Todos tenemos defectos. Algunos motoristas no nacimos siendo guapos, ni con un gran sentido del equilibrio, ni teniendo ninguna habilidad especial más allá de nuestra afición por las motos. Algunos, muchos de hecho, ni siquiera llegamos a la media de estatura para los países de la OCDE (177 cm) y eso nos puede condicionar a la hora de escoger una moto.
Pero ser bajitos y montar en moto no es incompatible en absoluto. La longitud de las piernas puede ser un impedimento a la hora de escoger una moto, pero es más una barrera psicológica que física porque en realidad todos podemos llevar cualquier moto si seguimos unos pocos consejos prácticos recabados a lo largo de nuestros años de experiencia probando motos de todo tipo.
Sin miedo, con confianza
Ninguna moto es demasiado grande para nadie. Ciertamente plantarse delante de según qué tipo de motos puede representar todo un reto psicológico para algunos motoristas y, aunque un modelo pueda tenernos enamorados, el pensar "no puedo con ella" o "no llego al suelo" es una variable casi tan omnipresente en el proceso de compra como el comentario de "¿vas a poder con ella?".
Nada más lejos de la realidad. Las motos sólo son objetos inanimados a los que hay que domar sobre sus mandos sin pensar en que nos vamos a caer en parado. En el peor de los casos recuerda que si una moto empieza se vence y no eres capaz de hacerte con ella, no pasa nada, la mejor opción es dejarla caer sobre su costado que provocarnos una lesión. En mi caso tengo las dos muñecas abiertas por sujetar según qué motos.
Lo primero es tantear el equilibrio
Cuando nos plantamos ante una moto desconocida, los primeros pasos siempre son de tanteo, sin precipitarse. Los que vamos cortos de tiro de pierna lo primero que tenemos que hacer es, con la moto apoyada sobre el caballete lateral, pasamos la pierna derecha sobre la moto y buscamos la estribera derecha con el pie.
Una vez bien apoyados para mantener una buena estabilidad con el conjunto moto-piloto buscamos la verticalidad sobre la pierna izquierda, pero sin quitar la pata, por si las moscas. Sólo entonces podremos buscar con el pie derecho cómo de lejos queda el suelo. Sin presiones, con toda la calma, porque sí, ya sabemos que en ese punto lo más probable es que no alcances con los dos pies al suelo, pero no pasa nada.
Renuncia a los dos pies en el suelo; es hora de descolgarse
Quizá el momento en el que nos damos cuenta que ni estirando mucho las puntas de los pies hacia el suelo alcanzamos con los dos a la vez es el más temido por muchos motoristas debido a la notable sensación de inseguridad que produce.
No hay mayor problema, porque entonces llegará el momento de buscar ese punto de descuelgue lateral. Desplazando la cadera hacia el lado que queremos buscar con el pie ganaremos unos centímetros de recorrido, suficientes en la mayoría de los casos para apoyar sobre el pie derecho y utilizar el izquierdo para retraer el caballete lateral y engranar primera velocidad.
Dominar el movimiento del péndulo
Con la ubicación tradicional del caballete lateral en el lado izquierdo hay que hacer el temido cambio de peso sobre el pie derecho, y aquí es donde más miedos surgen a todos los motoristas que no llegamos bien con los dos pies al suelo al mismo tiempo.
La transición de sujetar la moto con el pie izquierdo y pasar al derecho es la más crítica, pero bastará con un movimiento rápido en el punto de equilibrio sobre la vertical para coger toda la confianza necesaria. Es sólo una cuestión de práctica y nos valdrá tanto como para la primera vez que nos subimos sobre la moto como para mecanizar la secuencia de arranque cuando paramos y engranamos punto muerto.
Directos al pie derecho, pero siendo conscientes de las limitaciones
Otra opción que puede ser útil si no se tiene bien dominado el cambio del cuerpo de un lado al otro es levantar la moto directamente sobre el pie derecho.
Subiéndonos igual, con la moto apoyada en el caballete lateral, el pie con el que buscaremos el suelo será el derecho y sobre él haremos la fuerza necesaria sobre el manillar girado completamente a la izquierda y tirando en la medida de lo posible con la pierna del mismo lado para levantar la moto para, con el pie izquierdo libre, retirar el caballete. Esta maniobra es menos natural y tiene inconvenientes como la dificultad añadida, requerir una buena dosis de fuerza corporal y que es realmente complicada de ejecutar en terrenos con pendiente a favor del caballete.
También vale subirse en marcha
Hay motos en las que plegar el caballete lateral es realmente complicado porque sencillamente no llegamos a él, generando situaciones de estrés y peligro. En estas monturas una buena opción para momentos puntuales o especialmente comprometidos puede ser subirse a la moto en marcha.
Situados de pie al lado izquierdo de la moto utilizaremos la cadera y el manillar para poner en vertical la moto. Accionando el freno delantero retiraremos el caballete y, después, podremos engranar primera velocidad. Liberando ligeramente el embrague haremos que la moto gane algo de velocidad hasta que sea estable para apoyarnos sobre el estribo izquierdo y sobre él, subirnos a la moto.
El pie derecho a tierra nos ahorrará movimientos
Todos tenemos nuestras costumbres sobre la moto y nuestras manías, pero a efectos prácticos hay algo que ayuda bastante. En una zona de paradas frecuentes (o esporádicas) asimilar el mismo procedimiento de manera constante puede ser muy útil para ahorrarnos cambios de peso de un pie a otro.
Si al detenernos apoyamos el pie izquierdo, lo normal es que luego nos cueste más engranar primera y volver a arrancar porque tendremos que bascular hasta el pie derecho, en cambio si en lugar de usar el freno trasero para mantener la moto parada usamos el delantero y es el pie derecho el que apoyamos en el suelo, el arranque será más sencillo.
Buscar apoyos en el entorno
En las motos de mayor envergadura además del momento de arrancar, el otro momento crítico es el de parar. Los semáforos, los atascos o cualquier otro imprevisto cotidiano se puede convertir en un agobio añadido.
Para estas situaciones lo mejor que podemos emplear es la previsión. Tener desde la distancia ojeado dónde nos vamos a parar y actuar en consecuencia es la mejor solución y, utilizando bordillos, desniveles o cualquier otro elemento que nos pueda resultar ventajoso.
El caballete lateral y el pasajero
Por último, lo más complicado a la hora de afrontar la verticalidad con una moto que nos supera en tamaño es cuando montamos con pasajero. Con un pequeño briefing previo antes de subirse a la moto ayudaremos a que las cosas sean más fáciles acompañados, pero sobre todo si hacemos uso de nuestras herramientas.
El caballete lateral vuelve a cobrar importancia con pasajero puesto que con nosotros montados y la moto apoyada sobre la pata podemos decir al pasajero que se suba casi como quiera y, entonces, con él bien sentado en el centro enderezar la moto y prepararnos para salir.