Este pasado domingo se disputó la primera de las pruebas de Supermotard de la Copa Rodicar 2008. Para un debutante en la competición como yo, han sido días de nervios, de preparativos, de dudas... de un montón de sensaciones que no había tenido antes. En sucesiva entradas os contaré un poco lo que exige el reglamento en cuanto a la preparación de la moto, así como las características que tiene esta.
Tocaba levantarse muy temprano, a eso de las cinco de la mañana, para poner rumbo desde Gijón al circuito permanente de Saludes de Castroponce, en la provincia de León. Parece mentira que para disputar el Campeonato de Asturias, haya que dirigirse a las comunidades limítrofes porque aquí no disponemos de circuitos en condiciones.
En teoría, a las nueve de la mañana empezaban las verificaciones técnicas, y digo en teoría porque como el mismo día se disputan un montón de categorías (minimotos junior y senior, cambio, scooters, minimotards, superquads y supermotard), los retrasos se van acumulando.
Una vez pasadas las verificaciones, tocaba sentarse a charlar un poco hasta que llegase el turno de entrar en pista para los primeros entrenamientos: quince minutos libres, para poner a punto la moto, ver como se encuentra el agarre de la pista y, sobre todo, saber si te has levantado por el lado bueno o malo de la cama.
Doce motos en una pista de un kilómetro, son bastantes para encontrar un hueco libre y poder encontrar un buen ritmo, pero tuve la suerte de encontrarme rápidamente rodando solo. E igual de rápido me encontré rodando por el suelo al salirme de la trazada limpia en una curva a derechas y entrar en la zona sucia que habían dejado los quad minutos antes. Moto y piloto nos encontramos en buenas condiciones (el orgullo un poco herido, pero todavía había poco público en los aledaños del circuito, menos mal), así que a falta de dos minutos tomo el camino del box. El primer error de novato lo cometí en la primera vuelta, pues no había abierto la llave de la gasolina y se paró la moto antes de acomodarme en la pista. Ya se sabe, los fallos del directo.
La verdad es que no me había encontrado cómodo rodando, y le daba vueltas a muchas cosas mientras esperaba el resultado del cronometraje. Cuando llegó, me llevé una agradable sorpresa, pues había clasificado cuarto, con una vuelta de 45'3. Los tres primeros (Bastián, Diego y Franin), juegan en otra división, y todos estaban rodando en 44, pero era algo que me esperaba, pues mientras mi experiencia en circuito se remonta a diez meses, ellos ya llevan toda una vida. Pero bueno, no estaba mal, aunque otro de los pilotos, Pedro, se había dedicado a exhibirse, y había rodado sospechosamente lento.
Tiempo lamerse las heridas bajo un sol abrasador mientras espero que empiecen los diez minutos de entrenamientos cronometrados. Aquí ya no hay posibilidades de error, tengo que rodar, como mínimo, en los mismos tiempos. Había conseguido bajar mi mejor tiempo en ese circuito, conseguido una semana antes, así que tenía que volver a hacerlo.
Salgo a pista muy tranquilo y de los últimos. Un par de vueltas para calentar ruedas y empiezo a tirar fuerte, adelantando a un par de pilotos que ruedan más lento. Consigo llegar a rueda de Cibrics, uno de los compañeros con los que voy a entrenar, pero me cuesta pasarlo y empiezo a ponerme nervioso pensando en que el tiempo se acaba y sólo he rodado una vuelta sin tráfico. Cibrics, en un alarde de inteligencia, me ve y me deja pasar, para utilizarme de liebre en las últimas vueltas.
Pista libre, dos curvas hasta el próximo piloto rodando, por lo que tardaré al menos tres vueltas en alcanzarlo. Hago la primera vuelta y cuando entro en la recta de atrás, veo a lo lejos un piloto caído en la escapatoria. Inmediatamente miro para empezar a frenar y entrar en la curva, y atisbo un reguero de aceite en la pista, pero no me da tiempo a nada. En cuanto la rueda delantera toca el aceite, me encuentro deslizándome por el suelo. Es el segundo punto más rápido del circuito, y la arrastrada por el asfalto es bastante larga. En cuanto me detengo en la arena de la escapatoria, me levanto como un resorte justo para girar y ver como Cibrics, que rodaba detrás de mí, también se ha ido al suelo y va a impactar contra mi. Todavía me pregunto como he podido ser capaz de saltarlo y que no me arrollase.
Pensando en que más pilotos se podían caer, salgo corriendo en dirección a la pista, agitando los brazos, pero aún así no consigo evitar que otros tres compañeros se vayan al suelo. El espectáculo es dantesco, pero por suerte, nadie se ha hecho daño. Los entrenamientos son suspendidos y se procede a limpiar la pista. Recojo la moto de suelo y veo que se ha arrancado de cuajo el guardabarros delantero y la maneta del arranque en caliente (la misma del descompresor). Aparentemente no hay nada mas dañado, pero mal empezamos el día. Toca reparar...
Gracias a Jota y Router por las fotos.