Su caída en el empapado asfalto de Brno abría las esperanzas de sus rivales, con Jorge Navarro a la cabeza. Por primera vez en toda la temporada, Brad Binder daba una muestra de debilidad, un resquicio en su impenetrable coraza que hacía pensar a los demás que podrían abrir una grieta para desintegrar su solidez, como hiciera un año atrás su futuro compañero Miguel Oliveira con Danny Kent. Nada más lejos de la realidad.
Tras el único cero de la temporada, dos golpes prácticamente definitivos. De domingo a domingo, levantó los brazos en lo alto del podio de Silverstone y de Misano. Al tiempo, Jorge Navarro sufría sendas caídas, lo que le dejaba la opción de ser el campeón más tempranero de la década. No perdonó en Aragón, logrando algo inédito en la categoría pequeña desde que existe el actual sistema de puntuación: el título con cuatro carreras de margen. Tantas como claves hallamos en su título.
1. Apetito voraz
Binder llegó al Gran Premio de España como líder de la general con tres podios en tres carreras, pero sin haber conocido la victoria. Ya había logrado dos podios con la Mahindra en 2014, y cuatro más el año siguiente ya con KTM. Por lo tanto, acumulaba nueve presencias en el cajón sin conocer la victoria, una estadística que se le empezaba a hacer bastante pesada.
Se le acusaba de no tener el instinto feroz necesario en las últimas vueltas, de no contar con ese punto extra que separa a los llamados de los elegidos. En Jerez estaba dispuesto a acabar con ese sambenito, mostrando un ritmo arrollador en entrenamientos que le postulaba como favoritísimo. Sin embargo, el software de su centralita no estaba homologado y fue condenado a salir último.
Desde allí, todos sabemos qué sucedió. Remontó como una exhalación hasta situarse cuarto y, no contento con semejante machada, se lanzó como un poseso a la persecución del trío delantero, conformado por Jorge Navarro, Pecco Bagnaia y Nicolò Bulega. Les atrapó y les superó sin contemplaciones, dejándoles compuestos y sin triunfo. Imposible soñar mejor estreno en lo alto.
Con la carrerilla del trazado andaluz, encadenó dos victorias más: primero en Le Mans y después en Mugello, una racha que le situaba como número uno de todas las quinielas. Aunque esa inercia se truncó, su título no llegó a correr peligro real y, con el triunfo en Silverstone y la réplica del mismo en Misano lo dejaba visto para sentencia. En total cinco victorias, cuando lo máximo a lo que han llegado sus rivales son dos (Jorge Navarro y Khairul Idham Pawi).
2. Saber cuándo no ganar
Si las cinco victorias han sido capitales en su título, tanta o más importancia han tenido sus otros podios. Hasta un total de once carreras contaron con la bandera sudafricana en el cajón, y todas ellas a cargo de Brad. Además de los dos terceros puestos en Argentina (que le valió un liderato que ya no soltaría) y Austin, cabe resaltar el impacto que han tenido sobre su título los cuatro segundos puestos.
Para empezar, porque suponen el principio y el fin del segmento de sus resultados. Comenzó el año sucumbiendo en Qatar por apenas siete milésimas ante Niccolò Antonelli, y ha rubricado su título quedándose a 30 milésimas de Jorge Navarro en Motorland. También el valenciano fue el que le impidió vencer en Montmeló, mientras que Joan Mir le dejó sin las mieles del triunfo en Austria.
Si atendemos a los números de sus rivales, también palidecen respecto a los de Binder en lo que a carreras en el podio se refiere: los que más veces han logrado subir al mismo (Jorge Navarro, Enea Bastianini y Pecco Bagnaia, con cinco) no llegan a la mitad de Brad. Por rubricar la estadística, también ha sido el piloto con más poles: cuatro, por las tres de Bastianini.
3. Minimizar errores
Si tenemos en cuenta que ha sumado once podios en catorce carreras, ya se ve a las claras que los errores han sido más bien escasos en el 2016 de Brad Binder. Sin duda, el más grave tuvo lugar en el Gran Premio de la República Checa celebrado en Brno, cuando lideraba bajo un aguacero y se fue al suelo en lo que pareció un exceso de ambición.
Otro de sus errores tuvo lugar en Assen, donde Navarro (por aquel entonces su máximo rival) no acudió por lesión. Brad tenía ante sí la ocasión de meter un buen puñado de puntos al valenciano, pero cometió un fallo y sólo pudo ser décimo segundo. Cuesta más considerar como error el octavo puesto bajo el diluvio de Sachsenring, donde prefirió salvar unos cuantos puntos y entró justo tras Navarro.
Eso significa que sólo ha dejado de puntuar en una carrera, algo que no puede decir ninguno de sus contrincantes. Navarro, con cuatro ceros y una carrera sin participar, se ha ido sin puntuar de cinco citas; por tres de Bastianini (dos ceros y un no presentado). Mir o Bulega. Así pues, dos fallos de bulto en catorce carreras se pueden considerar un gran ejercicio de minimización de errores, algo vital en una categoría tan cambiante y propensa al yerro.
4. Sin rivales consistentes
Tampoco vamos a engañarnos. Que sea el nombre de Brad Binder el que vaya a adornar el palmarés de Moto3 en este 2016 es mérito del propio Brad Binder. Que lo haya asegurado con cien puntos todavía en juego es claramente demérito de sus rivales, que no han contado con la consistencia necesaria para ponerle las cosas algo más difíciles al piloto africano.
Empezando por Jorge Navarro, que partía como uno de los grandes favoritos al título pero que se ha visto lastrado por demasiadas caídas y por una inoportuna fractura de tibia y peroné entrenando. Aunque ha conseguido hacerse con dos victorias, le ha faltado una preocupante regularidad y tendrá que conformarse con pelear por el subcampeonato antes de dar el salto a Moto2.
El que se quedará en Moto3 a rematar la faena será Enea Bastianini, que si en 2015 se desinfló en la segunda mitad, en este 2016 le ha sucedido justo lo contrario. Un mediocre inicio de temporada le privó de meterse en la pelea, y cuando empezó a coleccionar presencias en el cajón Binder ya estaba demasiado lejos como para poder pensar en darle caza.
Del resto poco más se puede decir: Joan Mir, Fabio Di Giannantonio y Nicolò Bulega bastante han hecho en su año de novatos, mientras que no es necesario recordar lo sucedido con Romano Fenati. Si hay que señalar las dos grandes decepciones de los aspirantes iniciales, serían el heredero de la moto de Binder, Niccolò Antonelli (diluido tras vencer en Qatar) y, sobre todo, Fabio Quartararo, que subirá a Moto2 tras dos años sin pena ni gloria en la categoría que le encumbró en el FIM CEV.
Fotos | KTM Images, Repsol Media
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