Derbi Mulhacén, prueba dinámica

Derbi decidió entrar el segmento de las motos de mediana cilindrada con esta Mulhacén que revive el estilo scrambler tan de moda a principios de los años setenta. Pero tal y como anda el mercado la moto tenía que incorporar todas las últimas novedades tecnológicas para no quedarse como un mero ejercicio de estilo. Por eso incluye una horquilla Marzocchi, discos de freno Wave, monoamortiguador lateral, piloto e intermitentes de leds y un cuadro de instrumentos digital.

A pesar del alto nivel de acabado, la moto tiene algunos fallos que hacen difícil pagar los 7000 euros que cuesta. Entre los "defectos" se encuentran unos retrovisores que no acompañan al resto de la moto, una postura de conducción un poco alejada de los cánones actuales de ergonomía y un asiento a 810 mm del suelo que limita el uso a pilotos de talla más o menos alta. Por último, el cuadro de instrumentos, que es muy completo, peca de difícil lectura a pleno sol.

La parte mecánica es otra cosa, ya que el monocilindrico Minarelli-Yamaha es el mismo que monta la Yamaha MT03 y la extensa saga Yamaha XT o la Aprilia Pegaso. Con sus 47 CV a 6250 rpm se adapta perfectamente al estilo de la Mulhacén. Lo acompaña un cambio de cinco marchas rápido y preciso, que permite apurarlo por completo. El tarado de las suspensiones es un poco blando, quizá para compensar el durísimo asiento, pero suficiente para una conducción cómoda, que lo único que obliga es a hacer una conducción con antelación, para evitarse sorpresas en medio de la curva.

En definitiva la Mulhacén es una perfecta moto para ciudad, porque su estrechez y manejo es ahí donde mejor se comporta, casi como un scooter, pero de rueda alta. En carreteras abiertas la escasa protección pasa factura, así como las excesivas vibraciones típicas de un motor de esa configuración. En carreteras ce curvas, tipo comarcales o regionales tampoco se comporta mal, pero las carencias en sus suspensiones acaban por hacer que el piloto no vaya todo lo cómodo que seria de desear. Por otro lado, el fantástico freno delantero es perfecto, acompañado con una pinza radial Brembo es capaz de seguir frenando sin problemas después de un uso intensivo.

Dado que la Mulhacén es una moto Scrambler, era obligatorio probarla fuera de la carretera, pero siempre manteniendo en mente que no es una moto Off-Road pura. El comportamiento es aceptable, siempre que no se le intente exigir demasiado. El limitado recorrido de las suspensiones no permite muchas alegrías.

Por último, citar que la moto es una de esas que cuando te paras en el semáforo el resto de la gente te mira, no por el ruido, si no porque es una moto "diferente" en cuanto a su diseño y que no es muy habitual verla en la ciudad.

Vía | Moto.it

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