Supongo que ya lo sabes (y sino deberías saberlo), pero Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos el pasado 10 de noviembre de 2016 con un resultado cuando menos sorprendente al romper los pronósticos que los sondeos vaticinaban hasta el momento de la votación. Aparte de un discurso próximo muy a las élites, el rubio de América logró meterse en el bolsillo no sólo a los votantes blancos descontentos con las políticas de Barack Obama, sino también a un buen puñado de afroamericanos y latinos que hasta entonces se suponían contrarios.
Trump aún no ha llegado a la Casa Blanca y ya ha puesto a la industria del automotriz está patas arriba. El autoproclamado mayor creador de puestos de trabajo de la historia de estados unidos puede dar un vuelco al mercado de los automóviles, uno de los sectores industriales más importantes para EE.UU., pero ¿cómo pueden afectar las medidas de Trump al mercado de las motocicletas?
"Hazlo en U.S.A. o paga los aranceles"
Las palabras grandilocuentes del 45º presidente de los Estados Unidos no se hicieron esperar demasiado tras su proclamación, y antes incluso de la salida de Obama por la puerta del despacho oval, Trumph ya ha manifestado de forma clara y meridiana sus intenciones. Sin entrar en otros temas polémicos, las medidas proteccionistas que pretende imponer el futuro presidente podrían llegar a afectar a la industria de la motocicleta a nivel internacional y cambiar el panorama tal y como hoy, recién comenzado 2017, se presenta.
Esta semana Donald Trump amenazó de forma directa a BMW con imponer a sus productos unos duros aranceles del 35% si la empresa germana fabrica su Serie 3 en México. No se ha cortado un pelo con la empresa extranjera, pero tampoco lo ha hecho contra un gigante como Ford, pilar de la industria automotriz estadounidense, a quien ha llegado a cambiar sus planes de inversión de 1.600 millones de dólares.
Ni siquiera Chevrolet se salvó de las amenazas por fabricar más allá de la frontera con México, cuando ahora usa a la marca para ponerla como ejemplo de coches americanos que se ven demasiado poco en Europa (claro, porque aquí dejaron de venderse para dejar de solaparse con Opel).
Pese a contar con marcas americanas de renombre, la industria de las motocicletas estadounidenses no es especialmente boyante. Harley-Davidson, Victory, Indian y EBR son las cuatro mejores representantes del panorama motociclista en el país de las barras y estrellas. De estas cuatro marcas sólo una puede decir que está con una salud de hierro: Indian.
La empresa fundada en 1901 y rescatada del olvido en 2011 por el grupo Polaris está siguiendo un rumbo hacia el crecimiento de manera constante. Tal ha sido su éxito que ha matado a su hermana Victory, marca que recientemente acaba de poner a la venta Polaris para centrar esfuerzos en Indian, a la que ven con mucho más potencial y un legado histórico notablemente superior.
Para desgracia de Victory, una marca con algunas de las motos más personales que hemos podido ver en muchos años, tener al enemigo en casa ha resultado ser una guerra perdida desde antes incluso de empezar. Quziá Victory haya quedado como el hermano modernete de la familia, pero sin el éxito suficiente como para ganarse una cuota de mercado por sí mismo y que ahora se tiene que emancipar forzosamente.
Por otro lado, Harley-Davidson es la mayor rival para las dos anteriores marcas y la de mayor tirada y plantilla en Estados Unidos con 6.400 trabajadores repartidos entre las plantas de Menomonee Falls y Tomahawk (Wisconsin), cerró 2016 como uno de los peores años que recuerdan en Milwaukee.
Una multa impuesta de 15 millones de dólares por la EPA, el despido de 200 trabajadores y una reestructuración en su plan de mercado con menos unidades producidas en 2017 dejan a las genuinas motos americanas en una posición no demasiado ventajosa. Pero estas pulgas son sólo algunas de las que afectan a este perro flaco que ha sido el último año para la marca, los peores bichos de su plaga se llaman Honda, Yahama y Kawasaki.
Por último, EBR pretende comerse el mundo en su nueva andadura. La gesta de Erik Buell es loable y todos queremos que sus peculiares motos triunfen, ha vuelto a renacer de sus cenizas tras la salida de Hero Motocorp como socio capitalista. Por desgracia, la oferta sigue siendo exactamente igual de pobre que hace años, con la única novedad de la Black Lightning que es un más de lo mismo. El sueño de una genuina Superbike americana que sea competitiva sigue sigue sin llegar
Las discretas cifras de ventas de estas cuatro marcas tienen un denominador común, y es la amplia oferta de modelos extranjeros que están haciendo caja en el mercado estadounidense. La tierra de las oportunidades es un filón histórico para las marcas japonesas y europeas, un mercado que ha salido a buscar fuera lo que en EE.UU. no les estaban ofreciendo, prácticamente sólo modelos custom salvo alguna honrosa excepción.
¿Qué pasa si EE.UU. se queda sólo con la industria de EE.UU.?
Hace nada hablábamos que por ejemplo Ducati tiene su foco puesto en norteamérica colocando más de 8.000 unidades sólo en 2016, y que MV Agusta cambiaba su estrategia de distribución para el continente americano asociándose con Urban Motor Group. El resto de marcas europeas y todas las japonesas se hinchan a vender motos en EE.UU., pero si Trump amplía sus aranceles a todos los vehículos extranjeros, cada moto fabricada fuera del hogar de los valientes vendrá a costar un 35% más reducir su demanda e incrementar la de las motocicletas fabricadas allí.
La salud macroeconómica de un país depende en buena parte de un correcto equilibrio entre importaciones y exportaciones dentro de la balanza comercial. La idea de Trump básicamente significaría volver a Estados Unidos una especie de superpotencia autosuficiente, algo que podría estar bien en un escenario idílico pero no en un mundo globalizado en el que las marcas foráneas ya están asentadas y sin una oferta sustitutiva nacional suficientemente fuerte.
Sigmar Gabriel, ministro de Economía alemán, ha respondido a presidente en ciernes que los efectos de sus medidas pueden ser más que negativos, incluso para Estados Unidos al convertir su industria en una más débil, más cara y peor, y que "lo que debería hacer su país es fabricar mejores productos".
En cierto modo no le falta razón al alemán, imagina lo que sería de los aficionados al motociclismo sólo con un abanico amplio de motos custom, las pocas motos extranjeras que se ensamblen en EE.UU., eléctricas como las Zero Motorcycles y Alta Motors (pero estas como no gastan gasolina tampoco le hacen mucha gracia a Trump) y el resto de motos de importación un 35% más caras.
El escenario sería un mercado fragmentado, sin cohesión alguna, con curvas de oferta y demanda haciendo dibujos abstractos y confiando en que los modelos que dejasen de comprar a marcas extranjeras surgieran de la nada produciendo un estallido de puestos de trabajo por el camino para finalmente, en el mejor de los casos, lograr un producto final que habría que ver si está al nivel de los productos que se pretenden dejar fuera.
El magnate norteamericano tiene una máxima: "hazlo en U.S.A. o paga los aranceles". A partir del 20 de enero sabremos si las motos serán el siguiente objetivo del ya presidente Trump. Pero por el momento un organismo tan importante como la Environmental Protection Agency (EPA) ha acelerado el paso y ha blindado los límites de emisiones en EE.UU. antes de la llegada al despacho oval de Donald Trump y su apoyo incondicional a los vehículos de combustión. Por lo que pueda pasar.
De momento el primer aviso ni siquiera lo ha dado Trump. La United States Trade Representative (algo así como la Cámara de Comercio de EE.UU.) ya ha sugerido la imposición de aranceles a las motocicletas procedentes de Europa con cilindradas entre 50 y 501 cc. Aunque ha sido un daño colateral como represalia contra un tema sobre la carne americana en el mercado europeo, el precedente ya está ahí y puede dar pie a un continuo enfrentamiento entre la Unión Europea y Estados Unidos.
La American Motorcyclist Association (AMA), organizadora de los mayores campeonatos de motociclismo al otro lado del charco, se ha mostrado totalmente en contra de esta cuestión, alegando que la reducción en las ventas de motos procedentes de otros continentes provocaría el cierre directo de concesionarios, talleres, tiendas de equipamiento y la eliminación de miles de puestos de trabajo en el sector. Sin contar el perjuicio a los consumidores.
Puede que quizá Trump tenga estas ideas sin darse cuenta de que pueden tener serias consecuencias negativas para su propio país, pero el daño puede ser irreversible.