Parece mentira pero los kilómetros se comienzan a notar en nuestros cuerpos, en mi caso las ampollas y callos de las manos no me dejan ir cómodo. Pero hoy la etapa dividida en dos partes nos va a llevar por el desierto y aunque el manillar hay que agarrarlo igualmente con fuerza en la arena de las dunas para que conserve la dirección correcta, no es lo mismo que sujetarlo por las pedregosas pistas que dejamos atrás. Si hay una de las cosas que no os podéis perder en el desierto es ver amanecer desde las dunas, un espectáculo irrepetible y como hoy hemos quedado un poco más tarde de lo habitual para nuestra salida, es el momento idóneo para adentrarse caminando desde el hotel al desierto, donde la actividad a estas horas ya es sorprendente.
Los camelleros preparando las caravanas para los turistas, los vendedores de fósiles tomando posiciones, incluso el impresionante despliegue de la Titan Desert que tiene el final de la etapa en el propio hotel Xaluca. Pero en cuanto te adentras pasando las primeras dunas la soledad y belleza del paisaje con los colores del sol amaneciendo reflejados en la arena, se adueña de todo. Pero vamos a cambiarnos que enseguida salimos para la primera toma de contacto con las dunas pequeñas y medianas.
El desierto del Erg Chebbi está rodeado casi en su totalidad por un rio de arena. Una de las primeras cosas que aprendí es que los ríos de arena al igual que los de agua tienen sus propias corrientes y nadar contra corriente ya sabemos todos lo difícil que es. Pues bien, las lenguas de arena que componen estos ríos también tienen una dirección, si vas a favor de esa “onda” que ha creado la arena todo es mucho más sencillo, si pretendes ir atravesándolas, prepárate a sufrir y agarra con fuerza el manillar. Después de hacer unos cuantos kilómetros bordeando el desierto, nos reagrupamos para las últimas instrucciones y adentrarnos en las dunas.
Hoy nos acompaña Rubén gerente de Africa Star. Ha dejado el coche de asistencia y se ha subido a una moto para guiarnos por el desierto. Las precauciones hay que extremarlas en el interior del Erg Chebbi ya que si te caes o te quedas rezagado alejándote de la ruta que ha seguido el grupo, lo más probable es que ni te vean tapado por las crestas de las dunas. Los primeros contactos con la arena siempre son complicados. Hay que estar muy hábil para olvidarse del embrague nada más comenzar a salir y tener el tacto suficiente en el acelerador para no ir escaso con la velocidad quedándote en medio de cada duna o demasiado acelerado y escarbando en la arena sin avanzar.
Así comenzamos a cruzar una zona de pequeñas dunas dejando un reguero de pilotos desperdigados. Unos nos quedamos cortos con la inercia subiendo sin llegar a la cresta de la duna, la única solución posible es dar la vuelta hacia abajo y afrontar la subida de nuevo con mayor decisión. Otros en la bajada de la duna, si no la afrontas con igual decisión y el peso lo distribuyes a la parte trasera, en cuanto la rueda delantera toque una zona más blanda de tierra, te atrapará haciendo lo que mis compañeros gallegos denominaban “un pincho carneiro”. Vamos, salir volando por arriba piloto y moto dependiendo del caso, cuando la rueda delantera se detiene bruscamente y la trasera se despega del suelo para adelantar con una voltereta por el aire a esta.
De esta manera arranca una torpe y corta ruta, donde el grupo de motos se estira y dibuja una delgada y dispersa caravana sobre la zona de pequeñas dunas donde nos encontramos. Al fondo podemos divisar, majestuosas, unas impresionantes dunas. Pero el calor a esas horas hace que lo prudente sea agruparnos de nuevo y salir del desierto hacia la zona del río de arena para ir a comer y continuar por la tarde con dunas de mayor calado una vez que hemos cogido el truco a la arena. Parados a reponer fuerzas y líquidos, junto a un rebaño de cabras en unas pequeñas sombras de dos acacias, comentamos los incidentes y nuestras impresiones dándonos cuenta que el calor a estas horas es casi insoportable. Ponemos de nuevo rumbo al hotel donde nos espera una buena comida y tarde de relax en la piscina, dejando pasar estas horas de más calor para salir al atardecer de nuevo rumbo a las grandes dunas.
Pero como en toda gran aventura los imprevistos en ocasiones hacen que los planes cambien radicalmente de un momento para otro y cuando en mitad de nuestra siesta “piscinera” vemos que todos los pájaros se ponen a volar a pleno sol alterados y piando nerviosamente, solo quiere decir que una tormenta de arena está cerca. Precisamente al rato, nos comenta Rubén de Africa Star que vamos a tener que aplazar nuestra salida ya que en el horizonte se ve como se está formando una gran tormenta de arena que puede pasar en poco tiempo o durar horas, pero con esa incertidumbre no podemos adentrarnos en el desierto. Así de improviso, nos quedó la tarde libre para descansar y poder bajar a Merzouga a conocer el pueblo, que tiene poco o ningún atractivo.
Mañana a primera hora, de nuevo volveremos a intentar el asalto a la gran duna, no os lo perdáis.
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