La historia de Emilio Scotto es probablemente una de las más bonitas y especiales del mundo del motociclismo. Ahora hay muchos 'youtubers' aventureros, pero en 1985 quien tuviese un móvil y ordenador conectado a internet para subir sus peripecias era casi un milagro.
Su historia se escribió a lo largo de diez años, 64 páginas de pasaporte y un sinfín de aventuras sobre su Princesa Negra; su Honda Gold Wing a la que incluso cambió el motor en la sede central de Honda en Japón.
La moto está bendecida hasta por el Papa Juan Pablo II
Su nombre completo es Emilio Walter Eduardo Alfredo Scotto. Este argentino de ahora 70 años tuvo desde bien joven alma aventurera y pasión por recorrer el mundo en moto. Una de sus utopías que por X por Y, pocos acaban cumpliendo.
Él sí lo hizo. Se lanzó a la carretera en 1985 encima de una Honda Gold Wing Interstate de 1.100 cc, dejando atrás su reputado trabajo como representante de la farmacéutica Pfizer. Se marchó con lo puesto y 300 dólares, pero volvería diez años después con un récord Guinness por el viaje más largo en moto.
De hecho, Emilio no solo completó una vuelta al mundo, sino dos. El récord habla oficialmente de unos datos la mar de curiosos: 735.000 kilómetros a lo largo de diez años, 280 cambios de país, 14 pasaportes completos, consumió 47.000 litros de combustible y 1.300 litros de aceite, utilizó 86 juegos de neumáticos, gastó doce baterías, diez asientos y un motor para su Honda.
A lo largo de sus diez años de travesía protagonizó y vivió todo tipo de hazañas, buenas y mala. No solo aprendió cinco idiomas, sino que se metió en auténticos hervideros. Por ejemplo, visitó Nicaragua en 1985, en plena guerra civil. En 1991 viajó por Kuwait, 1991 justo antes de la invasión iraquí.
De lejos, la parte más peligrosa de su viaje sería África. Allí llegó incluso a ser detenido como sospechoso de espionaje en Burundi, Chad y Camerún. En Zimbabue sospecharon de su pasaporte, llegando a estar detenido por una supuesta falsificación del pasaporte. En Somalia tuvo que huir de los piratas, y en Liberia, en plena agitación militar, tuvo que esconderse en un recinto diplomático.
Corea del Norte se le resistió, aunque el argentino llegó a danzar por la franja que los separa de Corea del Sur. En China casi le pasa lo mismo, o peor: las aduanas chinas le reclamaban 70.000 dólares. Quien le salvó el pellejo fue un moto club chino de Beijing.
Poco después de China recaló en Japón. Allí, Scotto visitó la fábrica oficial de Honda en Tokio, buscando apoyo económico para continuar su viaje. Se lo negaron, pero a cambio, le cambiaron el motor de su Gold Wing por uno completamente nuevo, y otras tantas piezas.
El interés que atrajo Scotto no solo se saldó con populares marcas patrocinando su moto. Llegó a salir en al televisión estadounidense, donde se convirtió en todo un personaje, y estuvieron a punto de hacerle una película de Hollywood, que finalmente no fraguó. Fíjense si fue tan importante que tras su paso en Nueva York en 1994, la ciudad creó el "Día de Emilio Scotto", que se celebra el 27 de mayo.
En las navidades de 1997, Scotto llegó al Vaticano sobre la Princesa Negra. Tanto él como la moto fueron bendecidos por el entonces Papa, Juan Pablo II.
Quizá Emilio tuvo otro récord: al de más kilómetros sin multas. En sus dos vueltas al mundo solo recibió quince multas, y catorce de ellas fueron en Estados Unidos. La última, la 15ª, la recibió en Argentina, y a pocos kilómetros de terminar su aventura.