Por fin llega el Campeonato del Mundo de MotoGP al Gran Premio de España. Ha llovido ya desde que en el año 1987 la categoría máxima del motociclismo empezase a disputar carreras en el Circuito de Jerez.
Una pista llena de encanto no sólo por lo espectacular de su trazado, sino también por ser el punto clave de todos los aficionados españoles con ganas de ver carreras espectaculares y finales de infarto en su curva 13. Cinco curvas a izquierdas y ocho a derechas con posibilidad de adelantamiento prácticamente en todas.
Jerez, el circuito más duro en lo que va de año
Después de una circuito poco exigente con los frenos como es el COTA, vamos un paso más en el retorno a Europa para meternos de lleno en un nivel 4 sobre 5 de exigencia para los equipos de frenada. Es el circuito en el que se frena más fuerte de todo lo que llevamos de temporada.
Es cierto que la recta principal es una de las más cortas del campeonato con sólo 600 metros, pero no por haber menos velocidad punta dejamos de necesitar frenar fuerte y durante mucho tiempo. Concretamente, según los datos de telemetría, los frenos se accionan una media de un 31% del tiempo total por vuelta. Más de uno de cada tres segundos están frenando. Una pasada.
Hay dos curvas que se catalogan de alta dificultad, pero una destaca sobre el resto: la mítica de Dry Sack (la número 6). Al llegar a ella los pilotos de MotoGP aplican una fuerza de 7,8 kilos sobre la maneta de freno durante más de 5 segundos para reducir de 296 a 65 km/h, una deceleración de más de 230 km/h. La otra curva crítica es la número 1, Expo 92, en la que también se reducen de golpe unos 200 km/h en 225 metros con una fuerza de frenado de 1,5 g.
Por el contrario, las curvas 4, 7, 11 y 12 son rápidas y los frenos casi no se accionan, lo que baja la media de las deceleraciones en el Circuito de Jerez de 1,24 g a 1,08 g.
Visto por la tele parece fácil, pero cuando nos fijamos en las cifras da miedo.
Vía | Brembo