Así ha sido Motorama 2020: una caída del 30% de público, marcas satisfechas y la sombra del coronavirus

Este pasado fin de semana se ha celebrado Motorama en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo en Madrid. Un evento anteriormente conocido como MotoMadrid y que en esta edición ha terminado por flojear.

Si ya veníamos avisando de antemano en las ediciones pasadas que había grandes ausencias, este 2020 el panorama ha sido un poco desalentador debido al coronavirus en lo que se refiere al público, pero también a otros factores intrínsecos al propio evento. Ahora bien, las marcas han salido contentas porque han cubierto sus objetivos.

Motorama 2020: muchas ofertas y grandes ausencias

El escenario escogido para esta edición ha sido el mismo que en las precedentes, con el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo como protagonista al que se rodeó de diversas actividades complementarias (rutas, demostraciones, stunt, food trucks...). Buen ambiente y multitud de expositores.

Si bien la distribución en el interior ha sido la misma de otros años, el panorama ha tenido ciertos matices. La planta inferior se reservó para los expositores, customizadores y participantes en el Madrid Bike Show, pero con muchos espacios libres, muchos huecos sin rellenar. En la planta intermedia lo mismo que los años anteriores: muchas tiendas de ropa, de recambio, de accesorios y con un ambiente poco acogedor (poca iluminación y cada stand con una música, algunas demasiado animadas).

La planta superior volvió a acoger el plato fuerte donde los aficionados y curiosos podían ver el gran reclamo: las motos, muchas de ellas en oferta. Como buen salón comercial, la presencia de todos y cada uno de los stand de cada fabricante, concesionario o distribuidor tenían el propósito claro de vender, así que volvieron a apretarse el cinturón para vender el mayor número de motos posible.

La distribución ha sido muy similar a la de años anteriores, con muchas marcas repitiendo su posición. A la derecha la planta principal estaba copada por Ducati en la zona central con un stand llamativo pero no tanto como otros años, Yamaha y Triumph. Destaca el esfuerzo de los británicos con posiblemente la exposición más vistosa. Mucho estilo, muchas motos y buena iluminación por parte de los de Hinckley, además de una superficie de las más extensas y equiparable a la de Yamaha.

Los americanos también pusieron toda la carne en el asador. Harley-Davidson acaparó la cara norte del pabellón con 20 motos, sofás y la Harley-Davidson LiveWire eléctrica como gran reclamo, mientras que Indian ocupó más superficie que nunca con un batallón de 30 motos en escena.

Pero no todo fueron luces, también pudimos ver algunas sombras. Volvimos a ver grandes ausencias como las de KTM o Suzuki. Otras marcas como Kymco tuvieron una representación casi testimonial y bastante deslucida para ser una de las marcas de motos que más vende en nuestro país con apenas cinco unidades sin iluminación en medio del pabellón. Otras marcas como Honda o Kawasaki tuvieron presencia, pero formando parte de la representación de concesionarios como Bikes&Bikes o Speed Bike respectivamente.

También vimos muchas motos de origen asiático como SWM, Zontes, Brixton, Benelli, Keeway, NIU, SYM, Voge, Daelim, Hanway... en muchos casos apenas sin espacio entre una moto y otra. Las motos eléctricas también tuvieron su espacio con, entre otras, un pequeño stand de Sur-Ron acaparando una buena cantidad de miradas.

En general se trató de una edición que ya estaba condicionada de antemano. Las exposiciones de motos clásicas, de fabricantes de remolques, de aseguradoras o incluso una gran tienda de ropa en una de las esquinas ocuparon los más que notables espacios huecos que se quedaron sin rellenar por las marcas. Un aspecto general algo más deslucido que en ediciones previas.

Un salón bajo la sombra del coronavirus

El fabricante Sur-Ron se coló con sus particulares moto-bicis eléctricas.

A pesar de un viernes prácticamente desolador con apenas visitantes y un atípico sábado donde se pudo asistir con comodidad y sin apreturas (no como en ediciones previas), el domingo el Pabellón de Cristal sí acabó por llenarse. Preguntando a las marcas por la evolución de sus objetivos nos han confesado que se han movido en niveles de 2019, pero sí han notado un descenso palpable de público.

Esto tiene una cara buena y otra mala: la buena es que quienes fueron a Motorama a trabajar y quienes acudieron interesados en comprar pudieron hacer mejor su labor (tanto atender a los posibles clientes como poder ver las motos con mayor tranquilidad), sin la saturación de gente de otros años. Algo que ha sido posible gracias a que quien ha ido ha sido porque estaba realmente interesado, sin ese público tangencial de, por ejemplo, familias con niños que acudían a MotoMadrid a pasar el día.

Harley-Davidson acaparó la parte trasera de la exposición.

Ahora bien, para el organizador ha supuesto una debacle. Se estimaba una caída en la venta de entradas; un descenso que en el peor de los casos se estimaba en torno al 20%, pero el coronavirus ha hecho de las suyas. Se da la paradoja que de puertas hacia fuera nadie admite temer al coronavirus (o al menos no a nivel sanitario), pero algunas empresas sí han instado a sus empleados a no viajar a eventos como este Motorama.

Después de haber contagiado al Salón del Automóvil de Ginebra y antes al Mobile World Congress, el COVID-19 se ha seguido propagando. De momento en España no se han desplegado medidas de contención oficialmente, pero la sombra de este virus estaba propagando el Motorama. Así lo reconoce el propio organizador catalogando la situación como un "escenario sanitario excepcional".

Y es que las cifras son contundentes: 28.000 personas se han contabilizado en el Motorama 2020 mientras que en MotoMadrid 2019 la afluencia de público se determinó en 40.000 personas, lo que supone un más que notable descenso de visitantes; concretamente un 30% menos que el año anterior.

Podría haberse atribuido el descenso de público a la coincidencia este año de Motorama con Vive la Moto dentro de unos días, pero hace dos años cuando ambos salones coincidieron no se sintió este descenso. Es más, en 2018 la cifra fue muy similar a la de 2019 con otros 40.000 asistentes.

Ahora habrá que ver si quienes se han estado reservando para Vive la Moto en IFEMA no se quedan con las manos vacías. Esta semana se ultimarán los preparativos para la otra gran cita del año en Madrid y las expectativas no son muy halagüeñas. La sombra del coronavirus es alargada y, si esto sigue así, podría tomarse la decisión de no celebrar Vive la Moto este año.

El coche para esta prueba ha sido prestado por Mercedes-Benz. El servicio de fotografía ha corrido a cargo de Megaserfoto. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.

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