Si eres seguidor del Campeonato del Mundo de Superbike seguro que te acuerdas de las Foggy Petronas FP1. Su inconfundible color verde entre esmeralda y turquesa escondía a una de las motos más singulares que han pasado por el imaginario de los moteros.
Por desgracias, como pasa en muchas ocasiones con motos tan exuberantes como la FP1, aquella moto prometedora se convirtió en la historia de un tremendo fracaso, un despropósito normativo que no llegó a ningún puerto pero que ahora, 15 años después, puede recuperar todo su esplendor (en parte).
Las motos que nacieron de la falta de organización
La petrolera malaya Petronas siempre ha encontrado un especial atractivo en la competición. Intentando buscar la gloria de su homóloga española Repsol han tenido costumbre de coquetear con equipos hasta que ahora, en 2019, regresan al Campeonato del Mundo de MotoGP como equipo satélite de Yamaha con los pilotos Franco Morbidelli y Fabio Quartararo.
Bien, pues volviendo a principios de la década de los 2000, a Petronas le pareció un buen proyecto crear una moto con la que debutar como fabricante independiente en MotoGP al abrigo de los motores de cuatro tiempos y después de haberse asentado en la Fórmula 1, desarrollando una moto propia con el apoyo financiero del gobierno malayo junto a Sauber. Crearon un prototipo de moto de 1.000 centímetros cúbicos con un propulsor tricilíndrico, una apuesta como poco arriesgada.
Poco después, antes siquiera de acabar el desarrollo del prototipo Petronas anunció la alianza con Carl Fogarty, toda una eminencia del motociclismo que condicionó en dos vías aquella moto: el nombre pasaría a ser Foggy Petronas FP1 y no iba a ser una MotoGP, cambiaron el rumbo hacia el WSBK. Sauber abandonó el proyecto y Petronas buscó el apoyo de Suter.
Ajustándose al reglamento de la época del Campeonato del Mundo de Superbikes, los motores tricilíndricos debían limitar su cilindrada por debajo de 900 cc, así que hubo que reducir el cubicaje de la FP1 a 899 centímetros cúbicos. Aun así el proyecto parecía prometedor porque anunciaron unos más que dignos 130 CV. Para la época y para el tipo de motor no estaba nada mal.
Por otro lado, el reglamento también obligaba a producir un mínimo de 150 unidades y ponerlas a la venta una vez terminado el proceso de desarrollo y homologación. Como no tenían músculo productivo suficiente, la fabricación se dividió con Petronas fabricando en Malasia 75 unidades y las otras 75 derivadas a MSX International que debía producirlas en Reino Unido bajo las especificaciones del proyecto para luego mandarlas a Malasia en barco.
El precio de estas motos de serie equipadas hasta las cejas con un motor de alta compresión, cuadro de mandos completamente digital, suspensiones Öhlins y frenos Brembo iba a ser de unos 30.000 euros, pero Fogarty posteriormente confirmó una versión 10.000 euros más asequible que terminó quedando en nada.
Bien, pues todo parecía pintar bien hasta que justo después de que en 2003 las FP1 fueran homologadas, el reglamento del WSBK concedió un incremento de cilindrada hasta 1.000 centímetros cúbicos para todos los propulsores (dos, tres o cuatro cilindros), colocando a la Foggy Petronas FP1 en una posición de desventaja manifiesta. El destino es caprichoso y en forma de un chiste cruel resultó que después de todo, los motores iniciales de 989 cc, los que plantearon en un principio cuando pretendían correr en MotoGP, habrían valido.
El proyecto estaba condenado antes de nacer, no retiraron su propuesta pero no había manera de que la fórmula de la FP1 funcionase y se desencadenó un aluvión de acusaciones en todas direcciones sobre quién habría tenido la culpa del batacazo porque no fue precisamente un éxito de ventas.
Por lo menos el equipo de competición sí llegó a correr con ellas entre los años 2003 y 2006 con pilotos como Troy Corser, Chris Walker, James Haydon, Garry McCoy, Craig Jones o Steve Martin, pero tras una inversión de casi 34 millones de euros no obtuvieron ninguna victoria pero sí dos poles y dos podios. No sin antes seguir la lista de despropósitos cuando Fogarty en su papel de director deportivo rompió el acuerdo con Suter en 2004 y trató de mejorar los resultados con el especialista británico de motores Ricardo; no hubo mejoras y en 2006 el proyecto fue cancelado.
Los rumores dicen que de las 75 unidades que se debían producir en Inglaterra, 60 no llegaron a mandarse a Malasia, desencadenando una batalla legal a tres bandas entre Petronas, un distribuidor malayo (Momoto) que compró las motos para revenderlas como las motos como Momoto MM1 y el gobierno malayo por las tasas e impuestos no pagados en relación a esas 60 motos.
Cuando creíamos que esas 150 motos (o las que se produjesen en realidad porque sólo lo sabrán un puñado de personas), una pequeña compañía inglesa ha anunciado que está acondicionando y revisando un lote de Foggy Petronas FP1 y las va a poner a la venta. ¿¿¿Cóóóómo??? Pues eso, que las FP1 van a tener una segunda vida y esperamos que esta vez sea para que las disfruten, aunque pinta más a que se van a quedar en manos de coleccionistas.
El proyecto lo está llevando a cabo Lanzante, un preparador británico especialista en crear algunas de las obras más radicales de la historia del automovilismo como el McLaren P1 GTL LM, una bestia que en principio sólo podía ser para circuito pero que la compañía convirtió en un coche de calle ultra-rápido.
Lanzante asegura además que estas motos, de las que no ha revelado el número exacto de unidades, no son las 60 motos desaparecidas ni tampoco son las que efectivamente Momoto logró vender en su red de Malasia. Entonces, ¿cuáles son? No se sabe. Bueno, en realidad no creemos que quiera darse a conocer el dato.
Aparentemente y ajustándonos al vídeo podemos ver 10 unidades de las FP1. Puede que no sean todas las que tienen, o sí, pero lo que está claro es que cuando Lanzante ponga a la venta estas máquinas van a costar una fortuna por su rareza extrema. Más aún que la unidad que Motorcycle News encontró en manos de un particular en Inglaterra allá por 2012 y que puedes ver a continuación en este vídeo: