MotoGP, un presente confuso y un futuro esperanzador

Hoy estaba descansando mientras echaba un ojo a las parrillas de GP500 de hace más de una década. Recordaba viejos tiempos en tranquilidad viendo nombres como Álex Crivillé, Mick Doohan, Tetsuya Harada o Nobuatsu Aoki mientras en la mente veía las imágenes de Garry McCoy cruzando la RedBull o a Norick Abe con su melena al viento. Cuando los pilotos eran conocidos y admirados por sus “obras”, cuando todavía se consideraban héroes y no famosillos, hombres que mezclaban su sangre con gasolina para salir los domingos a vivir la pura competición. Un momento en el que a final de temporada habían participado más de treinta pilotos.

Por usar una temporada como ejemplo, escogeré la de 1999 por estar cargada de buenos recuerdos. Sorprende la cantidad de nombres que puedes llegar a reconocer. Ya no son sólo los Luca Cadalora, John Kocinski o Kenny Roberts Jr. sino que te topas con otros que no recordabas ahí. A medida que iba bajando la clasificación he visto a un tal Michael Rutter, a un tipo llamado Jamie Witham y una trío de españoles a quienes no les llegó la gloria como Juan Borja, David De Gea o Jose Luis Cardoso. Tras ver estos nombres un sentimiento de decepción me ha inundado y ha hecho que me pregunte; ¿en qué se ha convertido el campeonato del mundo?

No puedo evitar contestarme yo solo, en un calco de la Fórmula Uno. ¿Hace cuanto que no vemos a un piloto debutante quitándole las pegatinas al favorito de MGP? Diría que desde Troy Bayliss en 2006 o Rubén Xaus en Qatar. Por desgracia aquellas muestras de talento y valor, de pasión y competitividad han quedado en el pasado. Ya no veremos a ningún Abe repasar a Doohan, ahora una moto oficial significa olvidarte del 80% de la parrilla para concentrarte en cuatro o cinco pilotos como mucho. Como en el desfile de moda y dinero de los “coches” – o fórmula uno, como queráis – el factor sorpresa ha dejado de existir y, salvo error humano, tenemos aseguradas unas bonitas y somníferas carreras en fila india que aspiran a arrebatar el puesto a los documentales de La2. Espero que en Dorna ya se hayan enterado de que el mundo de las dos ruedas es muy distinto, ¿acaso le hubiera costado encontrar patrocinador al equipo campeón en F1?

Y para poner la guinda al pastel la situación ha ido empeorando. Se retiran marcas, pilotos y motos en parrilla y ponemos toda nuestra esperanza en la vuelta de las 1000cc. Pero quizá tengamos que ser un poco más realistas y pedir algo más, pedir un cambio significativo en la gestión del campeonato. Dará exactamente igual la cilindrada de las motos si son los fabricantes los que marcan una diferencia abismal entre su equipo oficial y uno satélite, o si la electrónica limita el pilotaje de los más atrevidos. Y como no hay mejor manera de aprender que poniendo ejemplos, citemos el caso de Ben Spies. Aunque en su equipo lo negaban, durante 2010 siempre se ha dicho que sus resultados han sido fruto, en parte, de la voluntad de Yamaha por dotar a su M1 de piezas y material “pata negra”. Si el piloto tiene madera, ¿cómo se puede permitir que sea elección de unos pocos hacerle o no campeón?

No pido una copa monomarca, pido un campeonato competitivo, igualado, donde la sorpresa puede saltar en cualquier carrera y donde sea el piloto el que marque la diferencia final. En este sentido he visto un poco de luz hace poco tiempo con la noticia de los cuatro pilotos oficiales de Honda, con las mismas oportunidades, siendo ellos mismos los que se ganen un trato preferente si así lo merecen. Ojalá cunda el ejemplo y con la llegada de las mil cambie la situación.

Se ve un pequeño destello de luz al final del túnel. Pero no nos hagamos ilusiones, puede que sea el foco del tren del cambio o tan sólo una cerilla encendida que apenas alcanza a iluminar las vías. Como en la foto que encabeza el post, la que está cayendo.

Foto vía | Yamaha

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