Se han cumplido 10 años desde que la historia de las dos ruedas (pero sobre todo BMW Motorrad) recuperase ese tesoro Art Decó que es la BMW R7. De ella se ha dicho literalmente que es “una de las motocicletas más importantes, innovadoras y visualmente sorprendentes que se han fabricado jamás”.
Tras 70 años perdida y machacada por el paso del tiempo, el prototipo se recuperó y la firma bávara decidió devolverle su gloria financiando un minucioso proyecto de restauración a cargo del purista de clásicas Hans Keckeisen y de Armin Frey, este último encargado de devolverle la vida a su corazón bóxer. Su historia y los detalles de su recuperación son más que interesantes, pues ante un proyecto así, “la originalidad no se limita a la apariencia”.
Los ecos del caro prototipo desechado
Más de setenta años llevaba la fabulosa obra de diseño de Alfred Böning que es la BMW R7 sumando penurias en una caja. El prototipo, que nunca ha dejado de serlo, se fabricó en una época donde la sociedad estaba absorta por las tendencias y las líneas de corriente que se generaron en torno al Art Decó, el movimiento popular de diseño de los años 20 y 30 que influyó drásticamente en todo, desde las artes decorativas hasta la arquitectura y el diseño gráfico e industrial.
Böning alumbró la BMW R7 en 1934 como un ejemplo de la gran capacidad de diseño que tenia la firma alemana, y aunque supuso una ruptura con lo habitual en las motocicletas de la época, nunca llegaría a la producción en serie por considerar que esta sería demasiado costosa. Sin embargo, sus características y algunos rasgos de diseño como sus elementos decorativos exteriores fueron recogidos en otros dos modelos gestados casi al mismo tiempo.
Esos modelos que recibieron los ecos del fabuloso diseño de la obra de arte de Böning fueron la también costosa BMW R17 de 1935, que bebe directamente de ella, y la más sencilla BMW R5 del 1936.
Por su parte, la BMW R17 de 1935 solo estuvo en fabricación durante dos años, hasta 1937. Aunque esta sí que llegó a la serie, igualmente fue muy exclusiva y cara (la más cara de la época) y de ella solo se fabricaron 450 unidades. Estaba propulsada por un motor bóxer de 735 cc y 33 cv de potencia. Con tecnología similar, a la BMW R5 la movía otro motor de cilindros opuestos pero de 494 cc y 24 cv de potencia.
La obra maestra de dos ruedas del Art Decó
El diseño integrado de la R7 está claramente influenciado por el expresivo mundo del Art Decó, algo que se aprecia sobre todo en los elementos decorativos exteriores, extravagantemente decorados con las mismas líneas claras y fluidas que recorren toda la moto desde su parte frontal hasta la zaga, usadas incluso en los guardabarros y en la horquilla delantera telescópica, la primera vez que se usaba una solución técnica así en una motocicleta junto con un chasis de tipo puente de acero estampado.
Con su diseño único Böning quiso desafiar los viejos conceptos anclados al mundo de la bicicleta, algo que consiguió claramente con la R7, que incorporaba otros elementos de diseño contemporáneo a los que ahora estamos acostumbrados. El prototipo de BMW dijo adiós a los viejos depósitos de gasolina montados sobre el chasis, escondiendo el tanque de combustible bajo la cubierta superior cromada, que también albergaba un indicador de presión de aceite y la palanca manual para accionar el cambio de cuatro marchas con posiciones en “H” muy parecido al de los automóviles. Una solución elegante y funcional.
Desde esa visión funcional y elegante, motor, cubiertas inferiores, tapas de los balancines y las cubiertas laterales (que podían retirarse para acceder al sistema eléctrico) forman una superficie visualmente limpia que dirige toda la atención hacia el eje posterior (que carecía de basculante) y que fluye hacia el guardabarros trasero, subrayado por las salidas de escape.
La obra de orfebrería alemana incorporaba otros cuidados y adelantados detalles para su época, tales como un velocímetro digital con un disco giratorio incluido en el propio faro delantero e inspirado en el diseño de los automóviles de prestigio de la época. Detrás, una luz trasera con forma escultural y la palabra Stop señalizaba la moto iluminándola al frenar.
El corazón de cilindros opuestos
Pero toda la revolución del diseño de la R7 no estaba solo en su estética, sino también en su nuevo motor que estaba colgado de la estructura de tipo puente de acero estampado, el motor M205/1. Tan diferente al resto motores como la propia R7 a sus contemporáneas. El nuevo bóxer refrigerado por aire de 800 cc debía llevar a BMW hacia una nueva dirección, por lo que incorporó una serie de soluciones técnicas que mejoraron mucho las prestaciones respecto a los motores de entonces.
Avances y mejoras que la marca no aplicaría a la serie en otros modelos hasta 35 años después por el propio Alfred Böning. Soluciones tales como un cigüeñal forjado de una sola pieza, cabezas de bielas desmontables, cilindros y culata de una sola pieza y muchas otras. Éstas fueron las piezas que la R7 fue perdiendo por el camino en favor de que otros proyectos las recogiesen.
Hacia su estado original auténtico
Cuando se encontró en 2005, del prototipo solo quedaba el 70 por ciento, además no estaba en muy buenas condiciones, ya que muchas de esas piezas estaban severamente dañadas por la corrosión, ocasionada por la ruptura de la batería. Pese a las malas condiciones, el camino a seguir estaba claro y BMW Classic no tardó en dar luz verde al proyecto de restauración.
Mientras que Armin Frey trabajó en la restauración del motor, la envejecida y malograda parte ciclo del proyecto se encargó a Hans Keckeisen, para quien “la originalidad no se limita a la apariencia, sino también a la correcta elección de los materiales y a la mano de obra teniendo en cuenta las técnicas tradicionales de producción para lograr un estado original auténtico”.
La motocicleta fue completamente desmontada para comprobar qué debería volver a fabricar Keckeisen y Frey, algo a lo que sin duda ayudó y mucho el que BMW encontrase los planos originales del diseño de la R7 de Böning en los archivos históricos de la marca.
El motor estaba fuertemente corroído y no solo hubo que buscar algunas de las piezas, también Frey tuvo que fabricar otras de nuevo en su taller. La caja de cambios de cuatro velocidades y la transmisión se restauraron, y el sistema eléctrico también se rehizo completamente.
El sistema de escape, las llantas, el guardabarros delantero, los botones o la luz trasera fueron recreados por Hans Keckeisen en base a las imágenes y a esos planos cedidos por BMW. Las demás piezas de metal que sí estaban, presentaban un estado lamentable e hizo falta mucho trabajo por parte Hans Keckeisen para que la estructura recuperase las condiciones para poder sujetar el motor nuevamente.
Tras dos años de duro trabajo, con los repuestos, las piezas fabricadas de nuevo y varias capas de la pintura negra original, la BMW R7 finalmente recobraba el latido de su corazón y todo el esplendor de su artística imagen.
Devuelta a la vida y puesta en carretera, sería el orgulloso Hans Keckeisen quien la reestrenaría a sus mandos. La motocicleta rodó sin problema alguno y hoy está expuesta en el Museo BMW para el disfrute de todos los amantes de las motocicletas clásicas y del arte en general.
Fotos | Flickr Mitchell McPherson
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