Hace muy poco, hablábamos sobre cómo se encuentra la situación de las retransmisiones del Campeonato del Mundo de MotoGP. Ver nuestras carreras en abierto ya es poco menos que una odisea y 2017 supone la ruptura definitiva con los formatos "gratuitos" y la aparición de los agentes de pago. Hasta ahora sólo teníamos Movistar+, pero ayer mismo surgieron Opensport y su streaming a 9,99 euros y la oferta de Vodafone por 10 euros al mes para sus clientes.
Más allá de la pérdida del entretenimiento de los fines de semana viendo las carreras o apoyando a nuestros pilotos favoritos para la mayoría de los aficionados, la apuesta hacia un modelo de pago por parte de Dorna tiene una repercusión que podría volverse contra de la propia empresa de Carmelo Ezpeleta. La ecuación es sencilla: a menor audiencia, menos atracción de inversores, menos vale tu campeonato.
Cuestión de audiencias
Si la cuestión de la oferta al público general es preocupante para los seguidores, también debería serlo en el aspecto de la difusión de los intereses del campeonato más allá de la pura gestión de los derechos. Da la impresión de que mientras Movistar+ desembolse la suma por la que a cambio puede emitir el mundial todo está bien, pero no es así. Tal y como reiteró la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia obligando a Movistar+ a compartir parte de sus derechos a un precio establecido por el propio organismo público (de ahí la irrupción de Vodafone y Opensport).
Los patrocinadores pagan (cuantiosas) sumas de dinero por aparecer en los carenados de las motos, los monos de los pilotos o en las vallas publicitarias de los circuitos. No lo hacen por que les sobre el dinero o de manera desinteresada, lo hacen por un legítimo interés comercial en que su nombre tenga impacto. Este impacto a su vez se cuantifica, se mide y se traduce en euros que es lo que los patrocinadores deben abonar a sus patrocinados.
Ya sabemos que el mundo es muy grande y hay mucho público repartido por todo el planeta, pero en España, uno de los países con mayor presencia en el mundial, las audiencias han caído dramáticamente desde que el motociclismo ha perdido peso dentro de las difusiones en abierto.
Si nos fijamos en los números, la carrera más seguida de la historia en la televisión de nuestro país fue el Gran Premio de Valencia 2015 con la resolución del Sepangate a favor de Jorge Lorenzo. Casi 6 millones de personas vieron el desenlace del mundial más polémico, una cifra que siendo realistas se aleja considerablemente de la realidad.
Sin ir más lejos, el mismo Gran Premio de Valencia pero un año después arrojó unas cifras muy distintas: 2,2 millones en Telecinco y 216.000 espectadores en Movistar+ asistieron ante las pantallas al último triunfo de Jorge Lorenzo con Yamaha con el título en el bolsillo de Márquez desde el Gran Premio de Japón.
Durante toda la temporada, en el mejor de los casos el pico de audiencia de las carreras de MotoGP en la cadena de pago se situó en algo más de 380.000 personas siguiendo el Gran Premio de las Américas con la victoria de Marc Márquez. Con esa excepción, todas las cifras de Movistar hasta ahora se han movido entre lejos y muy lejos de los 400.000 seguidores.
Teniendo en cuenta que Movistar+ afirma contar con 1 millón de abonados y que no todos ellos tienen contratados los servicios de motor, nos encontramos con un impacto televisivo que no llega al 20% de los propios clientes de Movistar+ y que se queda aproximadamente en una décima parte de la audiencia que venía haciendo Telecinco (en torno a los 3 millones de media).
El cambio de manos en los derechos de emisión, la cada vez menor y peor cobertura en abierto o los libertinos horarios aplicados por Telecinco en los diferidos ya venían haciendo mella en el seguimiento del Campeonato del Mundo de MotoGP. Y esto sin entrar a valorar los registros de Moto3 y Moto2, absolutamente testimoniales.
El modelo Movistar+
Ahora, aun en la situación contraria con una muy buena cobertura por parte de Movistar+, un equipo excelente, contenidos rigurosos y bien tratados y sobre todo en directo, tienen la difícil misión de convencer a potenciales espectadores, clientes y patrocinadores que sigue interesando invertir (para seguirlo o aparecer) en un campeonato con una repercusión casi insignificante en territorio español.
Si una pequeña (o no tan pequeña) empresa de ámbito nacional se plantease invertir dinero para anunciarse en MotoGP tendría que valorar si les resultar interesante el retorno obtenido. Desconocemos cifras concretas, pero colocar tu logo en una carrera de MotoGP no es barato. A cambio, conseguirían un alcance muy inferior. De mayor calidad, sí, pero a todas luces inferior.
Cuanta menos gente haya siguiendo el mundial, los precios de los patrocinios también deberían valer menos. Y esto no es una suposición, es una realidad que ya está ocurriendo y que pone en jaque la continuidad de los equipos privados y también a los de las categorías inferiores como bien sabe María Herrera.
Mientras que las escuadras de fábrica son capaces de soportar sus gastos de competición y al mismo tiempo atraen a más patrocinadores y seguidores, los satélites no tienen tanta suerte. Para los no oficiales la existencia de patrocinadores solventes es fundamental. Patrocinadores que cada vez son más complicados de mantener dentro del box con audiencias que caen en picado.
Para que las parrillas sigan más o menos llenas Dorna introdujo hace dos temporadas subvenciones considerables para mejorar la estabilidad de los equipos privados. Así, por cada piloto en plantilla recibirían un importe superior a los 2 millones de euros por temporada con los que poder costear cerca de la mitad del importe total (según el equipo) y, de paso, mantener altas las tarifas de patrocinio.
Las comparaciones son odiosas y la brecha entre lo de pago y lo "gratuito" es evidente. Si fuera británico seguramente podría decirlo con más gracia o más elegancia, pero el modelo de pago tiene consecuencias, y esas consecuencias están poniendo en jaque la supervivencia del campeonato.
Por suerte este 2017 se suman Vodafone (con aproximadamente otro millón de usuarios) y Opensport (la oferta más razonable para cualquier aficionado, aunque es streaming). Juntos deberán llevar las motos a donde deberían, previo pago, a las casas de los moteros. Las cifras de audiencia mejorarán, y confiemos que lo hagan notablemente, pero difícilmente volveremos a ver los números de las emisiones en abierto.
MotoGP forma parte de un campeonato organizado de manera totalmente privada y Dorna, su promotora, tiene el derecho a gestionarlo como crea conveniente. Ahora, no todo es glamour, hospitalities megalómanos y estrellas mediáticas. El motociclismo además de un negocio sigue siendo un deporte y, como tal, debería ser respetado y defendido.