Tras el primer contacto realizado en Crevillente con la Vectrix VX-1, quedé con el importador en que me acercaba él la moto hasta Alicante y allí la podría probar durante tres días. En un principio me iban a acercar la moto en remolque, pero se animaron a echarla a la carretera y al final me la trajeron rodando. Cuando la recogí, el indicador de batería estaba por la mitad, tras haberle hecho unos 40 kilómetros el display de la autonomía estimada marcaba que quedaba energía para hacer más de 50 kilómetros. Así que me puse el casco y me fui a hacer unos cuantos recados por la ciudad.
Rodando en ciudad
A menos de cien metros de dónde me habían entregado la moto, estando parado en un semáforo, los primeros que se interesaron por ella fueron una pareja de policía local, que viendo la decoración que llevaba la moto les llamó la atención. Tras la pertinente explicación me di cuenta de que iban a ser tres días en los que me iban a mirar en casi todos los semáforos. Y no te miran por el ruido que hace la moto, o por lo excepcional de su diseño, si no porque era una moto de policía sin los rotativos ni la sirena. Menuda me esperaba.
El comportamiento dinámico en ciudad es el de cualquier otro Scooter de su tamaño, con buenas aceleraciones y ningún problema a la hora de callejear. Llegado este punto he de comentaros que la Vectrix VX-1 cuenta con una posición del puño que actúa como freno y a la vez invierte el sentido de la energía, que deja de ir de la batería al motor, con lo que se puede llegar a recuperar hasta el 12% de la energía que consume el motor. Este sistema de freno, una vez que te has acostumbrado, te hace olvidar los frenos convencionales, ya que incluso es capaz de parar la moto en una cuesta abajo con dos personas de buen tamaño encima. Además te permite entrar en una curva algo pasado y “tirar de frenos” a la mitad sin que la moto se queje. Y si tienes la moto parada, al darle en esa contra-dirección puedes salir marcha atrás.
La disposición del conjunto manillar, retrovisores y parabrisas es adecuada para poder colarte entre los retrovisores de los coches sin problemas. El único “problema” es que llegas sin hacer ningún ruido, tan solo suena el rozamiento de los neumáticos contra el asfalto, lo que es insuficiente para que los de los coches se den cuenta de que a su lado tienen una moto. La ventaja es que el motor eléctrico acelera como una bestia, y en cuanto se pone el semáforo en verde sales por delante de ellos sin problemas. Recordemos que no hay ni variador ni embrague ni nada que se les parezca, con lo que la aceleración es lineal desde cero. Lo único que decepciona es cuando llegas a los 100 Km/h, momento en el que notas que la limitación del motor actúa y no te deja seguir acelerando, si no que mantienes la velocidad.
El asiento ya comentamos que es bastante amplio, y no queda demasiado alto (800 mm desde el suelo) además está dividido en dos zonas, la del piloto que está un poco mas baja y la del pasajero, unos centímetros por encima, de forma plana y que esconde debajo un hueco donde cabe un casco jet grande y los posibles trastos que lleves, como una bolsa no muy grande o similar. En ese hueco bajo el asiento encontrarás el cable y el enchufe para recargar la batería. Que se puede conectar directamente a la red de casa sin ningún problema, ya que el consumo es de 1500 vatios, más o menos lo que consume una plancha.
La recarga de la moto necesita de un enchufe disponible unas tres horas, que es lo que tarda en recargarse la batería. Todo esto se hace de modo automático gestionado por el software que incluye la moto. Este Software controla la temperatura de la batería y los voltios disponibles. En función de estos parámetros decide si cargar la batería directamente o hacerla pasar por un periodo de enfriamiento.
Tras todo el día rodando por ahí, la moto llegó a indicarme que le quedaban algo más de 10 kilómetros de autonomía, con lo que decidí llevarla al garaje y dejarla cargando hasta el día siguiente.
En Moto22 | Vectrix VX-1, probamos la moto eléctrica 1/4