22.000 kilómetros de distancia y dos Montesa Impala 2 de 175 centímetros cúbicos de 1982 en las manos de Eduardo Cots y Carlos Humet. Así es esta aventura que conmemora el 50 aniversario de esta mítica moto. Las Impala, perfectamente restauradas y acondicionadas para el viaje, ya ruedan por tierras niponas. La llegada al Circuito de Twin Ring Motegi está prevista para dentro de, aproximadamente, dos semanas pero fin de semana ya pudieron disfrutar de Nagoya, la cuarta ciudad más grande de Japón.
Aunque la salida tuvo lugar el pasado 2 de julio desde Barcelona, concretamente desde el Circuito de Montmeló, esta aventura comenzó mucho antes. Para el viaje hubo que hacer varios ajustes a las motos, entre ellos unos amortiguadores de gas Betor, la colocación de unos depósitos adicionales para soportar sin repostar las largas etapas, guardabarros delanteros levantados, instalación de intermitentes pensando en el desembarco en Japón y, especialmente, alforjas con recambio y una bolsa con elementos de acampada.
Como todo viaje o ruta, Carlos y Eduardo ya han tenido sus más y sus menos con las motos. Empezaron pronto, por despiste y alguna falta de pruebas los primeros días ya se llevaron más de un susto, por ejemplo un gripaje a los 90 kilómetros. A lo largo del largo viaje han ido sucediéndose algunos imprevistos, como la rotura de un cojinete de la rueda trasera debido a una medida incorrecta de los separadores o problemas de carburación. A veces los contratiempos han tenido fácil solución o han podido encontrar taller para arreglarlos, pero cuando la cosa ha coincidido en domingo no han tenido problema de hacer un llamamiento a través de las redes sociales en busca de ideas.
Pero no todo ha sido sufrir. No cabe duda de que están viviendo una aventura increíble y están pudiendo disfrutar de unos paisajes envidiables. La ruta, que les lleva por gran parte de Europa, Rusia, Mongolia, Siberia y ahora Japón está plagada de pueblos, rincones y gentes que les están dejando gratos recuerdos y, por supuesto, muchas anécdotas. Con ellos estamos pudiendo quitar muchos estereotipos sobre personas de otros países, sin ir más lejos con los rusos, que por muy serios o sosos que nos parezcan siempre Eduardo y Carlos han podido comprobar que tienen fiesta y cuerda para rato o que son muy hospitalarios.
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Gracias a cesck15 por pasarnos la información