas, y si este apareciese, más bien es debido a un fallo nuestro que del propio cambio.
Llegamos a la primera frenada, acariciamos la maneta de freno y quitando un par de marchas. La potencia de frenada es más que de sobra para detener la moto con un sólo dedo. El embrague, lo soltaremos de golpe, olvidándonos de modular con él para evitar el bloqueo de la rueda, pues ya se encarga el APTC. Una breve caricia al freno trasero y nuestra cadera será la encargada de mover todo el tren posterior.
Apoyados en la curva, la sensación de control de la rueda delantera es total. La llanta de 16.5 pulgadas junto con el gran perfil de la cubierta mantiene en todo momento el óptimo contacto con el suelo. Es muy difícil perder la rueda delantera a no ser que cometas un error de conducción, como por ejemplo, frenar demasiado apoyado en la curva. Aún así, puedes entrar frenando hasta la cocina después de haber saludado a toda la familia por el pasillo y no se descompondrá ni lo más mínimo. De serie, monta neumáticos Dunlop idénticos a los del mundial de 250cc, con un buen agarre, aunque cuesta un poco calentarlos y, en invierno, si no se usan calentadores, nunca llegan a trabajar en la temperatura adecuada.
En cuanto al motor, es bastante puntiagudo. Hasta mitad de régimen no empieza a dar lo mejor de sí, aunque por debajo de este tiene un tacto eléctrico, permitiendo mantener el gas abierto en curvas largas sin miedo a que la potencia llegue de repente y nos ponga en aprietos.
Después de varios giros, y si la temperatura ambiente es bastante alta, podemos llegar a perder algo de tacto en la maneta de freno. No ocurre siempre, pero es un detalle bastante pobre teniendo en cuenta el equipamiento de frenos que lleva.
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