Esta Honda VFR levanta pasiones y rompe cuellos: De morirse en un granero a revivir el sueño de su abuelo

Hay motos que son bellas por naturaleza (entendamos por naturaleza de serie), pero es cierto que la mano de ciertos preparadores es todavía más mágica que lo que hacen muchas fábricas. Un precioso ejemplo es esta Honda apodada como "VF1000F2 by Woidwerk".

Es todo un elogio a una época ya extinta para Honda: la del dominio de los motores V4 que actualmente domina Ducati, curiosamente. Esta moto personifica el amor por las dos ruedas y la familia.

La moto pertenecía a su abuelo, quien le inculcó el amor por las motos, y  la reconstruyó por él

El nombre de Rafl Eggl retumba en el mundo de la customización de motos. Su taller Bavaria's Woidwerk es un referente en el mundillo, hasta el punto de que BMW ha confiado en ellos en más de una ocasión para modificar algunas de sus motos y presentarlas bajo su nombre. Vamos, alguien de nivel.

Eggl proviene de una familia de moteros. Antes que él, su padre, y antes, su abuelo, a quien pertenecía la moto que vemos en las imágenes. El hombre la compró en 1985, una Honda VF1000F2 que utilizó activamente durante dos décadas.

Los motores V4 siempre han tenido ADN de competición. Tan exquisitos como complicados arquitectónicamente, buena prueba de ello ha sido el éxito de Honda durante muchos años en MotoGP y Superbikes, o el actual e imparable ritmo de Ducati.

Esta VFR fue un buen lazo entre el abuelo de Rafl y su nieto. Su pasión llegó en gran parte por esta moto, que un día le vio crear su propio taller de preparaciones en Alemania. Así que, para honrar ese momento, en 2015, una década después en dique seco, el bávaro se pone manos a la obra.

La moto, rescatada en un artículo por Pipe Burn, no tiene mucho parecido con lo que fue en su día. Empezando por romper la obcecación de Honda de esconder aquel V4 en la moto; Ralf creyó que era un sacrilegio y quiso dejar desnuda gran parte de la obra maestra mecánica.

También se esmeró en adelgazar la máquina, mejorar la aerodinámica del chasis y darle una apariencia distintiva. Se quedó en el chasis, literalmente, y acortó 8 cm para hacerla más estrecha. También rebajó 10 cm la altura del tren delantero, que provocó unas aberturas en el depósito que solucionó con unas vistosas tomas de aire.

Y por supuesto, revestida de una preciosa librea 'vintage' al más puro estilo HRC en combinación con Porsche Martini, con un asiento artesanal.

Complementa una parte ciclo de primer nivel, con suspensiones Wilbers y un importante repaso al motor, restaurado con un acabado exterior nuevo. Ahora rinde 130 CV. Así que ponerle precio a esta VFR sería un sacrilegio.

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