Un café, un par de tostadas y un repaso a la prensa es la rutina que persigo todas las mañanas. En la de hoy, me topaba de frente con el artículo “¿Cañones o mantequilla? ¿Escuelas o circuitos?”, publicado por el gran Juan Pedro de la Torre en el Confidencial. No puedo estar en más desacuerdo.
Recomiendo totalmente su lectura. En él desarrolla la serie de datos con los que puede defenderse la enorme inversión pública en Motorland Aragón para acoger el Mundial de Motociclismo durante los próximos cinco años. Un dinerito que nos cuesta a los contribuyentes 46,6 millones de euros.
Escuelas, yo quiero escuelas
A la hora de elegir entre escuelas y circuitos no tengo ninguna duda: ¡escuelas! Los circuitos, las motos e incluso todo lo que rodea el campeonato se desarrolla gracias a las escuelas, gracias al capital humano, inversión en educación. No circo, más circo y más más circo. Si queremos invertir, no hay mejor inversión que centrada en el futuro.
Pondría los diez dedos de las manos, con los que estoy soltando estas palabras, a que el Gobierno de Aragón no invierte para recibir luego un euro multiplicado por seis o para que la viejecita de la gasolinera venda más sinplomo95. No. Lo hace porque consigue votos; porque puedes llevarlo en el programa político; porque hacer un aeropuerto o un descomunal puente te mantienen en el sillón unos años más.
No me sirven universidades con precios altísimos, ni clases de 40 alumnos, oposiciones congeladas en casi todo el país a cambio de tener un par de carreras más en España. ¿No tenemos el CEV? ¿No tenemos WSBK? ¿Y si la mejoraficióndelmundo demuestra ser pasajera?
Para acabar, no es necesario decir que una inversión en educación otorgará mucho mucho mucho más pay-back (retorno de la inversión) a largo plazo que poner piedras y billetes para hacer circuitos que acojan carreras. Y la historia (en este caso no las del paddock) lo demuestra.