Hablamos siempre de la vieja escuela con añoranza, pensando casi que cualquier tiempo pasado fue mejor. Recordamos pilotos como héroes del pasado, tan convertidos en leyenda que a veces uno duda si de verdad existieron. Se dice como aquellos ya no quedan, que la competición sobre dos ruedas ha perdido todo el romanticismo que tenía y se ha visto invadida por intereses económicos millonarios que actúan como motor relegando la pasión que podía respirarse antes a un papel secundario.
Cuando tenemos la cabeza en estos temas son las imágenes de Kevin Schwantz y compañía las que se aparecen. Sin embargo, tal y como hemos visto anteriormente, la historia del motociclismo está plagada de auténticos soñadores menos conocidos. Uno de ellos fue, sin duda alguna, Burt Munro.
Burt Munro, un hombre de leyenda
No hizo historia por cosechar innumerables campeonatos del mundo, ni por hacer adelantamientos imposibles o tumbar hasta límites insospechados. No. Burt fue una de esas personas que siguen un sueño, que a pesar de encontrarse con decenas de barreras aparentemente infranqueables se armó de valor, paciencia y agallas para superarlas una a una hacerlo realidad.
Pocos creyeron en él al principio, pero la fe en sí mismo fue suficiente para lograrlo y hacer de su vieja Indian Twin Scout la más rápida del planeta.
Sobre los neumáticos descargados de goma con un cuchillo de la vieja Indian caían ya 47 años, por 68 del piloto con arterioesclerosis en el momento de lograr su último gran récord. Durante los 20 años anteriores a su viaje a Bonneville, trabajó por las noches modificando su moto favorita, fabricando a mano cada pieza recurriendo a aleaciones a base de los desechos de otros motores.
Su llegada al desierto de sal no fue fácil para alguien de una pequeña ciudad de Nueva Zelanda que viaja a Estados Unidos y precisamente ese hecho era ya suficiente para pensar que estaban delante de alguien realmente especial, de un vividor, de un enamorado de la velocidad.
Tras un primer récord del mundo logrado en el 62, Burt asistió hasta en diez ocasiones más al desierto americano. En 1967, bajo el sol de Utah, consiguió su mayor hazaña: rodar a 331km/h con su Indian – al salir de fábrica no superaba los 90km/h –, que por aquel entonces cubicaba ya 950cc. Sin embargo, oficialmente el récord quedó en 295.453 km/h al haber conseguido el anterior en una carrera para clasificación.
A pesar de la notable diferencia existente aquella marca sigue, a día de hoy, en los archivos de Bonneville como la Indian más rápida del mundo jamás vista. Fue apodada "Munro Special" y actualmente es expuesta en la ciudad de origen de Burt, Invercargill.
Burt murió el seis de enero de 1978 por causas naturales a los 78 años, habiendo alcanzado sus sueños y viviendo mucho más de lo que ninguno de nosotros lo hará jamás.
PS: Su apasionante historia inspiró una película estrenada en 2005 con Anthony Hopkins en el papel de Burt y que no puedo dejar de recomendar: Burt Munro: un sueño, una leyenda. La podéis conseguir en dvd por un precio aproximado de 13 euros en, por poner un ejemplo, Fnac.
Fotos vía | Get Hooked