Todo lo bueno se acaba, y por supuesto, esta temporada no podía ser menos. La emoción y el suspense, se ha mantenido hasta el final, os lo puedo asegurar. Y es que la última prueba, disputada en el circuito asturiano de Cibuyo, iba a traer emoción hasta el último minuto.
Emoción porque, con Juancho destacado en el primer puesto, la lucha por el segundo y el tercero se preveía dura, durísima. Franín estaba segundo, yo tercero a diez puntos y cuarto, Pedro, a únicamente tres. Y sinceramente, yo tenía todas las papeletas para quedar cuarto en la carrera y en la general.
Y cuarto iba a ser, porque debido a compromisos familiares, no podía disputar la última prueba. El sueño para mi, que era quedar tercero en la Copa Rodicar el primer año que la disputaba, se me escaparía entre los dedos. Sólo tenía una oportunidad, y consistía en que ellos tampoco pudiesen disputar la prueba. El tiempo, se aliaba conmigo, pues las previsiones apuntaban a nieve en la zona, pero con una carrera tan cerca de casa...
Desconecté el fin de semana. Cedí la moto para mis compañeros, por si la necesitaban durante la carrera y no quería saber nada hasta que acabase la carrera. Cuando llegé al garaje, y vi la moto de Noss y la mía aparcada, el corazón me dio un vuelco. ¿A caso no se había disputado la carrera? O por el contrario, ¿no había querido ir?
Efectivamente, Noss y Router, que le tienen la misma aversión al agua que los gatos, no había ido, ni el sábado, ni el domingo. Pero Cibrics si, por lo que se convertía en mi esperanza para conocer los resultados.
Me dice que ha acabado tercero. ¡Muy bien, un pódium! Pero visto desde el punto de vista de la botella medio vacía, también ha acabado último. Así, que sólo han corrido tres: Juancho, Aitor Izquierdo y Cibrics. ¡HE ACABADO TERCERO!
Ya veis, un campeonato que empezó en Castroponce, con un tercer puesto de casualidad, y finaliza en Cangas del Narcea con un tercer puesto en la general otra vez fruto de la suerte. Es más, si hubiera disputado la carrera, hubiese acabado el segundo. Pero eso no son más que castillos en el aire.
Y como colofón, la gala de campeones, en la que se hacían entrega de los trofeos de todas las competiciones disputadas amparadas por el abrigo del AMCA: velocidad, motocross, trial, enduro... Allí, pudimos disfrutar de una buena de amigos, en la que se entregaron los trofeos, tanto a los ganadores como detalles a los que disputaron más de la mitad de las pruebas. Y es que no deja de ser un campeonato entre apasionados de la moto, en los que no importa quedar en un puesto o en otro, sino disfrutar del ambiente de cada una de las carreras.
También se hizo entrega de una placa a Pelayo, cabeza visible y organizador del campeonato, como muestra de agradecimiento. Y todos tuvieron su minuto de fama, Cibrics que finalizaba quinto y Noss, séptimo en la general. Router, décimo, no lo tuvo porque no pudo asistir, y yo tampoco, porque aunque fueron mis padres en representación y la encargada de recoger el trofeo fue mi madre, yo me encontraba a setecientos kilómetros de distancia, corriendo en Cheste, pero eso será otra historia...
Fotos | AMCA