Todavía existen vestigios de historia viva del motociclismo mundial, y saber que todavía existen aficionados a ellas que están dispuestos a dejarse el bolsillo en ello: y es que alguien se ha hecho con la única Yamaha YZR500 que andaba en circulación y que pertenecía a la leyenda Kenny Roberts Jr.
Roberts Jr corrió con esa moto en el mundial de 500 cc de 1996, y además de las YZR500 que se encuentran en el museo de Yamaha en Iwata, no había ninguna otra más en circulación, excepto esta… Y han pagado un precio alto por ella. Literalmente ha duplicado el valor que costaba en 2013, cuando volvió a ser subastada.
Vendida por 321.000 dólares en Estados Unidos
Resulta que la moto ha sido subastada por Iconic Motorcycles en Santa Mónica, Estados Unidos. El precio fijado estaba en 200.000 dólares, y en los últimos momentos de la subasta alguien aumentó la apuesta hasta la friolera de 321.000 dólares, o lo que es lo mismo, unos 304.000 euros. Un desconocido comprador que no ha revelado su identidad, pero que se lleva una auténtica joya a su garaje privado.
Con esa peculiar librea tan reconocible, esta moto fue la compañera de las Marlboro Yamaha YZR500 OWJ1 del incombustible Norick Abe y Jean-Michel Bayle.
La YZR500 ha pasado por todo tipo de manos desde que terminó el campeonato aquel año. Después de formar parte del Marlboro Yamaha Roberts que dirigía el propio Kenny Robers Sr, pasó a Kenny Roberts Jr, que posteriormente la vendió a Rick Degan en el Reino Unido. Degan se preocupó de revisar la moto y restaurarla de arriba abajo para dejarla como una joya de colección.
Lo último que supimos de ella es que en 2013 fue vendida por 156.189 euros, por lo que ha doblado su valor en estos años, literalmente.
Desde entonces, hemos podido ver la moto del coleccionista privado en marcha este mismo verano en el Festival de Velocidad de Goodwood, donde del propio Kenny Roberts Sr se subió a ella para escalar la mítica colina de Goodwood. Su hijo nunca subió a un podio con esta moto: 4º fue el mejor resultado.
Una moto peculiar, de unos tiempos que ya quedan muy lejos, con un propulsor V4 de 500 cc con tecnología de dos tiempos y una potencia cercana a los 180 cv para solo 130 kg de peso, pero con un brutal par motor en el que solo la pericia del piloto valía para domar a la bestia que no tenía ayudas electrónicas de ningún tipo.