Echando la vista atrás hasta el año 2013 podemos recordar que las Yamaha PED1 y PES1 hicieron su primera y tímida aparición, a la que en 2015 acompañaron las PED2 y PES2. Se trataba de dos parejas de motocicletas eléctricas en las que la marca de los diapasones confesó que estaba trabajando en secreto, y ahora, por lo que parece, podrían estar cerca de llegar a la línea producción.
Según informan en Ride Apart, Yamaha habría llegado a acuerdos oficiales con la ciudad de Saitama para promover el uso de las motocicletas eléctricas y todos los negocios alrededor de estas nuevas soluciones de movilidad dentro del denominado E-KIZUNA Project.
E-KIZUNA Project, el trampolín hacia las motos eléctricas de Yamaha
La idea principal de este proyecto es socializar las motocicletas eléctricas como una alternativa de movilidad práctica y viable, que ayude a reducir los altos niveles de polución en las grandes ciudades además de reducir los atascos y la saturación de aparcamientos en las urbes en detrimento de los automóviles.
Una de las principales características de los modelos que Yamaha estaría desarrollando serían los paquetes de baterías intercambiables. Con esta solución se trataría de sortear la reticencia del público general a los problemas de carga y autonomía, pudiendo sustituir las baterías por otras, pudiendo moverse con libertad con la moto mientras que se recarga una segunda unidad de almacenamiento.
Además, dentro de E-KIZUNA también se incluye la creación de una red de estaciones de carga donde los usuarios pudieran dejar sus paquetes de baterías gastados por otros al 100%, manteniendo un inventario de baterías que pudiesen usarse en varios modelos.
Como la gran mayoría de fabricantes, Yamaha está desarrollando tecnologías que permitan ampliar la autonomía de las baterías a una sola carga, pero también quieren hacer mucho hincapié en la evolución de los procesos de recarga rápida, reduciendo notablemente los tiempos de espera.
A día de hoy, en algunos mercados asiáticos Yamaha ya ofrece la E-Vino, una motocicleta eléctrica sencilla de aplicación urbana con una velocidad máxima de 30 km/h y una escueta autonomía de 28 km. Una oferta eléctrica que previsiblemente cambiará en algo menos de un año si los planes de Yamaha llegan a buen puerto con la versión de producción de estos dos prototipos.
Salvo honrosas excepciones como la C-Evolution de BMW, las grandes marcas parecen un tanto reticentes al desarrollo de motocicletas de propulsión alternativa a los motores de combustión, pero que el futuro va a ser eléctrico no es una suposición, es un hecho aunque aún esté por llegar.