Las motos son para el verano, o eso dicen muchas de nuestras abuelas. Bien es cierto que se disfruta más de una buena ruta cuando el clima acompaña, pero como suele decirse "sarna con gusto no pica" y con lo que nos gusta andar en moto no podemos resistirnos a salir con ella cuando el tiempo se vuelve poco favorable.
Es más, una de las últimas tendencias dentro de los viajes extremos en moto es poner rumbo a parajes desolados azotados por el frío. Nosotros viajamos a Cabo Norte este verano y nos quedamos helados en algún momento, así que en invierno hay que equiparse realmente bien para sobrevivir los climas más gélidos con algunos elementos específicos y otros trucos más convencionales.
1. Guantes calefactados
En las manos tenemos un problema triple a la hora de equiparnos contra el frío y es que además de ser uno de los puntos más sensibles del cuerpo al descenso de la temperatura es el que primero se lleva el azote del viento y, para colmo, es el que menos nos podemos abrigar para conservar la movilidad y el tacto que nos permiten mantener el control de la moto.
Aprovechando que las motos cuentan (o pueden contar a modo de accesorio) con conexiones de 12V una gran inversión son los guantes calefactados. Unas resistencias colocadas entre la capa exterior y la interior del guante se calentarán para que la sangre que circula por las manos coja temperatura.
Conviene recordar que en situaciones de frío extremo el cuerpo reacciona mandando la sangre de vuelta al tronco con mayor velocidad y limita el riego en la capa cutánea, retirándola cuanto antes de las extremidades para conservar la temperatura interna. En otras palabras: por eso en invierno tenemos tanto frío en las manos y los pies.
2. Plantillas calefactadas para las botas
Otros de los grandes afectados por el ataque del frío son los pies, y contribuyen a una de las peores sensaciones que puedes sentir en ruta: el síndrome del Frigopie. Por eso, si te dispones a realizar un viaje invernal a Laponia lo más inteligente sería combatirlo sin remordimientos.
Todos los medios son pocos, y mejor que los tengas pero no los necesites a que lo eches de menos en plena estepa helada. Las plantillas calefactadas son una solución relativamente barata que puedes encontrar por aproximadamente unos 50 euros dependiendo del modelo y talla elegida, pero que tus pies lo agradecerán infinitamente.
Su funcionamiento es igual que el de los guantes, con una plantilla textil que esconde resistencias en su interior y se conectan bien por cable a una toma de 12V o se alimentan mediante baterías recargables. Lógicamente, para viajes largos es mejor poder conectarlo a la moto y olvidarnos de la autonomía disponible.
3. Calcetines térmicos o calefactados
Debemos incidir en la importancia de mantener calientes los pies, porque por si no lo sabes, repetimos, viajar con los pies fríos es una sensación de mierda muy incómoda. Podemos y debemos resguardarlos al máximo de las bajas temperaturas y los calcetines nos ofrecen un extra de confort y aislamiento que no debemos desperdiciar.
De una parte tenemos los calcetines técnicos de invierno, largos, capaces de cubrirnos hasta la rodilla y que contribuyen a mantener el calor de las extremidades inferiores con materiales aislantes y que también aportan capacidades transpirables y de extracción del sudor, además de incorporal tejidos antibacterianos ya de paso.
De otra parte tenemos la artillería pesada con la opción de utilizar calcetines radiantes a 12V que funcionan de la misma manera que las suelas pero van un paso más allá al calentar una zona más amplia.
4. Chalecos y chaquetas calefactados
Como no hay dos sin tres, ni tres sin cuatro, los chalecos y chaquetas calefactados son el último bastión en la guerra contra el frío. En su caso se trata de prendas completas que colocarnos debajo del traje de moto, que ocupan relativamente poco espacio y que se encargarán de devolver temperatura a nuestra mitad superior.
Los chalecos se componen de una parte interna que se calienta a través de una conexión de 12V y otra exterior que además de abrigar cumple la función de proyectar el calor que se dirigiría hacia fuera en dirección al cuerpo.
Su mayor ventaja es la gran aportación térmica que generan, pero como contrapartidas están un mayor consumo de energía y un precio elevado que ronda los 200 euros.
5. Ropa térmica
Que las prendas exteriores hagan una buena función resguardándonos de los elementos es muy importante, pero cuando estamos hablando de temperaturas bajo cero constantes es casi más importante aún evitar que el cuerpo pierda su temperatura.
Las prendas técnicas interiores destinadas a mantener la temperatura corporal las podemos encontrar de muchos tipos y precios, pero cuando se trata de mantener el cuerpo caliente tenemos que buscar prendas que sean bien abrigadas y se mantengan pegadas a la piel, evitando aire entre la prenda y el cuerpo, además de que tenga al mismo tiempo unas buenas capacidades de transpiración para alejar la humedad.
Más allá de los calcetines y las camisetas térmicas, si vamos a realizar un viaje invernal a lo loco lo suyo sería escoger un conjunto de prendas interiores diseñadas para mantenernos calientes. Monos completos, mallas, calzoncillos, bragas o sotocascos térmicos serán la primera línea de combate contra el frescor más intenso.
6. Prendas impermeables
Los climas invernales no son sólo frío, también hay otros eventos climáticos que intentarán derrotarnos en forma de precipitaciones. Las prendas específicas para conducción en climas adversos suelen contar con algún tipo de aislamiento, pero siempre hay que cerciorarse de contar con equipo que sea impermeable.
La capacidad waterproof es determinante incluso si no está lloviendo. Imagina que estás en un paraje a -10ºC, hace sol y tienes que vadear un tramo de carretera inundado por agua que baja de las montañas, una tormenta inoportuna o simplemente charco más grande de la cuenta. Un poco de agua o de nieve acumulada pueden arruinarte el día o todo el viaje.
También hay que tener en cuenta que no es lo mismo que un traje cuente con capa hidrófuga interna a que esté confeccionado con un material impermeable. Los forros impermeables protegen el cuerpo del agua cuando ésta ya ha calado el exterior, en cambio si está hecho con material impermeable es difícil que llegue a mojarse y aparte de ser más abrigado en caso de lluvia también coge menos peso porque no se empapa.
7. Traje de agua
De manera complementaria a todos estos consejos hay uno que solemos repetir incluso en verano, y es tener bien disponible y a mano un traje de agua. Un dos piezas impermeable o un mono de agua pueden salvarte el día, más aún con las prendas actuales que se quitan y se ponen en cuestión de minutos.
Además, en el caso más extremo, también pueden servir como aislante contra el viento si el frío es más intenso de la cuenta.
Así que ya sabes: si tienes moto, tienes aventuras. Sólo tienes que ir a buscarlas, pero preparándolas apropiadamente antes. Equípate siempre de más, porque al final todo lo que inviertas en ello repercutirá en tu confort y, al final, en tu seguridad.