El que el pasado domingo durante el Gran Premio de Argentina, Jack Miller colocase su Honda RC213V-RS puede responder a dos hechos bastante diferentes pero que se aliaron ese día para que el australiano diese las primeras muestras de ese talento que le ha hecho saltar directamente desde Moto3 a MotoGP.
El primero de ellos salía de boca del propio Héctor Barberá cuando los micrófonos de Movistar TV lo entrevistaban tras la carrera. Y es que él mismo reconocía que tras la carrera de Austin, las Honda Open o han traído algo nuevo o han mejorado en algún punto porque corrían mucho más que una semana antes. Y con ello parece confirmar el hecho de que tras la debacle el año pasado donde las Forward Yamaha le ganaron la partida, harán lo mismo que en Moto3 con KTM y están poniendo toda la carne en el asador.
Pero lo verdaderamente importante es el segundo punto, al que nos lleva a algo más directamente relacionado con Jack Miller y su forma de entender el universo MotoGP. Óscar Haro lo contaba también de una forma muy clara el domingo ante las cámaras de televisión y es que tras tres Grandes Premios, han tenido que llamar al orden al australiano. Que destrozase la MotoGP Honda CBR1000RR armada hasta los dientes en el acto promocional del salar tras ir poco a poco calentándose delante de las cámaras y los amigos, fue la gota que colmó el vaso.
Ya se venía hablando desde hace unos días de su falta de profesionalidad. No tiene nada que ver que esté en un equipo satélite como el LCR ya que con quien tiene firmado el contrato directamente es con Honda y si algo tiene la marca japonesa es honor. Y si le fallas o haces algo que ellos consideren imperdonable, no volverás a catar una moto del ala en el resto de tu trayectoria deportiva. Ahí están los ejemplos de dos grandes como Max Biaggi (que tiró de una patada una moto en su último año con Honda) o Valentino Rossi (que se fue a la competencia para demostrar que ganaba el piloto).
Esa falta de profesionalidad que comentamos se veía en que pasaba casi más tiempo en el box de su antiguo equipo de Moto3, el Red Bull KTM Ajo, que en el suyo. En un par de ocasiones se le vio corriendo por el pit lane, todavía en ropa de calle, minutos antes de empezar alguna de las sesiones libres de entrenamientos.
Todo esto fue lo que agotó de los japoneses y del LCR con lo que el viernes, el tirón de orejas que recibió fue monumental. El propio Óscar Haro decía que nunca había tenido que dar una charla así a ninguno de sus pilotos antes, y lleva más de 20 años en el mundial que no son pocos.
Lógicamente en el LCR Honda también entendían que el paso dado por Jack Miller no era el natural y, por lo tanto, había perdido parte del aprendizaje que es Moto2. Pero no hablamos de pilotaje sino de comportamiento y saber estar. En la categoría intermedia hay más profesionalidad dentro de los equipos, agendas que cumplir, actos promocionales con patrocinadores, etc. Todo eso con lo que tienen que luchar fuera de los circuitos tambien y que a Jack Miller le ha llegado como si de una ola gigante se tratase.
Sea por el tirón de orejas, por la mejora en Honda o porque le gusta el Circuito de Termas de Río Hondo, ha sido su primer podio en MotoGP. Veremos el punto y seguido al que se tiene que enfrentar a partir de ahora.
Por cierto, como comentario adicional acerca de las motos Factory en este caso del Repsol Honda y del LCR Honda, preguntaron a Óscar Haro si efectivamente Cal Crutchlow había recibido el chasis 2015, algo que también confirmó el piloto inglés cuando le preguntaron si Honda le había dado algunas piezas especiales al no estar Dani Pedrosa.
Como es tradicional en Honda y comentamos hace unas semanas, las motos del equipo satélite y el oficial son iguales o, como mucho, les llegan las evoluciones un par de carreras después tras ser probadas y aceptadas por los pilotos oficiales y, por lo tanto, fabricar más piezas idénticas. En esta pasada carrera, la tercera, el LCR Honda recibió este primer paquete de mejoras y el propio Óscar Haro confirmaba que se podía decir que las motos eran prácticamente idénticas en todos los sentidos.
Foto | LCR Honda