Con este título parece claro que hoy vamos a hablar de mecánica. Pero vamos a hacerlo desde un punto de vista práctico, para que los más atrevidos tengan un pequeño guión al que atenerse a la hora de “resucitar” esa moto que lleva parada tiempo en el garaje y que te acaban de regalar con la condición de que tienes que conseguir ponerla en marcha. El mundo está lleno de regalos envenenados.
El primer aviso es para aquellos que no tienen un lugar con la suficiente privacidad para acometer cualquier reparación sobre la moto. En ese caso lo mejor es buscar un espacio en el que puedas desarmar la moto sin tener que dar explicaciones a todos los vecinos que pasen por el garaje. Puede parecer ridículo, pero alguien con una llave fija en la mano, en lo profundo del garaje, despierta reacciones muy curiosas entre los vecinos.
Si aún así quieres meterle mano a la moto, vamos a ver unos pasos básicos para conseguir que vuelva a la vida con relativa facilidad. Damos por supuesto que cuentas con al menos un equipo mínimo de herramientas. Este mínimo puede variar de una moto a otra, pero un par de destornilladores de punta plana y de estrella, unas llaves fijas de medidas entre 7 y 14 mm, una llave inglesa, un par de recipientes resistentes a la gasolina, uno o dos pinceles y unos cuantos guantes de nitrilo puede ser suficiente. Los guantes siempre son de agradecer, porque la grasa cuesta bastante limpiarla de debajo de las uñas.
El guión más básico
Con nuestro arsenal de herramientas, mucho valor y determinación nos enfrentamos al reto de volver a la vida esa moto cual doctor Frankenstein con su monstruo. Pero al igual que el personaje de Mary Sheley necesitamos un guión que seguir. Así que ahí va. Lo primero es comprobar que la gasolina del depósito es tal, que esta llega al carburador (o carburadores) y que las bujías hacen chispa (aunque no sea en el momento adecuado) y que la batería (si la hay) no interfiere en el encendido. Con esto comprobado tenemos casi garantizado el éxito. Aunque la vuelta a la vida sea como zombi algo es algo.
Huelga decir que si la moto a “resucitar” es muy moderna, cuentas en tu contra con todos los gremlims electrónicos. Esos que viven dentro de las cajas negras en las que entran y salen manojos de cables de colorines que algunos conocen como la pesadilla de espaguetis de colores. Si ese es el caso, lo mejor es que recurras a un taller profesional que conozcan el modelo y cuenten con los elementos de diagnóstico necesarios. Aquí hablaremos de motores con poca tecnología, casi analógicos, o incluso más rudimentarios.
El circuito de alimentación
Suponiendo que nuestra moto tenga accesible el carburador. Lo primero consiste en comprobar que la gasolina llega a él. Nada más fácil que sacar el tubo de combustible y abrir el grifo de la gasolina. El caudal debe ser abundante. En este momento podemos ver también si la gasolina se encuentra en buen estado, si no hemos tenido la precaución de abrir el tapón del depósito. La gasolina, con el tiempo se va descomponiendo y acaba por transformarse en una especie de disolvente, con un olor muy particular y desagradable. Si es así, es el momento de vaciar el depósito y sustituir la gasolina por otra más fresca.
La gasolina descompuesta no debe tirarse a la alcantarilla, ni nada parecido. Lo ideal es llevarla a un punto verde o un eco-parque para que la traten adecuadamente. Si el grifo de gasolina está obstruido, el caudal será poco y seguramente saldrán partículas mezcladas con la gasolina. De nuevo hay que evaluar si podemos desarmar del grifo para limpiarlo o substituirlo por uno nuevo. En este caso seguramente tendremos que limpiar el interior del depósito para asegurarnos que no hayan cuerpos extraños en la gasolina que llega al carburador. Y un filtro de gasolina intercalado en el tubo de combustible se hace imprescindible.
El interior del depósito se puede limpiar con algo tan rudimentario como un pedazo de cadena, agua y un buen chorro de detergente para lavar los platos. Se mete todo dentro, se tapan los agujeros con papel o corcho y se agita el depósito como si fueran unas maracas. El procedimiento hay que repetirlo hasta que el liquido salga limpio. Cuanto más limpio, mejor, porque habrán menos cuerpos extraños mezclados con la gasolina.
El carburador, ese gran desconocido
Volviendo al carburador, hay que comprobar que no tiene ningún conducto obstruido. Lo mejor para esto es desconectarlo de la moto y desarmarlo por completo. El carburador es una pieza bastante compleja, con un buen número de conductos y unos cuantos elementos de ajuste calibrados. Estamos hablando de los famosos chiclés. Unos tornillos fabricados en latón o bronce con orificios de una medida calibrada y que son los encargados de controlar la cantidad de gasolina (o mezcla) que pasa a través de ellos. También encontraremos alguna aguja, que se utilizan para controlar el flujo de combustible y/o de aire.
A la hora de desarmar un carburador hay que andar con cuidado, ya que un cambio de posición o de ajuste de cualquiera de estos elementos puede significar que el motor no arranque o que funcione incorrectamente. Por ejemplo, el tornillo que regula el aire, suele acabar en punta como una aguja, hay que volver a dejarlo en la misma posición en la que estaba. Así que toca apuntar cuantas vueltas da hasta que cierra por completo el circuito. Esto se nota fácilmente apretando con un destornillador, pero con cuidado para no dañarlo.
La mejor manera de limpiar un carburador es con gasolina, una brocha fina o pincel y paciencia. Cuando se haya limpiado todo conviene soplar a través de todos los conductor y chiclés para asegurarnos que no están obstruidos. También hay que asegurarse de que el flotador situado en la cuba cumple su cometido y es capaz de cerrar el paso de gasolina. Este mecanismo es bastante sencillo, pero si está en mal estado produce muchas molestias, porque si el carburador rebosa, además de perder gasolina porque la echa fuera y mancha el resto de la moto, puede acabar inundando también el cilindro al que alimenta. Esto se conoce como ahogamiento, y es un incordio, porque hay que sacar todo el líquido que ha caído dentro para conseguir que vuelva a funcionar con normalidad.
Como último detalle hay que darle un repaso al filtro del aire, que puede estar lleno de polvo y no ser capaz de dejar pasar el aire necesario para que la mezcla se realice en la proporción adecuada. Con soplarlo con aire comprimido en la dirección opuesta al flujo normal de aire debería ser suficiente para permitirnos que funcione lo suficientemente bien para que no haga falta cambiarlo. Pero si está demasiado roto o lleno de polvo, esta no es una pieza cara, y poniéndola nueva nos ahorramos posibles dolores de cabeza.
Vamos a suponer que ya has limpiado el depósito, el grifo de la gasolina, el tubo de alimentación que va hasta el carburador y el filtro del aire. Supongamos que también has desarmado, limpiado y vuelto a armar el carburador. Compruebas que todo funciona correctamente, que no hay gasolina rebosando, ni ninguna obstrucción. Pero la moto sigue sin querer arrancar. El siguiente paso es comprobar que las bujías dan chispa. Pero eso lo haremos mañana, que hoy los vecinos ya nos han mirado bastante en el garaje.
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